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Los Verdes alemanes consuman su giro hacia una política de mayorías

EFE/EPA/DAVID HECKER

EFE

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Clara Palma Hermann

Berlín, 17 nov (EFE). – Los Verdes alemanes cerraron este domingo un congreso con la vista puesta en la vivienda, la economía y la defensa de la democracia frente a la ultraderecha, de cara a convencer al electorado no ecologista y convertirse en la fuerza más votada.

El dúo de líderes formado por Robert Habeck y Annalena Baerbock, artífices del 20,5 % que obtuvo el partido en las últimas elecciones europeas y de la actual oleada de popularidad, fue refrendado por una mayoría aplastante.

A Baerbock la ratificó al frente del partido un 97,1 % de los 800 delegados que asistieron al congreso, celebrado en Bielefeld (oeste del país).

Sin embargo, este resultado récord para la formación no despeja la duda de quién de los dos será el próximo candidato a la Cancillería.

La decisión, pospuesta por el momento, será crucial en el futuro, puesto que Los Verdes están decididos a formar parte del próximo Gobierno, y no necesariamente como socios menores.

En medio de una cuidada puesta en escena, Habeck abrió la convención con un discurso vehemente en el que habló del “fin de la era Merkel” y pidió la responsabilidad de determinar los cambios en un tiempo marcado los desafíos globales.

“Sé que nuestro partido era antipartidos y que se posicionó en contra del sistema, pero los tiempos han cambiado,” sentenció e instó a defender “la república mejor y más libre” que ha conocido Alemania para que no sea “desmantelada por el fascismo”.

LA NUEVA CENTROIZQUIERDA

Los Verdes cabalgan desde hace meses sobre una ola de popularidad que les ha llevado a desbancar en los sondeos a los socialdemócratas del SPD como segunda fuerza y, en sus momentos álgidos, a igualar a los democristianos de la canciller alemana, Angela Merkel.

Las encuestas, sin embargo, demuestran que el apoyo fluctúa cuando clima y medio ambiente se ven desplazados de la agenda mediática por otros temas.

Por ello, para afianzar el actual pronóstico del 22 % de la intención de voto, el dúo de líderes apuesta por diversificar su discurso y centrarse en propuestas percibidas como realistas.

Así, destacó en el congreso la cuestión de la vivienda: se aprobaron posturas como el anclaje del derecho al techo en la constitución, la inversión en vivienda social y la imposición de un tope a la subida de los alquileres como el que prepara la región de Berlín.

La demanda de algunas agrupaciones locales de introducir mecanismos para expropiar inmuebles vacíos fue rechazada, en un claro signo de que el partido, en palabras de Habeck, no infringirá “el derecho a la propiedad”.

Los Verdes se presentaron también como el antídoto contra el auge del autoritarismo y del populismo y, en concreto, contra el avance de los ultraderechistas de Alternativa por Alemania.

Así, acusaron a esta formación de no distanciarse de “quienes sueñan con un estado fascista” y situarse de esta forma en la línea ideológica responsable del asesinato del alcalde Walter Lübcke o del reciente atentado contra la sinagoga de Halle.

En este sentido, la verde de origen judío Marina Weisband defendió desde el estrado que la política escuche a los que están “preocupados” ante “el cambio de la sociedad”, pero nunca “a los racistas que usan el odio contra otras personas para hacerse oír”.

NEW GREEN DEAL

En el ámbito económico, Habeck hizo un alegato contra el déficit cero y a favor de un ambicioso programa de inversiones sociales al que denominó “New Green Deal” y de un “realineamiento” de la economía de mercado para “servir a la sociedad y las personas”.

Baerbock, por su parte, marcó como objetivo aunar estado del bienestar y protección del medio ambiente, abogando por regular los mercados, pero advirtiendo al mismo tiempo en contra de los objetivos poco realistas.

La moderación alcanzó incluso a los planes para el clima y, en uno de los aspectos más controvertidos, el precio de las emisiones de CO2, los delegados fijaron un compromiso intermedio de 60 euros extra por tonelada a partir de 2020.

Con ello, se quedaron más cerca de los 40 euros que proponía la cúpula del partido, que aun así multiplica por cuatro el monto aprobado esta semana por el Gobierno, que de los 180 que exigía el ala más radical.

En esta línea, los líderes se cuidaron mucho de enfatizar la necesidad de forjar alianzas con enemigos tradicionales, como la industria automovilística o el sector del carbón, y de tener en cuenta las preocupaciones de los trabajadores de estos ámbitos.

“Sólo así podemos cambiar cosas en lugar de hacer promesas,” sentenció Baerbock.

El congreso ha servido para cerrar filas en torno a unos dirigentes excepcionalmente bien valorados, aunque para la verdadera prueba de fuego de las próximas elecciones quedan dos largos años.

Será entonces cuando el partido deberá demostrar la viabilidad del eslogan de Habeck de “transformar la esperanza en realidad”.

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