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La versión de los tesoreros sobre los ingresos del PP: cenas y cheques pero nunca caja B

La actual tesorera del PP, Carmen Navarro.

Marcos Pinheiro

Todo comenzó con cenas en las que se “pasaba la gorra”, luego se hicieron envíos masivos de cartas pidiendo dinero, hubo algún que otro talón en un mitin y sobre todo, dinero procedente de las subvenciones del Estado. El relato que han hecho tres tesoreros del PP sobre la financiación del partido ha excluido las donaciones de empresarios a cambio de obra pública que nutrían una caja B acreditada por el juez instructor de Gürtel, reconocida por Luis Bárcenas y cuyo funcionamiento detalló Francisco Correa.

Primero Rosendo Naseiro, luego Ángel Sanchís y para cerrar las comparecencias, Carmen Navarro, actual tesorera del PP. Una tanda de declaraciones en la comisión que investiga la financiación del PP en la que ha faltado la pieza clave. Álvaro Lapuerta, como ya preveían los diputados, no ha acudido a su cita aludiendo a la demencia que padece y que ya le eximió de ser juzgado en el primer gran proceso de Gürtel.

Los tres tesoreros del PP han descrito diversos métodos de obtención de ingresos, remontándose a los inicios de Alianza Popular. Todos han coincidido en negar que el partido obtuviese donaciones de empresarios a cambio de favores en las adjudicaciones. Naseiro y Sanchís han asegurado que conocieron la existencia de una caja B muchos años más tarde, cuando estalló el caso Gürtel.

Sanchís fue el primer tesorero en el tiempo, entre 1982 y 1987. Ha explicado que empezó ayudando a Luis Fraga en la financiación del germen del PP, Alianza Popular, cuando el partido solo tenía nueve diputados en el Congreso y el dinero no alcanzaba para pagar el recibo de la luz. “Pobres como ratas”, ha resumido el extesorero.

Su ayuda se concretó en la organización de cenas en las que se pagaba 500.000 pesetas por sentarse a la mesa con Manuel Fraga. Cuando la cena terminaba, Fraga se levantaba con la excusa de que tenía que madrugar al día siguiente y dejaba a Sanchís la tarea de recaudar más dinero: “Aquí se queda Ángel, que os va a explicar lo precario de la situación, a ver si le podéis ayudar”. “Él se iba y allí me quedaba yo pasando la gorra”, ha explicado, aunque se ha negado a identificar quienes donaban dinero. Solo ha precisado que no sólo se trataba de empresarios.

Durante la etapa de Sanchís se puso en marcha otro sistema de captación de fondos: el envío masivo de cartas pidiendo donativos. Esa práctica, ordenada por Fraga, continuó durante el periodo en el que Naseiro se encargaba de las cuentas. Había quien respondía con pequeñas donaciones y quien incluso se acercaba a los mítines de Fraga a dar el cheque en mano, como ha relatado Naseiro.

Este tesorero, que ocupó el cargo a finales de los 80, ha explicado que con el dinero que el partido recibía del Estado en forma de subvenciones, ya con más presencia parlamentaria, era suficiente para cubrir los gastos. No sobraba, pero bastaba. A eso se sumaban las donaciones de simpatizantes, pero nunca hubo, ha defendido, una contabilidad B que canalizase los aportes de grandes empresarios. “La caja B no la he visto nunca, me enteré ahora”, ha afirmado.

Tras ellos, la historia sobre la financiación del PP ha dado un salto de más de dos décadas hasta la actual tesorera del partido, Carmen Navarro. El relato ha quedado incompleto por la incomparecencia de Lapuerta, que ejerció como tesorero -con Bárcenas a su mando- durante la época en la que el juez Pablo Ruz situó la caja B del partido.

Navarro ha dicho desconocer esa contabilidad opaca con el argumento de que no ha indagado. “Yo no me dedico a investigar el pasado, sino a gestionar el presente”, ha contestado a los portavoces. Realizó una auditoria superficial que no retrocedió a antes del año 2004 y que sólo concluyó que las cuentas estaban sanas gracias que hubo “más ingresos que gastos”.

Ninguno de los tres conoció el sistema de financiación en negro que describió con detalle el cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa. Según su testimonio en el juicio, esa contabilidad paralela engordaba gracias a las aportaciones de empresarios a cambio de adjudicaciones: “Luis Bárcenas lo gestionaba con el correspondiente ministerio y yo pagaba la comisión del 2% o del 3% a Génova”.

El propio Bárcenas definió la caja B como “una contabilidad extracontable”, fuera del circuito oficial. Lo hizo a preguntas de la fiscal de Gürtel Concepción Sabadell, que para argumentar que la comparecencia como testigo de Rajoy en el juicio no era necesaria dijo que esa caja B estaba “ya acreditada”.

Eso mismo plasmó uno de los jueces instructores, Pablo Ruz, cuando escribió en el auto con el que daba por finalizada la investigación que el PP ser sirvió de “diversas fuentes de financiación ajenas al circuito económico legal”. El desconocimiento que han mostrados los tres tesoreros sobre esa práctica y la ausencia de Lapuerta ha contribuido a dar una imagen de limpieza en las cuentas del partido que no comparte la justicia.

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