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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal
Sobre este blog

Ángela Armero es guionista de cine y televisión. Además imparte clases en la escuela creativa Hotel Kafka, colabora en diversos medios, ha escrito y dirigido dos cortos (“La Aventura de Rosa” y “Entrevista”) y ha publicado una novela juvenil (Alexandra y las Siete Pruebas.) Es una adicta a las series y dice que no quiere quitarse.

¿Y tú, cuánta gente matas en 24 horas?

“24”, la serie creada en 2001 por Robert Cochran y Joel Surnow, es un thriller de acción trepidante basado en lo que se ha dado por llamar un high concept: los eventos ocurren en tiempo real.

Cada temporada (de las ocho que ha habido) sigue los pasos de Jack Bauer, el director de la unidad antiterrorista de los Ángeles, que lucha contra el reloj para detener grandes atentados contra su presidente, su país e incluso el mundo. La diferencia es que, al transcurrir en tiempo real, cada capítulo es una hora, y cada temporada cuenta con 24 episodios.

Los días de Jack Bauer son bastante difíciles. Por bien que empiecen (una imagen de armonía familiar, casi siempre, o amaneciendo entre las sábanas con la novia a la que salvó de la muerte en cinco ocasiones en la temporada anterior) se le van complicando. Ha tenido todo tipo de problemas y enemigos: terroristas árabes, chechenos, rusos, iraníes, traidores, fundamentalistas americanos, bombas atómicas, contaminación de agua, ántrax, colegios secuestrados, explosiones de todo tipo... Jack ha sufrido mucho en esos ocho días, se ha paseado por los dos lados de la justicia, ha cruzado la línea del bien y del mal como quien salta a la comba, ha tenido varias enfermedades, adicciones, ha sido fugitivo y dado por muerto, ha sido sospechoso de más o menos todo y sus compañeros le han dado más problemas que los propios malos de la película, y esto, sin tiempo para ir al baño, pasarse el hilo dental o consultar su facebook. En definitiva, para Jack Bauer, escoger entre el cable rojo y el cable azul es como decidir si echarle al café azúcar o sacarina: la misma rutina de todos los días. Para entender el día a día de Jack, nada como la web Bauer Kill Count, donde se puede consultar cuántos muertos ha habido por episodio, por temporada, y de qué manera han perecido a manos de esa máquina que es el protagonista de 24.

A pesar de todo lo risible que pueda sonar esto, 24 es la prueba de que lo que dice William Goldman es verdad:

LA ESTRUCTURA LO ES TODO.

24 ha sido una serie fantástica, exagerada muchas veces pero casi siempre sorprendente, vigorosa, inteligente, adictiva, espectacular, emocionante y bien documentada. Entre sus hazañas, estuvo mostrar en su primera y segunda temporada al primer presidente negro, varios años antes de la llegada de Obama: el mítico David Palmer.

Se puede hablar mucho de esta serie y de su trasfondo político, pero hoy prefiero centrarme en su ritmo y en su estructura. ¿Cómo puede hacerse el tiempo real y que sea no solo entretenido, sino maquiavélicamente adictivo? En los capítulos de 24 las diferentes tramas suceden en un paralelo continuo y milimétrico: mientras Jack intenta liberarse de su guardián checheno, el presidente se reúne con su amante que le va a intentar envenenar. Y digo “intenta” porque en 24 todo son preguntas que quedan en el aire. Cada escena avanza lo justo para plantear un interrogante... y dejarlo suspendido, para ir a otra trama y dejar otro peligro en el aire, o interponer un nuevo obstáculo en el camino de Jack. Esto es común a casi toda la ficción, pero en el caso de esta serie es un auténtico arte: el de generar una tremenda desazón en el espectador preguntándose qué sucederá a continuación, que según David Mamet, es la obligación de todo escritor.

La sucesora natural de 24 es Homeland, (otra serie maravillosa de la que hablaremos otro día) que tiene otro tipo de ritmo, se detiene más en los personajes y en la indagación sobre la verdad y la mentira. Al lado de 24, la serie de Carrie Mathison parece una peli de Bergman... y sin hacer espoilers diré que la segunda temporada de Homeland se ha hecho bastante más 24 que la primera, y quién sabe si dentro de poco llegará una web llamada Carrie Kill Count.

Los espectadores que ahora tienen 20 años no habrán visto 24. Creo que nadie debería perdérsela, especialmente las dos primeras temporadas; 24 es probablemente el thriller más sorprendente y espectacular de la historia de la televisión. Y muy emocionante también. Me despido con esta promo de la temporada 1, que quizá atraiga nuevos espectadores y nos ponga a los demás un tanto nostálgicos de aquellos días que nos veíamos tres o cuatro episodios en un día y deseábamos que el mal día de Bauer durara para siempre.

Sobre este blog

Ángela Armero es guionista de cine y televisión. Además imparte clases en la escuela creativa Hotel Kafka, colabora en diversos medios, ha escrito y dirigido dos cortos (“La Aventura de Rosa” y “Entrevista”) y ha publicado una novela juvenil (Alexandra y las Siete Pruebas.) Es una adicta a las series y dice que no quiere quitarse.

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