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Sobre este blog

@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.

Silfio: la preciada especia romana que desapareció

Detalle de la copa de Arcesilao, del siglo VI a. d. C.

José Cervera

Para los romanos era una de las especias y hierbas más valiosas que existían y se usaba para todo: en perfumería, sus tallos y hojas como verdura, para aliñar platos, como aditivo para darle aroma al vino y como pienso para alimentar ovejas, cuya carne se consideraba un manjar de lujo, y también como medicamento en ungüentos y curas. Aunque de sus muchos usos ninguno tan importante como una concocción de su resina que se usaba como afrodisiaco y anticonceptivo. Se llamaba silfio (silphium o laserpicio en latín) y era tan valiosa que Julio César consignó un cargamento de 150 kg como parte del tesoro oficial de Roma.

En cerámicas griegas aparece como motivo iconográfico como en la imagen, que corresponde a Arcesilao II de Cirene pesando silfio que adorna el Kílix de Arquesilas.

Sabemos quesera planta sólo crecía en la Cirenaica, una región de la actual Libia; que era un pariente del hinojo y de hierbas aromáticas como la asafétida (de intenso, aunque desagradable olor) y que era tan valiosa que hizo rica a su región, que incluso la usaba como emblema en sus monedas.

Pero no sabemos qué planta era el silfio, porque desapareció: quizá por un exceso de demanda que la extinguió, ya que otra de sus características es que nuca se pudo cultiva a pesar de múltiples esfuerzos, por lo que sólo podía recogerse silvestre.

Para mediados del imperio romano el silfio era sólo un recuerdo y hoy es un misterio que aún intriga a los botánicos y los gastrónomos, que lo buscan con ahínco.

Aunque su desaparición ha dejado huellas, como el dibujo arquetípico del amor romántico: la forma de las semillas del silfio es la razón de que hoy el icono de un corazón sea tan diferente a su forma real, quizá porque que su papel como ayuda sexual convirtió a esta planta en picante emblema del amor en Roma.

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