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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Cosas de la asimetría

Mariano Cuesta

Mariano Cuesta

Sevilla —

Soy asimétrico, sí, más allá de que todos los somos. El corazón está a la izquierda, el hígado a la derecha… y así todo. Mi asimetría tiene que ver más con el hecho de que me pongo a contar y, oh, sorpresa no puedo contar más de siete con los dedos.

Soy zurdo, no sé si por costumbre o por genética, la cuestión es que mi mano derecha, como mi pie derecho, no tienen todos los dedos que deberían, pero eso no es problema. O sí.

Se suele hablar de derechos, problemas, reivindicaciones, pero poco se habla del día a día y de lo que suponen ciertas cosas. Ahora, cuando hace frío me gustaría tener las manos cubiertas por unos guantes, pero qué pasa? los guantes tienen dedos y yo no. Puede parecer una estupidez a simple vista, pero no lo es tanto. Cómprate unas manoplas me dicen algunos, Sí, hay manoplas, pero estas lo que hacen es dejarte sin movilidad. Y a estas alturas de la vida tampoco deberíamos tener que elegir si comodidad o calor.

Eso sí, la ventaja de no tener dedos es que, cuando eres pequeño, puedes inventarte historias magníficas sobre cómo ocurrió. Según me cuentan, yo tenía un amplio repertorio, desde que me pillé la mano con un ascensor, que si me mordió un cocodrilo… Esto, que a priori podría suponer una desventaja o un defecto, cuando estás entre niños, te hace ganar puntos. Eres como el pirata que perdió el ojo. Todos te admiran y, en cierto modo les gustaría ser como tú. Pero claro, eso es cuando eres un crío y vives más en la imaginación que en la realidad. Luego vas creciendo y la cosa se pone complicada.

Siguiendo con el relato, otra de las cuestiones que me ocurren es que, cuando voy a comprar zapatos, siempre me pasa lo mismo. O al menos al principio. Tengo que pedir el zapato izquierdo. No es por gusto, es porque cuando uno no tiene dedos en un pie, el tamaño del zapato es diferente y claro… Tienes que pedir el del pie más grande, que en mi caso es un 45. Os podréis imaginar el repertorio de caras de sorpresa y extrañeza a lo largo de mi vida. Siempre el mismo ritual. Me gustan unos zapatos, me los traen para probármelos, pero claro, siempre es el derecho. Tengo que pedir que me traigan el izquierdo, una vez más. Mención a parte es que, para un retrón como yo, las zapaterías y los probadores en general nunca han sido muy cómodos. Primero porque en muchas de ellas no hay un sitio adecuado para sentarse cómodamente sin que tengas la montar la de dios. Por otro los probadores, por lo general, carecen de banco o similar.

Uno de los problemas a los que me enfrento cuando voy de tiendas es ese. Me cuesta mucho levantar las piernas y cuando quiero probarme algo es un suplicio, porque claro, tengo que estar haciendo malabares. Nunca me he caracterizado por mi estabilidad en un probador. Esto se complica si es una cabina estrecha. Todo un espectáculo.

Ser zurdo, asimétrico y retrón es todo un pack de incomodidades. Por ejemplo yo soy fotógrafo. ¿Dónde está el botón de disparo? Correcto, en la derecha. Qué hace alguien como yo? Pues de nuevo malabares. Cojo la cámara de la manera que puedo. ¿Para cuando una cámara para zurdos? Es más, ¿Para cuándo una cámara de la que no dependa la lateralidad? Son cuestiones que uno no se plantea hasta que le pasan.

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