Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Déjame entrar

Fotograma de Language Love

Anita Botwin

Me gusta. Me lleva gustando desde hace años. Él no lo sabe. Porque nunca se lo he dicho tampoco y eso es un pequeño detalle a tener en cuenta.

Le veo de lejos, trato de leer sus labios, y en general me interesa las cosas que le cuenta a otras personas. Sonríe a menudo y el resto de sus amigos ríen con él. Es hermoso y parece sensible. Hubo un día que defendió a un chaval que estaba en problemas. Yo estaba ahí en un rincón, como siempre, mirando cómo reaccionaba. Pero él no me veía. Hice un gesto de aprobación queriendo pensar que él podía entenderme. Pasó a mi lado casi rozándome y pude sentir su olor. Los olores son como los sonidos, no hay uno igual que otro -aunque yo nunca haya oído nada-. Una mezcla de sudor y algodón, con colonia agradable... No se me asusten. No siento un amor descontrolado por él, un amor alocado ni tóxico en plan Crepúsculo. Tan sólo me gustaría conocerle más allá de lo que pueden ver mis ojos.

Hubo un día que su padre fue a recogerle en coche, y nada más verle le dio una bofetada. Yo estaba a unos metros y no pude hacer nada. En esos momentos me hubiera gustado gritar, o ir hacia él y abrazarle… pero habría pensado que estoy loca. Como han pensado tantas veces de mí. Pareciera que lo llevara escrito en la frente.

En casa me entienden. Todos han aprendido el lenguaje de signos y es más sencillo, aunque no siempre es así. No dejo de tener un sentimiento de culpabilidad por el hecho de que tengan que adaptarse siempre a mis necesidades. Ellos lo hacen encantados, dicen, pero yo siento tantísimo haber nacido así… no poder compartir con ellos todo cuanto siento o no escuchar todo lo que tienen que decirme. Yo les siento cerca, les acaricio, les huelo… puedo saber por su olor o sus gestos cómo se sienten. Pero casi siempre me encuentro sola conmigo misma y mis pensamientos. Trato de imaginar lo que sería poder hablar con ellos, y con él. Intercambiar nuestras partes más íntimas, compartir confesiones y anécdotas divertidas. Como cualquier otra persona. Pero yo nací sordomuda, y las reglas del juego son otras.

Para final de curso prepararon una canción que hablaba sobre los valores y los derechos humanos. Obviamente yo no podía cantarla, pero sí ayudé a escribir la letra. Fue emocionante. Podía formar parte de los ensayos, y veía los rostros de mis compañeros gesticulando cantando lo que yo había escrito. Al mismo tiempo, era extraño ver las emociones en sus caras cuando a mí no me llegaba nada más que una imagen acompañada de nada más. ¿Cómo es la voz?, ¿cómo son las cosas que desconocemos? Cuántas veces me he hecho esas preguntas. Él me miró un par de veces, pero no fue más que una casualidad. ¿Quién querría estar con una sordomuda? seguro que se avergonzaría de mí cuando me presentara a otras personas. ¿Qué podría decirles? Me gustaría hablarles de lo que hago, de mis hobbies, de mi familia y de mi vida en general.

Mi amiga A.D. me anima a acercarme a él, guiñarle un ojo o acariciar su mano. ¡Cómo si fuera tan fácil! Ella dice que puede ser mi celestina si lo deseo. Al fin y al cabo así es como funcionan a veces las cosas, para algo se habrán inventado esos chats de búsqueda de pareja. Pero eso no va conmigo. Quiero acercarme a él y preguntarle si quiere tomar algo, si le gusta el cine, cuál es su director favorito, cuál es su sabor preferido o su equipo de fútbol. Por eso le escribo esta carta, para explicarle lo que siento. La próxima vez que me veas podemos intentar ser amigos. Si tú quieres. Yo puedo enseñarte el lenguaje de signos y tú puedes enseñarme tu mundo. Déjame entrar, tan sólo, déjame entrar.

Yo sólo soy una parte invisible entre todas las demás de este mundo. Esta es una carta que le escribo a él, a ella y a todas las personas que no nos perciben. Estamos aquí, podemos amar y también merecemos ser amados. Tomad nuestras manos, nosotros intentamos adaptarnos a vuestro mundo, vosotros podéis hacer lo mismo.

PD. Tarantino es mi favorito y me encantan las tartas de chocolate.

*Este escrito es una carta ficticia basada en hechos que podrían ser reales.

Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Etiquetas
stats