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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Frida, el dolor transformado

Frida Kahlo

Mariano Cuesta

Tenía unos dieciséis años cuando, por primera vez, vi un cuadro que me dejó con la boca abierta. Era un retrato de una mujer semidesnuda, con unas tiras blancas en el que se dejaba ver, a cuerpo abierto, una columna arquitectónica que sustituía a la habitual de huesos. Y además, su cuerpo estaba lleno de tachuelas clavadas en diferentes partes del cuerpo sin sangrar. En mi vida ha habido artistas con los que he conectado porque me sentía reflejado en ellos. Uno es Kakfa y la otra es Frida. De Kafka ya he hablado muchas veces aquí, sobre su proceso mental, sus preocupaciones, sus conflictos vitales y familiares, pero creo que no he hablado de Frida y lo que supuso para mí.

Con ciertas edades el arte es algo alejado, ajeno, distante a la vida que uno suele llevar habitualmente. Son cosas de mayores, o de personas antiguas… Pero cuando hay algo con lo que conectas da igual. Se adentra en tus entrañas y ya no te suelta. Y eso es lo que me pasó con esta pintura mexicana.

Lo primero que aprendí es que había que tener mucho valor para hacer lo que ella hizo: enfrentar sus miedos, de una manera artística, sí, pero enfrentarlos. Ponerles cara, reconocerse en ellos, no evitar el dolor y el sufrimiento sino hacerlos parte de uno, integrarlo. Y eso cuesta mucho. Cuesta mucho porque la primera reacción es la incredulidad y la negación que, conforme va pasando el tiempo. Pero se trata de ella. De una mujer que, por encima de sus desgracias personales y físicas supo entender su dolor y transformarlo en arte. Y eso para mí le confiere un gran valor porque el el arte, en cierto modo, es una especie de lenguaje universal que ayuda a conectarnos con otras partes del mundo de manera distinta a como se suele hacer.

El imaginario de Frida Kahlo es tan personal como rico, es tan colorido como descorazonador, está tan lleno de contrastes y contradicciones que no puede sino surgir un diálogo tremendo entre sus pinturas y su forma de ser. Es un continuo contraste entre la belleza y el dolor.

Hace dos días, gracias a Silvia por recordármelo, se celebró el aniversario de su nacimiento y es imprescindible recordar su figura, retomada años después por el feminismo, por todo lo que ha significado a lo largo de estos años. Una lucha feroz contra un sistema económico dañino, la lucha por salir adelante a pesar de las dificultades, la asunción de su fragilidad física como parte inevitable de su existencia y a la vez la capacidad de transformar el sufrimiento y el dolor en algo bello y a la vez impactante. Impactante en el sentido de bofetón de realidad para aquellos que viven en un mundo feliz. Ella también forma parte del mundo, todos los que tenemos una discapacidad formamos parte de él, que no se nos olvide. El relato siempre lo escriben los que son mayoría. Pero nosotros estamos aquí para dar guerra, para explicar que la diversidad es necesaria y que del dolor, a pesar de todo, se pueden sacar cosas que nos conecten los unos con los otros.

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