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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

TFG

El truco del manco

Mariano Cuesta

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Hablar sobre discapacidad cada día es más común, pero aún no hemos llegado, en lineas generales, a analizar en profundidad la imagen que se tiene de la discapacidad en las pantallas. Creo que durante mucho tiempo las personas con discapacidad hemos estado en un foco erróneo, éramos los frikis, los raros, el espectáculo. Conforme hemos ido avanzando se ha ido centrando la visión en el drama que supone la discapacidad y se han hecho grandes y dramáticas películas, que ahondaban en la psicología de personajes.

Cuando pienso en la discapacidad como un todo compacto empiezo a tener serios problemas, porque claro, ¿qué consideramos discapacidad? ¿Es congénita, sobrevenida? ¿Es física, sensorial, intelectual? Y empiezas a ver miles de matices, miles de cosas, y se empieza a complicar la investigación y tienes que acotar. Porque no es lo mismo. Y entonces empiezas a seleccionar películas de diferentes nacionalidades, con diferentes tipos de discapacidad y tienes un corpus de trabajo inmenso.

Acotar, acotar es importante. Es importante porque no se trata de ver las cosas en general, se trata de estudiarlas, de diseccionarlas, de analizarlas. De tal manera que para ello hay que hacer una buena selección para explicar nuestro trabajo. 

Siempre que he hablado sobre discapacidad en cine he intentado comentar desde una perspectiva crítica las películas que he ido analizando. Considero que la crítica es fundamental para una acertada representación de nuestra imagen en los medios de comunicación y, más concretamente, en la ficción. Hay películas que a pesar de que no sean cinematográficamente muy brillantes sí que dan una visión completa y con matices de lo que es la discapacidad. Que son capaces de reírse de sí mismos, de normalizar la discapacidad desde la normalidad y asumiendo que nos podemos reír de nosotros mismos. 

Es muy curioso cómo, por lo que he podido observar recogiendo la muestra, hay dos grupos claramente diferenciados a la hora de tratar la discapacidad. Uno la comedia golfa, donde todo es un desmadre y donde todo es burla en general. El otro polo es el drama, rozando la tragedia. Nos gusta el sufrimiento. No concebimos que las personas con discapacidad puedan ser personajes con matices, es decir: ¿dónde están los personajes que no se ríen de su discapacidad pero que tampoco la sufren de manera atroz? Sobre la segunda opción he visto muchísimas películas y ejerce un efecto muy curioso. Por un lado, nos hace sufrir y nos pone en la piel de las mayores tragedias, pero en definitiva sabemos que es ficción, en la mayoría de los casos, y por otro lado nos libera que acabe la historia, volver a nuestra vida cotidiana donde no hay tanto sufrimiento, donde resulta que no hay esa preocupación, por lo general. 

Nos gustan los arquetipos, sabemos qué podemos esperar de ellos, cumplen nuestras expectativas, nos sitúan en la zona de confort y nos hacen transitar por caminos conocidos. Pero a mí lo que me gustaría es que desaparecieran esos arquetipos, que los personajes fueran incómodos, que por un lado nos enamoraran y por otro los odiáramos a partes iguales. Como dicen en “Tres bodas de más” cuando aparece una chica en silla de ruedas dando órdenes y siendo muy desagradables…

– Menuda zorra…– Pero si va en silla de ruedas…

– Sí, es una zorra en silla de ruedas. 

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