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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Una caja de pizza

Cajas de pizza

Mariano Cuesta

Si pensamos en una caja de pizza lo tenemos claro: cuadrada, de cartón, con colores más o menos llamativos, con las letras de la empresa que los fabrica. Sirve para guardar la pizza y ocupa bastante sitio cuando esta se acaba. Recuerdo un meme que anda circulando por ahí sobre un tipo que llama preocupado a una pizzería diciendo que le han mandado sólo la masa y el operador de la pizzería le dice que no se preocupe que rápidamente le mandan otra. Justo en ese momento el tipo se da cuenta de que ha abierto la caja por el otro lado. 

Con las personas con discapacidad pasa lo mismo. Cuando pones en la mesa a la persona con discapacidad automáticamente te viene a la cabeza la silla de ruedas, una persona que no puede hacer su vida normal y automáticamente el comentario de “¡pobrecito!” Y claro, cuando hay personas que se escapan a esa “definición” empiezan los “problemas”. –Pues yo no veo que tengas ninguna discapacidad, lo puedes hacer todo. –Pues yo creo que te aprovechas porque eres como otro cualquiera. Y así. Por que estamos destinados a estar en una silla de ruedas, a depender de familiares u otros, a ser carne de expresiones de lástima y de compasión. Como la caja de pizza, para el resto, somos un mero arquetipo y de eso se trata, de desmontar la imagen que tienen de nosotros. Una buena manera de hacerlo es acercándose a nosotros, las personas con discapacidad. A mí me encanta que me pregunten sobre ello porque se ve claramente la intención que hay detrás de las preguntas que te hacen. 

Porque no nos engañemos, hay gente que sólo le importa el morbo de saber qué pasó. Qué fue eso tan horrible que hizo que tu vida y regodearse en esa mezcla de compasión y superioridad tan común, tristemente, en estos tiempos que corren. 

Lo mejor de que la gente tenga prejuicios es poder romperlos con la mayor naturalidad posible, porque estos, si bien sirven para economizar recursos en la supervivencia, a veces te dan un vuelco y te hacen recalcular tus planteamientos. 

Estaría bien que las cajas de pizza fueran redondas algún día, o hexagonales, o a saber… pero que dejaran de ser cuadradas para que no esperáramos de nuevo una caja que ya sabemos cómo es. Aunque es verdad que nos gustan las cosas que ya conocemos, nos hacen sentir en el hogar. Pero tendemos mucho a eso y solemos perdernos grandes cosas, grandes personas. Todo por ir con el piloto automático puesto. Por dejar de ver la belleza, por dejar de sorprendernos con las cosas que existen ahí fuera.

Es preciso que sepamos ver la caja de pizza de otra manera, que se nos olvide cómo era, que nos asombremos y nos acerquemos a cada cosa con la inocencia y la naturalidad de un niño, sin prejuicios, sin dobles intenciones. Con cuidado y atención. Sólo así podremos hacer una sociedad mejor y fuera de los estereotipos.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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