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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

¿Qué es un incapaz?

El Teléfono Rojo.

Nuria del Saz

No me considero radical de la terminología, cuando hablamos de discapacidad. Quiero decir que, por lo general, no soy quisquillosa y, lo mismo me da, que me da lo mismo, que a una persona que no puede ver con los ojos le llamen “invidente” o “ciego” o que tampoco me estremezco cuando alguien dice la palabra “cojo”. Depende del contexto. Aparte de que hay que tomar en consideración no solo la palabra en cuestión, sino también el emisor del vocablo. Asumo que alguien de edad, que ha crecido dentro de otro paradigma, se refiera a las personas con discapacidad intelectual como “subnormales”, aunque me piten los oídos como una cafetera a punto de explotar. Esto lo viví no hace mucho en la portería de un colegio. Pero sí me pongo en jarras si el que lo dice es alguien que ya ha nacido en este siglo, con formación e ilustración suficientes para no meter la pata de esa manera. Ni de broma, porque de forma jocosa se dicen verdaderas burradas y, al final, se falta al respeto.

Estos días, dado que me caducó el documento nacional de identidad y que mis retoños aún no lo tenían, estuve informándome sobre los procedimientos correspondientes para la primera expedición del carnet.

Me puse en contacto con el teléfono de Atención al Ciudadano, 060, al que hay que llamar para obtener cita previa. Como presuponía una suerte de vericuetos pregrabados, antes de llegar a la opción que me permitiera conseguir la cita previa, me aposenté bien en la silla giratoria, dispuesta a dejarme guiar por las distintas opciones hasta encontrar la que mejor encajara con lo que necesitaba, que era –por si no lo había dicho aún- cita previa para poner al día nuestros documentos nacionales de identidad. Marco, pues.

Escucho atentamente la voz del menú grabado. Pulso la opción nº 1 para renovar y me vuelve a dar dos opciones:

1 Si desea cita para renovar diga o pulse 1.

2 Si desea cita para un incapaz, para varias personas o para solicitar su primer DNI, diga o pulse 2.

¿Incapaz? ¿Ha dicho incapaz? ¿En serio ha dicho incapaz?

¿Pero qué es un incapaz?

“Soy incapaz de trasnochar tanto desde que tenemos hijos…”

“Soy incapaz de decirle a mi jefe lo que realmente pienso de él…”

“Soy incapaz de ponerme tacones a diario…”

Soy incapaz de zamparme el último cachito de pastel sabiendo lo que le gusta a mi niña…“ (Vale, aquí he forzado el ejemplo un poco).

Sé a lo que se refiere la grabación con ese “incapaz”, por supuesto. ¿Pero es necesario que se diga así desde un servicio público.

Menudo respingo di en la silla.

El que redactó los textos de la grabación no estuvo excesivamente inspirado aquel día y, por lo que parece, tampoco le echó un ojillo a los manuales de estilo acerca del tratamiento no discriminatorio y no sexista en la redacción de documentos públicos que pululan por los organismos oficiales, que se precian de ser modernos. Es lo que se lleva y probablemente sea necesario el exceso.

Como tal, en el DRAE, “incapaz” del Latín incapax –acis, en su cuarta acepción habla, efectivamente y expresamente, del que no tiene cumplida personalidad para actos civiles o que carece de aptitud legal para algo determinado.

El uso es correcto, ya digo. Pero en la era del lenguaje inclusivo, no discriminatorio, etc. etc.… a mí no me pega. Por ello, consigné al principio que las palabras en sí mismo no hieren, sino la intencionalidad con las que se profieren y hay que tener en cuenta el emisor que las emplea.

No sufran. No había intención de molestar. Solo que de haber podido, habría dejado un emoji con los ojos vueltos como réplica. Pero la palabrita se las trae. Además, es sumamente sencillo remediarlo.

Desde aquí proponemos cambiar “si es usted un incapaz” por “Si es usted una persona con una incapacidad reconocida…”.

Cordialmente,

Nuria del Saz

PD. Les ahorro la llamada. Pulsen

aquí

y juzguen por sí mismos.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

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