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550 días sin fecha para operarse en el peor pico de las listas de espera

Listas de espera

Sofía Pérez Mendoza / Victòria Oliveres / Ana Ordaz

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Francisco Castillo, de 43 años, entró en la lista para operarse de la cadera en octubre de 2020. Todavía no había vacunas contra la COVID-19 y los hospitales estaban paralizados. 550 días después sigue esperando la llamada del hospital. Es una de las 706.740 personas que aguardan una intervención en la sanidad pública en España, el peor dato de toda la serie histórica, que arrancó en 2003.

Sus articulaciones están viejas y desgastadas. Nadie diría que esa artrosis corresponde a su edad y el avance se revela imparable. Una operación, cuenta entre la resignación y el enfado, mejoraría mucho su calidad de vida: “Tiro por la mañana después de tomarme la medicación más fuerte pero al llegar la tarde tengo que tumbarme en la cama. Si me operaran podría hacer cosas que ahora no puedo como caminar más, montar en bici o nadar, dentro de lo que me permitiera el dolor”.

La espera es doble porque en diciembre de 2020 entró en la lista para otra intervención en la rodilla. Entre tanto, no tiene ningún apoyo de rehabilitación para sobrellevar mejor el día a día. Su médico le derivó hace ahora dos años y medio, pero nunca ha recibido la llamada para comenzar las sesiones, cuenta a elDiario.es, desde La Roda (Albacete). Tiene una incapacidad temporal permanente después de que en su último trabajo le despidieran durante la baja médica. En el centro de especialidades le han dicho, prosigue, que ahora están empezando a llamar a los pacientes pendientes de intervención desde principios de 2020. En noviembre rechazó una derivación a la privada porque ya le operaron la otra cadera y quedó, dice, descontento con el resultado. Continúan los dolores.

La pandemia rompió el sistema sanitario y alteró los flujos de pacientes que entraban en él. Las listas de espera –la quirúrgica pero también la de consultas con el especialista– se quedaron como “agua embalsada”, dicen los expertos. No entraban ni salían pacientes, y los que estaban, veían crecer y crecer la demora porque las operaciones programadas estaban paradas. La media de días de espera llegó a escalar hasta los 170 días en junio de 2020. Los últimos datos, de diciembre de 2021, la sitúan en 123, una cifra similar a la de dos años antes, lo que hace ver que la situación empieza a normalizarse.

El efecto pandémico es un poco paradójico porque, mientras subía la espera, el número total de pacientes en lista se redujo durante 2020 y parte de 2021. Ahora, con la vuelta a normalidad, es natural que suba. “La lista disminuía no porque fuera mejor sino porque los pacientes ni siquiera podían acceder a una primera consulta con el especialista, o más, con Atención Primaria. Esto nos permite entender los datos, pero siguen siendo malos, estamos en niveles muy altos”, expresa Beatriz González, catedrática de Economía en la Universidad de Las Palmas y presidenta de la Sección de Economía de la Salud Pública de la European Association of Public Health (EUPHA).

Para medir cuánto de bien o de mal está la situación hay que fijarse en tres variables: cuánta gente hay esperando, cuántos días esperan y cuántos pacientes esperan más de seis meses.



“Muchos titulares han señalado que estamos en el dato más amplio de pacientes que están esperando pero la cifra se parece mucho a la de 2019, de alguna manera el otro titular posible es que volvemos a la vieja normalidad, que era bastante cuestionable”, sostiene José Ramón Repullo, profesor de Planificación Sanitaria y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad.



Antes de la pandemia las cosas iban mal

Los tiempos de espera no han dejado de empeorar en los últimos años. A finales de 2003, cuando empezaron a ofrecerse datos homogéneos de listas, había 436.000 pacientes aguardando una operación. Ahora son casi 707.000. “Decir que volvemos a niveles prepandemia no es bueno. Hacerte esperar tres meses en una primera consulta significa que tardan dos años en resolverte el problema. Es un disparate, equivale a decir que no hay cobertura”, manifiesta González.

El problema no solo está en las cirugías sino que es longitudinal y empieza por la base, la Atención Primaria. Los últimos datos muestran un récord en el volumen de pacientes esperando a que les vea un médico especialista: son 77,2 por cada 1.000 habitantes, de los cuales más de la mitad (40) pasan más de dos meses hasta que acuden a la consulta. Se miden en una lista separada aunque todo forma parte del mismo sistema y los pacientes saltan de una a la otra. “Si miras de verdad cuánto has esperado desde que vas con un dolor de estómago al centro de salud hasta que te operan, los datos son tremendos”, valora la catedrática de la Universidad de Las Palmas.



Lorena, de 31 años, se lesionó la rodilla en diciembre y acudió al médico con sospechas de que tenía el ligamento roto. Lo que siguió fue relativamente rápido: en febrero se estaba haciendo una resonancia para confirmarlo. Sin embargo, la primera cita con el traumatólogo se la dieron en mayo. Tras la larga espera, ni siquiera llegó a ir porque tres días antes de la consulta recibió una llamada de su centro de especialidades, en el sur de Madrid. La cita había quedado anulada.

"Me dijeron que el médico no estaba, que habían cancelado a todos los pacientes de esa jornada y que no podían darme otra cita hasta el año que viene"

Lorena, paciente de 31 años con el ligamento roto

“Me dijeron que el médico no estaba, que habían cancelado a todos los pacientes de esa jornada y que no podían darme otra cita hasta el año que viene”, relata al otro lado del teléfono. La operadora le invitó a poner una reclamación y aseguró que “estaba todo fatal”. “Ya no es que tengas que esperar para que te operen, si llega el caso, es que no sé ni siquiera el resultado de la prueba”, lamenta. Al final, la suma de circunstancias le empujaron a aceptar el seguro privado de su empresa. “Nunca quise hacerlo por ideales, admite, pero estoy viendo que la pública no funciona para el especialista y eso me frustra y me enfada”. Traumatología es la especialidad que concentra esperas más largas (101 días), seguida de neurología (100) y dermatología (92).



El Ministerio de Sanidad ofrece datos de listas de espera dos veces al año: son dos fotografías fijas de cómo está la situación a 30 de junio y a 31 de diciembre. La última estadística corresponde al último mes de 2021, por lo que ahora podría haber cambiado ligeramente. En las listas no se incluyen especialidades como oncología.

¿La situación puede empeorar? Dependerá de cómo evolucione la pandemia, sostienen los expertos. Si hubiera que volver a abrir plantas COVID-19 y paralizar servicios, el resto de la actividad se vería afectada, como ha pasado con otras olas, y eso volvería a retrasar citas y operaciones impidiendo a los pacientes salir de la lista. También está por ver cuánto puede aumentar la demanda por los retrasos diagnósticos y posibles agravamientos de enfermedades.

Por comunidades, Cantabria, Extremadura y La Rioja son las que más pacientes acumulan en espera quirúrgica -23 por cada 100.000 habitantes- mientras en el otro extremo se encuentran Euskadi, Comunitat Valenciana y Madrid, todas con una tasa por debajo de 11. Los habitantes que más esperan para ser operados son los aragoneses (183 días), seguidos de los catalanes (156). Los que menos, los vascos y los madrileños, por debajo de 75. Y para consultas, Andalucía, Navarra y Asturias están a la cabeza en volumen de personas esperando, aunque donde más tiempo se aguarda es en Aragón (180 días) y en Canarias (118).

Las especialidades que operan más rápido son oftalmología y cirugía cardiaca, con 81 días de media de espera, mientras en las que acumulan mayores demoras son cirugía plástica (252 días) y neurocirugía (197).



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