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“Estáis defendiendo los derechos de Dios, la verdad de Cristo y el orden natural de Dios”

Alumnos del Colegio-Escolanía del Valle de los Caídos, junto a la tumbra de Franco, filmados en el documental 'A la sombra de la cruz', de Alessandro Pugno.

Patricia Rafael

“Se oye hablar mucho del cambio climático y de que hay un calentamiento global ¿verdad? Y hace unos días hemos pasado bastante frío, ¿verdad? Hace poco también hemos descubierto que un científico que hablaba del cambio climático estaba exagerando los datos […] Pasa que el mundo actual habla de calentamiento global pero hay frío en las almas. El mundo actual está construido muchas veces sobre mentiras, falacias. Si se le tiene asustado mejor, porque así se olvida de otros problemas reales como que hay cuatro millones de parados y que hay otros muchos problemas”.

El que habla es uno de los monjes de la abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos y se dirige a los alumnos, de entre 9 y 14 años, que cada año estudian en regimen de internado, becados por Patrimonio Nacional, en el Colegio-Escolanía de Santo Domingo de Silos. El centro, de titularidad privada y dirigido por los propios monjes, forma parte de la abadía, situada tras la basílica donde está enterrado el dictador Francisco Franco.

Esa escena forma parte del documental A la sombra de la Cruz, dirigido por el italiano Alessandro Pugno, que se estrenó por primera vez en España en febrero durante la octava edición del Festival de Cine Documental de Navarra Punto de Vista, y que da cuenta de la vida en el colegio. En el centro, que funciona desde 1958, cuando en plena dictadura franquista también se terminó de construir la basílica y el monumento del Valle de los Caídos, estudian poco más de 40 niños. Cursan Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria.

Todos ellos disfrutan de las becas que cada año subvenciona Patrimonio Nacional, una institución pública que depende del Ministerio de la Presidencia, y que es la encargada de administrar el monumento del Valle de los Caídos, incluida la abadía, así como los ocho palacios reales que hay en España, y 13 monasterios y conventos, entre otros inmuebles. Según señalan desde Patrimonio Nacional, la abadía recibe anualmente 340.000 euros para “el colegio, la escolanía y las becas, que los monjes reparten como ellos estiman conveniente”.

En otro momento de la película, en el que aparecen tres estudiantes en una clase, un monje imparte la lección: “Esparta era la ciudad en la que el Estado lo dominaba todo. A los siete años los niños eran apartados de sus familias y el Estado se encargaba de su educación. Platón era un gran filósofo de la antigüedad pero él destruye a la familia. En el Estado de Platón no hay familia. Los padres y los hijos no se conocen entre sí y el Estado es un todo absoluto que domina la educación de los niños. Los está educando en sus esquemas”.

El profesor continúa con la clase y señala que este “esquema” también se ha dado en el siglo XX y pone como ejemplo el sistema comunista de la antigua Unión Soviética, “el nacionalcatolicismo” de Hitler en Alemania, la Camboya de Pol Pot, y China, “que es completo”.

A continuación pregunta a los alumnos si creen “que esta tendencia también se da en las sociedades occidentales, en España”. Uno responde que sí, “aunque no de forma tan radical”. El monje replica que “efectivamente, frente a este peligro de intromisión del Estado en la vida de las familias y de arrebatarles el derecho a la educación de los hijos es para lo que la Iglesia defiende el principio de subsidiariedad”. Un principio por el que la Iglesia rechaza, por ejemplo, que el Estado pueda legislar sobre la educación de lo hijos, y que se esgrimió para rechazar que se impartiera la asignatura de Educación para la Ciudadanía en las escuelas.

En este curso hay 44 alumnos en el colegio. Según se explica en la página web –tras repetidas llamadas y correos electrónicos fue imposible recabar alguna respuesta de los responsables del centro por encontrarse de “ejercicios espirituales”–, el colegio ofrece una “buena educación humana y cristiana, junto a una personalizada formación académica y musical”. Cada día los niños se levantan a las siete y media y antes de comenzar las clases acuden a rezar a la capilla “y a confesarse quienes lo deseen”. A las 11 de la mañana cantan la misa en la basílica.

En el documental se puede ver cómo cada día los menores hacen cola frente al altar, a ambos lados de la tumba de Franco, para comulgar. El resto del día se reparte entre clases y estudios académicos y de música, y tiempo de recreo. Tras la cena, a las ocho y media, los escolares rezan de nuevo en la capilla, y otra vez, quienes así lo deseen se confiesan. Se duchan, hablan con sus padres por teléfono y se acuestan.

En otra escena de la película, producida por Antonio Saura, un monje habla con un niño. Le dice que cuando hable con “el Señor” que le pregunte qué quiere de él, y pone ejemplos: “¿Qué quiere de ti ahora o en el futuro? Si es que formes una familia, o que seas sacerdote o monje. Se lo preguntas todos los días. Y suponemos que quieres ser monje, ¿estarías dispuesto a ser monje y quedarte aquí? No por darnos gusto a nosotros, no porque simplemente te guste desde el punto de vista material, sino porque te gusta el Señor [sic]”. El niño asiente muy sonriente. La conversación prosigue y luego el monje le pide al alumno que dedique una parte de sus rezos diarios a “las mujeres que quieren abortar para que desistan de sus propósitos”.

El director de la película, Alessandro Pugno, explica en conversación con este diario que la escena forma parte del “asesoramiento espiritual” que cada sábado reciben los internos. Desde Patrimonio Nacional rechazan entrar a evaluar el funcionamiento del colegio así como las afirmaciones que los monjes hacen a los alumnos, a pesar de que cada año el centro recibe una subvención para el funcionamiento de esta institución pública.

Se da el caso de que alguno de los monjes ha sido antiguo alumno, y precisamente en la película aparecen dos postulantes que toman los hábitos. Pugno comenta que una de las preocupaciones de los frailes es que los niños pierdan sus vocaciones cuando dejan el colegio –a los 14 años, que coincide normalmente con el cambio de voz– y hasta que puedan regresar como postulantes a los 18.

Por ello, explica el director, barajan la ampliación de las instalaciones para que los chicos puedan seguir estudiando allí y no tengan que abandonar el colegio. En la página web explican que se ha habilitado una nueva zona en el colegio “dentro de la previsión de una posible ampliación de cursos. Los escolanos que manifiesten más adelante un deseo o una apertura a poder pasar al noviciado de la Abadía cuando terminen sus estudios, habitarían en una zona orientada a poner los fundamentos para la vida monástica.”

Cada año por estas fechas, varios monjes recorren colegios y catequesis de varias provincias españolas. Les hacen pruebas de canto y los que tienen mejores dotes son invitados a pasar un fin de semana en el colegio para que los conozcan. Si aprueban una serie de exámenes académicos, finalmente les ofrecen estudiar en el centro. Pugno, que conoció a algunas de las familias, señala que la mayoría son de clase media y habitualmente numerosas.

“Aquí se concentra todo, es algo que estamos viviendo en España y en Europa, pero en España vamos de avanzadilla”, dice en otro momento del documental un monje a los niños mientras están todos en la capilla. “Se están haciendo unas leyes [la película se rodó a finales de 2010 y principios de 2011, mientras el PSOE estaba en el Gobierno] que a lo que aspiran en último extremo ya no es solo a limitar los derechos de la Iglesia Católica, sino a cambiar el orden natural que Dios ha dado al mundo”. Todos los niños escuchan atentos mientras el monje finaliza: “Estáis defendiendo los derechos de Dios, la verdad de Cristo y el orden natural que Dios ha querido dar al mundo y que es bueno para el hombre”.

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