De Bolonia a Salamanca: 30 años de simbiosis entre Universidad y sociedad

El Octavo Centenario de la fundación de la Universidad de Salamanca vive esta semana un nuevo acontecimiento con la celebración de la trigésima asamblea de la Magna Charta Universitatum, un histórico documento que encarna la simbiosis entre las instituciones académicas y la sociedad.

Con el lema “Valores universitarios en un mundo cambiante”, más de 250 rectores de unos 50 países de cuatro continentes darán color, pero sobre todo debate, a unas jornadas que arrancarán el lunes con varias ponencias y conferencias y que culminarán el martes con la adhesión de setenta nuevas universidades a la Magna Charta, redactada en 1988 en Bolonia (Italia).

Entonces fueron 388 universidades las que firmaron el documento y desde aquel momento se han producido más de 400 incorporaciones a este espíritu de consideración de las universidades como factorías del talento.

Treinta años de recorrido para un documento que se prevé modificar y actualizar con las reflexiones que surjan en Salamanca, para incorporar cuestiones como los objetivos globales de desarrollo sostenible y los avances en materia tecnológica, como herramienta básica para la docencia y la investigación.

Los reyes de España han anunciado su presencia en la jornada del martes, que culminará con un gran cortejo de los participantes por el centro de la ciudad, ataviados de sus tradicionales vestimentas, a semejanza de lo sucedido hace un siglo en Salamanca, cuando se conmemoraron los siete siglos de vida de la Universidad más antigua de España.

La Magna Charta, en diez frases.

Auténticas universidades: El documento consta de un preámbulo que destaca por las apelaciones a que el porvenir de la humanidad “depende en gran medida del desarrollo cultural, científico y técnico, que se forja en los centros de cultura, de conocimiento y de investigación en que se han convertido las auténticas universidades”.

Grandes equilibrios: “La universidad debe asegurar a las futuras generaciones la educación y la formación necesarias que contribuyan al respeto de los grandes equilibrios del entorno natural y de la vida”, continúa.

Presente y futuro: Por ello, los firmantes se dirigen a los Estados para plantear “los principios fundamentales que deben sustentar en el presente y en el futuro la vocación de la universidad”.

Institución autónoma y crítica: “La universidad es una institución autónoma que, de manera crítica, produce y transmite la cultura por medio de la investigación y de la enseñanza”.

Actividad investigadora: “La actividad docente es indisociable de la actividad investigadora, a fin de que la enseñanza sea igualmente capaz de seguir la evolución tanto de las necesidades y de las exigencias de la sociedad como de los conocimientos científicos”.

Libertad: “Siendo la libertad de investigación, de enseñanza y de formación el principio básico de la vida de las universidades, tanto los poderes públicos como las universidades (...) deben garantizar y promover el respeto a esta exigencia fundamental”.

Lugar de encuentro: “Con el rechazo a la intolerancia y mediante el diálogo permanente, la universidad es un lugar de encuentro privilegiado entre profesores y estudiantes”.

Tradición humanista: “La universidad, depositaria de la tradición del humanismo europeo pero con la constante preocupación de alcanzar el saber universal, ignora toda frontera geográfica o política para asumir su misión y afirma la imperiosa necesidad del conocimiento recíproco y de la interacción de las culturas”.

Recursos económicos: “A fin de preservar la libertad de investigación y de enseñanza, deben facilitarse al conjunto de los miembros de la comunidad universitaria los instrumentos adecuados para su realización”.

Trabajo en red: “Las universidades -especialmente las europeas- consideran el intercambio recíproco de información y de documentación y la multiplicación de iniciativas comunes, como instrumentos fundamentales para el progreso continuado de conocimientos”.