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Bulgaria acoge en medio de críticas a miles de sirios en pésimas condiciones

Bulgaria acoge en medio de críticas a miles de sirios en pésimas condiciones

EFE

Harmanli (Bulgaria) —

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Más de 11.000 refugiados, en su mayoría sirios, llegaron el año pasado a Bulgaria, el país más pobre de la UE, donde pasan el frío invierno balcánico en pésimas condiciones, mientras que la ONU y otros organismos internacionales critican duramente a las autoridades locales.

La abandonada base militar de Harmanli, que solía albergar una división de tanques del ejército búlgaro, acoge desde octubre pasado a 1.700 refugiados, entre ellos 1.200 sirios.

Al comienzo solo había tiendas de campaña, sin agua corriente ni electricidad, que se inundaban cuando llovía.

Las autoridades locales han mejorado las condiciones en las últimas semanas ante la presión internacional y han colocado modestas casas prefabricadas en este campo cercado y vigilado.

Solo en octubre pasado llegaron a Bulgaria unos 3.500 refugiados, tres veces más de los que solían llegar en todo un año.

Las autoridades locales están desbordadas con el registro de inmigrantes y el procesamiento de sus solicitudes de asilo, lo que exige -dice el Gobierno- mantenerlos encerrados.

Mientras tanto, la constante humedad, las malas condiciones sanitarias, la pésima comida y el frío, sobre todo por las noches, pasan factura a los refugiados, muchos de ellos traumatizados por la guerra en Siria y por el peligroso viaje hasta aquí.

“Esto no es digno ni para animales”, se queja sobre la comida Asma Muhamad, una mujer de 40 años que llegó a Harmanli tras naufragar con una patera en la costa turca.

Tras ser salvada por la guardia costera turca y ante la imposibilidad de pasar a Grecia, que ha aumentado sus controles en la frontera desde el verano pasado, la mujer decidió continuar su viaje rumbo a Bulgaria.

“Qué ironía. Escapamos de una guerra y ahora vivimos en Bulgaria en condiciones como si hubiera guerra aquí también”, asegura en unas declaraciones a Efe.

Su vecina, Berevan Safadi, una madre de tres hijos, se queja de que sus niños sufren asma y necesitan medicinas, pero que no le dejan salir del campo para comprarlas en una farmacia.

Ahmed, su marido, se pasa el día dando vueltas por el desolador centro “como un loco” porque no soporta la tensión, explica.

En un modesto hornillo calienta la leche para su bebé en una hojalata de conserva llena de agua, ante la falta de una cacerola.

“Vivimos como animales, peor todavía. Este lugar es como una cárcel”, comenta Mohamad, un joven sirio de 23 años.

Pero aparte de las malas condiciones, los refugiados deben lidiar con la corrupción en la administración del campamento.

Y es que a cambio de dinero los trámites de solicitud de asilo se aceleran y con ello la posibilidad de abandonar el campo cerrado.

Con un soborno de unos 100 dólares los guardias del campamento permiten salidas clandestinas y temporales.

Nadie de la administración del campo Harmanli quiso comentar a Efe los supuestos sobornos y favores a cambio de dinero.

Debido a las malas condiciones y los constantes arrestos de refugiados en Bulgaria, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha instado a los países de la Unión Europea (UE) a no enviar al menos durante tres meses refugiados a Bulgaria.

De acuerdo a la llamada “normativa de Dublín”, los asilados deben ser devueltos siempre al primer país de entrada en la Unión.

A pesar de repetidos llamamientos a las autoridades, los asilados no reciben suficiente comida ni tratamiento médico en Bulgaria, criticó el ACNUR el pasado 3 de enero en Ginebra.

No obstante, un representante del Alto Comisionado de Sofía admite que “las autoridades búlgaras han hecho todo los posible para mejorar las condiciones”, aunque la situación sigue siendo muy mala.

“Si una persona solicita asilo y si no ha cometido delito alguno, no hay razón para ser encerrado”, señala a Efe Roland-Francois Weil, del ACNUR en Bulgaria.

“Es necesario acelerar el registro de las personas para darles documentos y ser trasladados a centros abiertos donde tienen libertad de movimiento”, concluye Weil.

Por su parte, Amnistía Internacional (AI) ha elogiado la postura del Alto Comisionado con respecto al envío de refugiados a Bulgaria.

“Esta posición destaca el trato vergonzoso de los asilados en Bulgaria”, señala AI en su página web.

“En los próximos tres meses, Bulgaria debe dar pasos inmediatos para mejorar estas condiciones deplorables”, exige la organización.

El Gobierno búlgaro, por su parte, insiste en que hace todo lo que puede, mientras se muestra satisfecho de haber evitado más refugiados con una valla a lo largo de la frontera con Turquía.

“Recibimos muchas criticas y presiones (por la valla) pero insisto, fue una decisión correcta levantarla”, aseguró esta semana el ministro del Interior, Tsvetliv Yovchev.

De todas formas, los refugiados que consiguen superarla, en su enorme mayoría no tienen intención de quedarse en Bulgaria.

“Nadie quiere quedarse aquí, todos desean continuar su viaje hacia Europa Occidental”, sobre todo a Alemania, donde muchos tienen ya familiares, asegura uno de los sirios de Harmanli. Vladislav Punchev

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