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Burundi, donde la Biblia apoya el uso de anticonceptivos

Burundi, donde la Biblia apoya el uso de anticonceptivos

EFE

Buyumbura —

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La Biblia apoya “al cien por cien” la planificación familiar: es el mensaje que los protestantes están intentando trasladar a sus fieles en Burundi, donde líderes religiosos de casi todas las confesiones trabajan juntos para impulsar el control voluntario de la natalidad.

Si el santo Job tuvo diez hijos es porque tenía tierras y ganado suficientes para mantenerlos, argumenta el reverendo André Florian Nbasimana, líder protestante en Kayanza, una de las regiones más pobladas de Burundi.

Es el segundo país con mayor densidad demográfica de África (más de 300 habitantes por kilómetro cuadrado) y el tercero más pobre del mundo, un cóctel envenenado para el desarrollo económico de esta pequeña nación enclavada en el corazón del continente.

Con la intención de revertir esta tendencia, el Gobierno burundés y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés) han movilizado a todos los sectores sociales en una apuesta para contener el crecimiento poblacional y mejorar la salud reproductiva.

Políticos, donantes internacionales, líderes tradicionales y religiosos (protestantes y musulmanes) abogan por un cambio de mentalidad en el ciudadano burundés medio que le lleve a pensar que tener seis hijos -la tasa media de fertilidad- es demasiado para la economía familiar y el despegue del país.

Hasta la primera dama de Burundi y pastora protestante, Denise Bucumi Nkurunziza, ha escrito un libro en el que anima a sus compatriotas a abrazar las políticas de planificación familiar impulsadas por el Ejecutivo de su marido, el presidente Pierre Nkurunziza.

“No es fácil -el cambio de mentalidad- por la creencia de algunos burundeses, que piensan que tener muchos niños es una bendición de Dios”, comenta a un grupo de periodistas.

El pastor Nbasimana tampoco ve ninguna contradicción entre estas políticas y la lealtad a Dios: “La Biblia va al encuentro de la planificación familiar. Los escritos santos la sostienen al cien por cien”, asegura.

Puntualiza que da igual que el control de la natalidad se realice por “métodos modernos o naturales”. Éstos últimos son los únicos que apoya -aunque no de forma entusiasta- la Iglesia Católica, la mayoritaria en Burundi con el 80 % de la población, seguida por la protestante (15 %) y la musulmana (5 %).

Los obispos católicos burundeses expresaron, en un mensaje enviado a su Gobierno en diciembre de 2012, su malestar con la estrategia adoptada por las autoridades para concienciar en la utilización de anticonceptivos y atajar la explosión demográfica.

En la misiva, la Iglesia Católica recuerda que solo acepta los “métodos naturales” (abstinencia, coito interrumpido o calendario de fertilidad), y que los anticonceptivos modernos “envilecen a las personas”, “destruyen la familia” y tienen un “carácter abortivo”.

El reverendo protestante de Kayanza defiende los anticonceptivos diciendo que el Nuevo Testamento no los menciona porque “se escribió hace 2.000 años”, y advierte de que los métodos naturales “bloquean de alguna forma la afección entre el hombre y la mujer”.

“Si haces abstinencia, no puedes disfrutar. San Pablo decía que era importante gozar de buenas relaciones. En Kayanza, el 67 % de las parejas que se han separado, lo han hecho por problemas sexuales”, añade.

Según el Génesis, ilustra Nbasimana, “Dios crea todas las cosas en cinco días, y el sexto crea al hombre. Ha puesto el hombre después de poner todo lo que era necesario”.

Y en Burundi, país de un minifundismo extremo y sostenido al 90 % por la agricultura, a menudo falta lo esencial: terrenos lo suficientemente grandes como para alimentar a todos los miembros de la familia que la cultiva.

“Los problemas que tenemos en Kayanza -continúa- no son los mismos que tienen los católicos en Roma. Tenemos que mirar a nuestro alrededor y pensar como gente de Kayanza”.

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