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Engaños e ilusiones ópticas para evitar ser zampado

Engaños e ilusiones ópticas para evitar ser zampado

EFE

Madrid —

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Entender cómo se camufla un animal ayuda a entender los mecanismos neurológicos que emplea el sistema visual para generar imágenes y, desde principios del siglo XX, interesa a artistas, naturalistas y militares por motivos muy distintos.

Desde niño, el oftalmólogo del Hospital Universitario del Henares (Madrid) Julio González Martín-Moro siente atracción por los trucos ópticos de las especies animales, cuyo estudio ayuda a desentrañar cómo el cerebro humano procesa las imágenes, explica en una entrevista con EFE.

Además de esta búsqueda de conocimiento, las aplicaciones del camuflaje se han limitado hasta el momento al campo militar.

Aunque Darwin realizó alguna referencia al tema, lo cierto es que la primera aproximación científica al problema la hizo el pintor y naturalista Abbot Thayer (EEUU, 1849-1921), explica el médico.

Fue el primero en describir la razón por la que buena parte de los animales tienen el dorso oscuro y el vientre claro.

De esta manera, la presa anula su sombra y reduce la probabilidad de ser detectada, ya que “todo el sistema visual está diseñado para buscar los bordes de los objetos”.

Funciona como la herramienta de aumentar el contraste de un editor de fotografía: cuando se estimula una célula ganglionar (neuronas retinianas que forman el nervio óptico y conectan el ojo con el cerebro), esa célula estimulada inhibe las ganglionares vecinas. Así se potencia el contraste de la imagen.

Hay muchas ilusiones ópticas que se basan en este mecanismo. Por ejemplo la del tablero de ajedrez en la que dos cuadrados coloreados con el mismo tono de gris toman distinta apariencia en función de que se localicen en una zona iluminada o sombreada.

Para no ser vistos, muchos animales marinos son transparentes, otros cambian de color como las sepias y los hay que incluso se disfrazan usando objetos del entorno -los cangrejos decoradores que insertan en su exoesqueleto elementos del entorno (algas, anémonas o guijarros) para ocultarse-.

Hay tres estrategias especialmente importantes: cripsis, coloración disruptiva y countershading. En el primer caso, el animal intenta fundirse con el medio adoptando una luminancia, color y textura similares a los del entorno, y en el segundo caso divide el cuerpo artificialmente mediante bandas de alto contraste que rivalizan con los bordes reales del animal.

Por último, el mecanismo del countershading (contrasombra) -descrito por Thayer- está presente en gran número de animales y consiste en “intentar anular las sombras porque son una pista monocular importante en la percepción del volumen”, explica el médico del Hospital del Henares.

No es raro que fuera un pintor el primero en intuir este mecanismo, debido a que la sombra es una de las herramientas de la que se vale el sistema visual para otorgar volumen a los objetos, y precisamente es este uno de los elementos más importantes utilizados por los pintores para conseguir que un objeto bidimensional parezca tridimensional.

Thayer se dio cuenta de que muchos animales utilizan este truco a la inversa. Como en la naturaleza la fuente de luz principal es el sol, la parte superior de los objetos queda iluminada, en tanto que la inferior queda en sombra.

Si el animal se colorea a la inversa (lomo oscuro y vientre claro), la sombra queda anulada y el animal se aplana y es más difícil detectarle.

Desde principios de siglo, los mecanismos de camuflaje también interesaron a los gobiernos para aplicarlos en el diseño de los uniformes de los soldados o en las pinturas de los barcos.

Durante la Primera Guerra Mundial, Inglaterra y EEUU decidieron pintar los buques siguiendo patrones geométricos altamente contrastados.

Este diseño recibe el nombre de “motion dazzle”. No se trata de camuflaje en sentido estricto porque no oculta al objeto, pero se cree que dificulta la capacidad del observador para percibir el movimiento (despistar a los torpederos de los barcos alemanes).

De todos modos, añade el oftalmólogo, nunca ha quedado totalmente demostrado si estas técnicas funcionaron y algunos experimentos modernos sugieren que se precisan velocidades altas para que el “motion dazzle” dé resultado

De hecho, al término de la I Guerra Mundial, el almirantazgo inglés analizó el asunto y no llegó a ninguna conclusión.

Lo cierto, afirma González, es que los barcos pintados siguiendo el “motion dazzle” habían sido más atacados que los barcos pintados de forma convencional, pero habían sido menos hundidos“.

La explicación puede ser que los buques “disfrazados” fueron también los de mayor tonelaje, con lo que eran “más fáciles de ver pero más complicados de hundir”, concluye. Marina Segura Ramos

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