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Indonesia celebra el fin del Ramadán en un momento crítico por la COVID-19

EFE/EPA/HOTLI SIMANJUNTAK

EFE

Bangkok/Yakarta —

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Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo, celebra este sábado el fin del Ramadán con inquietud en un momento crítico por el aumento de los casos de COVID-19 y el poco seguimiento de las medidas de distanciamiento físico en algunas ciudades.

Las autoridades han prohibido los tradicionales viajes que realizan los indonesios en estas fechas a sus hogares, salvo con permisos especiales, y promueven el distanciamiento físico para evitar la propagación del nuevo coronavirus, que ha provocado al menos 20.700 contagios y 1.326 muertos.

Sin embargo, en los últimos días se han visto en las redes sociales vídeos con multitudes de personas comprando regalos para sus familiares en centros comerciales, una tradición en la Fiesta del Fin del Ayuno (Aíd al Fitr, en árabe, o Lebaran, en indonesio).

“Este es un momento muy crítico para nosotros”, dijo el miércoles la responsable del comité especial contra la COVID-19, Doni Monardo, según el diario The Jakarta Globe.

Doni advirtió que algunos indonesios se han saltado la prohibición de viajar en estas fechas, lo que supone un riesgo de nuevos contagios.

En la última semana, Indonesia ha registrado el mayor aumento diario de casos del nuevo coronavirus, con 973 detectados solo el miércoles.

El fin del Ramadán, el mes sagrado del ayuno musulmán, es la festividad más importante de Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo con unos 267 millones de habitantes repartidos en 17.000 islas.

Más de la mitad de los indonesios viven en la occidental isla de Java, donde se encuentra la capital, Yakarta, y el epicentro de la COVID-19 en este archipiélago situado en el Sudeste Asiático.

En un país donde la religión tiene una gran importancia en el ámbito social y político, las autoridades han sido muy cautas a la hora de prohibir el rezo en las mezquitas, lo que depende más de los grupos religiosos o autoridades locales.

“El Gobierno no prohíbe el rezo, sino que insta a todas las comunidades religiosas a aumentar la cantidad y calidad de sus rezos. Lo que pedimos, lo que estamos regulando, es que el rezo se lleve a cabo de acuerdo con los protocolos de salud”, señaló el presidente indonesio, Joko Widodo, en un mensaje reciente en su página web.

El presidente también ha pedido que las familias se contacten virtualmente para respetar el distanciamiento físico y hasta varios ministros aparecieron en un vídeo musical para pedir a los indonesios que no viajen para celebrar el Aíd al Fitr.

Incluso la mayor organización musulmana indonesia, Nahdlatul Ulama, pidió a los fieles que no viajen a sus pueblos por el Fin del Ayuno y que recen en casa, mejor que en la mezquita.

No obstante, analistas locales han advertido de que es probable que algunos indonesios se salten la prohibición y se generen nuevos “brotes” del coronavirus.

Indonesia fue uno de los últimos países en la región en reconocer que tenía casos de la COVID-19 y, mientras cerró sus fronteras e implementó algunas medidas como la obligatoriedad de llevar mascarillas en la calle y la clausura de colegios, no ha tomado medidas más estrictas de confinamiento.

Los principales brotes de la COVID-19 aparecieron en febrero y marzo en Java, aunque también en otros lugares como en la isla de Célebes, donde el coronavirus se propagó entre 8.700 peregrinos llegados para un evento religioso que finalmente se canceló.

En las primeras semanas de la pandemia, algunas comunidades locales empezaron a imponer sus propias medidas de distanciamiento físico.

En abril, el Gobierno aprobó una serie de restricciones sociales a gran escala (PSBB, siglas en indonesio), que se aplican en las municipalidades y regiones más afectadas que así lo solicitan como Yakarta, Pekanbaru en la isla de Sumatra o Makassar en Célebes, entre otros.

El Gobierno ha reconocido que la razón para no aplicar medidas más estrictas es su incapacidad logística y financiera para afrontar las consecuencias de una paralización de la actividad económica y comercial.

Los expertos se preguntan cómo ha sido posible que Indonesia, con la falta de medidas de contención contundentes, se haya librado de lo peor de la COVID-19, sobre todo comparado con otros países de Europa y América.

Sin embargo, también advierten de que aún existe el riesgo de una propagación sin control del coronavirus que colapse las limitadas infraestructuras sanitarias del país, que ha realizado pocos test de coronavirus (858 por millón de habitantes).

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