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Ingresa por primera vez en la cárcel un condenado por maltrato animal tras matar a su caballo de carreras

El caballo Sorky, muerto a palos / Abada

elDiario.es / EFE

Se ha presentado voluntariamente en la cárcel y va a cumplir ocho meses de prisión. Se trata del primer condenado por maltrato animal que entra en una cárcel en España. Está cumpliendo pena desde hace unos días en Palma de Mallorca.

El condenado apaleó hasta la muerte a su caballo Sorky con un palo de madera, tras un mal resultado en una carrera de trote en Manacor en 2012. Aunque había presentado un recurso y había solicitado la sustitución de la pena por trabajos comunitarios, ha acabado entrando en prisión. El reo solicitaba que se aplazara su encarcelamiento hasta que se resolviese el recurso, pero la jueza que lo envío a prisión denegó esta medida y ordenó la ejecución del auto de reclusión.

Al maltratador animal aún le queda la posibilidad, si se rechaza nuevamente su solicitud, de recurrir en apelación ante la Audiencia de Palma. La magistrada aseguró cuando decretó prisión para el propietario del caballo apaleado que en este caso no existe la más mínima duda de que el acusado empleó una inusitada violencia sobre el animal, causándole la muerte al golpearlo brutalmente y haciéndolo sufrir.

Recordó que la sentencia, dictada después de que el acusado admitiera los hechos, negaba expresamente que concurra ninguna circunstancia nuevay que “no existió arrebato alguno” y “menos aún amor alguno por el animal”, como argumentó la defensa para pedir la suspensión de la pena.

La magistrada consideró “evidente” que el hombre menospreció la vida del caballo, “sólo porque se enfadó por la mala carrera de Sorky”. Según la juez, es sabido que la muerte a palos es una de las más angustiosas y además puede no ser inmediata sino producir agonía, por lo que calificaba la forma de matar al caballo como “un método brutal como pocos existen”.

“La muerte atroz de este caballo de carreras en su propia cuadra del hipódromo es una aberración en el siglo XXI”, que generó una legítima indignación en la ciudadanía mallorquina, aseguró la juez, para quien la ejecución de la pena debe ponderar en este caso no solo la reinserción social del delincuente, sino también la efectividad, “respetar lo fallado y ser enérgico”.

La juez argumentó que, en un caso de maltrato de animales como éste, que ha sensibilizado de manera indiscutible a la opinión pública, la suspensión del cumplimiento de la pena podía convertirse en un mensaje “antipedagógico”.

La magistrada concluía que sustituir la pena de prisión por trabajos en beneficio de la comunidad “sería garantizar de manera absurda, ilógica y contraproducente un beneficio que le evite la pena de prisión impuesta en firme y con su expresa conformidad”.u e

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