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“Jo mami, hasta cuando no trabaja nadie, tú tienes que hacerlo”

Una agente de Polícia Nacional saluda a una sanitaria del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela "CHUS".

EFE

Santiago de Compostela —

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Está en las urgencias extrahospitalarias. Las guardias son de entre 17 y 24 horas. Es madre de tres hijos. “Jo, mami, hasta cuando no trabaja nadie, tú tienes que hacerlo”, le ha dicho uno de ellos. Él es periodista y sus jornadas son de otro calado, pero no cortas. También es padre. “Ya les he puesto calificación este trimestre: matrícula de honor”.

LUTXI FUENTES, SANITARIA: “MIEDO DE LLEVARNOS EL BICHO A CASA”

Ocho de la mañana de un día cualquiera. Sale del complejo médico de Vigo, un PAC, en el que tiene su puesto: personal de servicios generales, mezcla de auxiliar, administrativo y celador. Un hombre de 64 años ha quedado aislado por probable Covid-19. Su esposa no podrá estar. “Yo la llamo y le voy informando”. ¿Qué decir? Trabaja esta profesional de la sanidad pública con miedo a irse con el 'bicho' a casa pero, aunque no dé positivo, Lutxi Fuentes lo siente.

“Se mete en nuestras cabezas”, escribe en su página de Facebook, un contenido que desea compartir. Es así por “los dramas humanos y personales que vives” y enumera algunos casos que no son contagios: un toxicómano “de mono”, una persona que no tiene lugar para pasar la noche, un chico de 17 años con ansiedad porque estar solamente con su abuela de 80 es algo que le supera, también el agobio del que “vive con demasiada gente”.

Y cuando en su domicilio logra cerrar un poco los ojos, “zas”, un mensaje al móvil. “Soy la tutora de su hijo. El niño no ha realizado el trabajo de plástica. Tiene que ponerse las pilas”. En serio, ¿el trabajo de plástica?, ¿ponerse las pilas?, se pregunta Lutxi. Y se contesta a sí misma: “Dios mío, vivo en otro mundo paralelo”. Lee por ahí textos de cómo, ejemplarmente, los alumnos con sus centros cerrados cumplen con sus deberes en casa.

Mientras, los suyos viven con el agobio de que “mamá se enferme, de que les enferme a ellos, de 'jo mami, hasta cuando no trabaja nadie, tú tienes que trabajar'. Y concluye: ”Así que he decidido ser una mala madre. Sí. He decidido que voy a darle prioridad a lo que de verdad la tiene. Voy a salir de guardia y voy a hacer palomitas y vamos a ver una peli de esas que hacen reír a carcajadas. Y vamos a charlar de lo que nos pasa, de cómo nos sentimos“.

“Y les explicaré que tienen que ser responsables y hacer sus tareas, pero en su justa medida”. ¿Por? Porque le inquieta “crispar el ambiente familiar”, no ver reír a los suyos, pensar que se marchitan “entre el encierro y la preocupación”. “Porque puede ser que mañana me traiga el 'bicho' a casa y tenga que aislarme en una habitación, o me tenga que quedar con él en el hospital, y me niego a que la última charla con mis hijos sea una pelea por sus deberes”.

SANTI RIVEIRO, PERIODISTA: “HE PUESTO CALIFICACIÓN A MIS HIJOS”

Santi Riveiro se dedica a la comunicación, es reportero en Compostela en un periódico, El Correo Gallego, y padre por partida doble. Su texto, en abierto, ha sido uno de los más copiados en la plataforma ideada por Mark Zuckerberg. Los alumnos ya han recibido sus calificaciones de la segunda evaluación, a través de internet, que incluyen lo que se ha hecho de manera presencial, hasta el 12 de marzo, no los trabajos elaborados en el encierro.

Pero en casa de Santi, él puntuó antes a sus dos pequeños. “Que estoy yo pensando, profesorado de mis hijos, que no hace falta que les pongan nota en esta segunda evaluación. Yo ya les he puesto las calificaciones de este trimestre”. Entonces, las desglosa: “En paciencia y saber estar en este confinamiento, matrícula de honor. En autonomía en el desarrollo de su propio aprendizaje, sobresaliente. En aguantar a alguien como yo con escasa capacidad pedagógica, y menos paciencia, sobresaliente”.

Y prosigue: “En empatía ante la situación que estamos viviendo, matrícula de honor. En la adquisición y utilización de las TICs para su desarrollo personal, matrícula de honor”.

Es ahí cuando viene el colofón: “Para mí, como uno de los tutores legales de mis peques, este curso 2019/20 está más que superado. ¡¡¡Enhorabuena, hijos míos!!! Copia y pega si tus hijos han superado con éxito, a tu criterio, este segundo trimestre y, si lo deseas, el curso entero. Un papá súper orgulloso de Antón e Iago”.

ISABEL SARRIA, PROFESORA: “HAY QUE APOYAR A LOS CHICOS EN TODO”

Isabel Sarria es profesora de educación primaria. Su residencia fija está en Ourense. En un lenguaje directo, suscribe que si al estudiantado, tras “pasar por todo esto”, se les obliga a perder un curso, pues “ya tendría narices”. “La idea es apoyarles en lo que precisen para adquirir los conocimientos en la medida de lo posible. Dejarles caer me hubiese parecido una crueldad indigna”.

Ella tiene tres hijos, dos chicas y un chico, el único menor de edad. Este mes de abril cumple años “media familia”. La hermana de Isa, que se llama Loly, ya lo ha hecho; ella misma estará de aniversario el próximo 19, su cuñado el 20, y su hija Alixa el 24. “Nos cantaremos el 'Feliz Cumpleaños' desde casa”. Marem, la mayor de los tres hermanos, es vocalista.

MARILINA Y ANDRÉS, HOTELERÍA Y BANCA: “LAS NOTAS SON ALGO TENSO”

María Adelina Caamaño y Andrés Martínez tienen su casa en la aldea de Guisande, en Brión (A Coruña). Son los padres de Alejandro, Lucía y Dani, el más chico. Él trabaja en un banco, ella lo hacía, pero ahora lleva un negocio de turismo rural, ahora mismo cerrado.

Las notas afectan a Luci y Alex, como les llaman. Él ventila las encomiendas en una hora, a ella le lleva más, quizás dedique la mañana a las actividades recomendadas no obligadas. Los maestros de sexto no son tan “cañeros” como los de quinto. Es como lo perciben.

Y, cuando sus hermanos están con sus ocupaciones, Dani va hacia su columpio.

Los progenitores de este trío lo tienen claro: “Las notas son algo ridículo y tenso, porque no son evaluables los días de enseñanza que deberían corresponder. Tenemos colegas docentes que ... estrés no, lo siguiente. Todo por cumplir con aquello que se les manda. Y amigos pidiendo material de papelería entre nosotros. Una suerte de tráfico de cartulinas”.

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