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Mercados de abastos, en jaque por el coronavirus

Ana muestra un rodaballo en su pescadería en la Plaza de Abastos de Portonovo en Pontevedra, este sábado, la vigesimoprimera jornada del estado de alarma decretado por el Gobierno para intentar frenar el avance del coronavirus. Los mercados de abastos, a pesar de mantener su actividad en la medida de lo posible, no han logrado escapar a la crisis derivada de la cuarentena. Su presente está marcado por la escasez de determinadas especies, la caída de precios y la pérdida de clientela.

EFE

Sanxenxo (Pontevedra) —

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“Hay días que no vendo ni 10 kilos de pescado”. Es el lamento de Ana Lima, una de las cinco vendedoras de pescado fresco que, en pleno estado de alarma por el coronavirus, mantiene su actividad en el mercado de abastos de Portonovo.

Y es que estos mercados de proximidad, a pesar de mantener su actividad en la medida de lo posible, no han logrado escapar a la crisis derivada de la cuarentena. Su presente está marcado por la escasez de determinadas especies, la caída de precios y la pérdida de clientela.

Estos mercados, fundamentales en la vida diaria de las principales localidades gallegas, están en horas bajas y sus responsables no tienen esperanza de que la situación mejore hasta, por lo menos, principios del verano.

Más del 60% de la clientela de plazas y mercados de abastos, según estudios del propio sector, son personas de avanzada edad, la población de mayor riesgo ante el coronavirus.

Para colmo, el cierre de la hostelería y la restauración, principales destinatarios del marisco, ha hundido los precios.

Así, en las plazas de abastos la oferta es cada vez menor porque, a su vez, también lo es la demanda. “Muchos días no reúno más que lo justo para los gastos”, reconoce Ana, que a pesar de todo asegura que quiere “aguantar para que no se pierda esta tradición”.

“Hay que estar al pie del cañón porque si cerramos y alguien quiere berberechos o algo la gente no lo tiene y hay que darles servicio”, añade Loli Alarcón, responsable del único puesto de venta de marisco que no ha cerrado en Portonovo.

Estos días, “poco a poco” según explica, despacha sobre todo cigalas, mejillones, centollos “o almejas para un arroz”.

Egidio Barral, vendedor en el mercado de Sanxenxo, reconoce que “hay menos variedad y menos cantidad de pescado”, pero destaca que un consumidor puede aún encontrar estos días en la plaza “salmón, rape, merluza o gallo”, aunque en menor volumen del que es habitual.

En Bueu, por ejemplo, los clientes tienen mariscos como el centollo, el bogavante, las almejas o los berberechos, pero la presidenta de las placeras, María de los Ángeles Cruz, afirma que hay menos género porque “al no saber cuánto vas a vender tampoco te arriesgas comprando”.

A pesar de todo hay consumidores que no abandonan la plaza, según constata Juan Ramón Rodríguez, vendedor en Sanxenxo, pero éstos llevan más cantidad cada vez que vienen porque llevan para más tiempo.

“Si antes hacían 30 compras de diez euros, ahora hacen quince de cincuenta”, explica Rodríguez, quien agradece la fidelidad de estos clientes.

“Vamos a tener que darle un premio a los que siguen viniendo al mercado porque hay que agradecerles esa ayuda de alguna manera”, añade Ana desde Portonovo.

Muchos vendedores ven en esta crisis, sin embargo, una oportunidad para reinventarse. El servicio a domicilio es una modalidad que algunos ya aplicaban pero que, en estos momentos, parece estar en pleno auge entre los clientes de los mercados.

En Portonovo casi un 90% de los puestos ofrecen esta venta a distancia. “No hay pedido mínimo para que se preste y la entrega se hace en el mismo día”, indica Loli Alarcón, lo que permite que gente mayor o que vive en las afueras del municipio pueda recibir estos productos frescos en sus casas con total comodidad y evitar posibles aglomeraciones.

Este aumento del servicio a domicilio también lo ha notado María de los Ángeles en Bueu, ya que explica que “los encargos van llegando porque la gente confía en nosotros” porque, además, entregan los productos en el mismo día, algo que en estos momentos “las grandes superficies y los supermercados no son capaces de hacer”.

Además, los vendedores han aumentado las medidas de seguridad para evitar la expansión del coronavirus, un esfuerzo colectivo que se ha visibilizado en la utilización de batas, guantes, gorros o mascarillas, guardando las distancias de seguridad o reforzando las medidas de limpieza e higiene en los puestos de venta.

Los placeros, en su mayoría autónomos o pequeñas empresas con una o dos personas empleadas, reconocen que están siendo “tiempos duros” y notan el desgaste de esta situación. A pesar de ello, “aguantaremos el tirón”, asegura Loli Alarcón, que pide a la gente que “apueste por nosotros en estos tiempos difíciles”.

Todos coinciden en que “esto va para rato”, ya que Juan Ramón sospecha que esta situación se mantendrá hasta junio y que entonces, “tal vez podremos levantar cabeza”.

Una idea compartida por casi todas sus compañeras, conscientes de que sobrevivirán a esta “prueba tan dura” porque, aseguran, “estamos acostumbrados a hacer grandes sacrificios”.

Alejandro Espiño

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