Naufragios: tragedias con nombres y apellidos que no cesan

El mar de la vida y de la muerte de Galicia suma, con el hundimiento del “Sin Querer Dos”, un nuevo accidente -con tres víctimas mortales y una cuarta persona que se encuentra desaparecida- que engrosa la lista de los más trágicos de la historia de la navegación en la Comunidad.

No se sabe la causa, pero los “lobos de mar” no descartan que la misma esté en la maldición de los denominados bajos de Os Meixidos, que quedaron para siempre inscritos en la historia desde aquel lejano 28 de octubre de 1905, cuando el acorazado “Cardenal Cisneros” sufrió una vía de agua tras la cual experimentó un documentado cataclismo.

En esa ocasión, pese a irse a pique, salvaron su vida los 524 tripulantes. Esta vez, en el hundimiento a cuatro millas y media de Cabo Fisterra, con alerta amarilla por olas de entre 4 y 5 metros, no hubo esa suerte y de nuevo ha llegado el luto por uno de esos fatídicos contratiempos en el océano a los que nadie se acostumbra, pese a que pueda llegar a ser un medio hostil para el ser humano.

No en vano, incluso la conservación de la vida puede ir precedida de un auténtico calvario, como ha sido el caso de este naufragio con seis supervivientes localizados en balsas salvavidas, que en su odisea han conseguido lanzarse en esos botes rígidos que únicamente se emplean cuando existen contingencias.

Los tripulantes de este barco venían de faenar durante cuatro días en el Cantábrico y, tras hacer escala en A Coruña, donde han estando pescando jurel, se dirigían a casa, para pasar las fechas navideñas junto a sus familiares.

En esta jornada el infortunio tiene nombre y apellidos, el “Sin Querer Dos”, pero, como según los principales estudios al respecto cerca del 80 por ciento de los marineros que pierden la vida cada año en España son de Galicia, antes, en los últimos tiempos, hubo muchos otros.

El 26 de abril de 2017, el pesquero “Novo Marcos”, con base en Portonovo (Pontevedra), al igual que el “Sin Querer Dos”, impactó contra una batea en un polígono cercano a la Isla de Tambo y el resultado de su inmersión -ya había sufrido dos anteriores- fue de tres muertes.

Igual fue el saldo del “Paquito Número Dos”, de dieciocho metros de eslora y con puerto base en Cabo de Cruz, en el municipio coruñés de Boiro, que sufrió un golpe de mar.

Perecieron entonces, cerca de Corrubedo, el patrón Germán Fernández, de 52 años; Santiago Blanco, de 47; y Juan Antonio Hermo, de 38. Corría, como ahora, el mes de diciembre, aunque de 2014.

En ese mismo año, el 1 de abril, el choque del pesquero Mar de Marín y el mercante Baltic Breeze, en la entrada sur de la Ría de Vigo, se cobró la vida de cuatro marineros, mientras que otro fue declarado como desaparecido. Ni rastro de él.

Más atrás en el tiempo, en 2010, tres marineros portugueses fenecieron al partirse en dos el pesquero “Vimar”, de bandera lusa, a causa nuevamente de un golpe de mar sufrido por la embarcación a la altura de A Ínsua, en la desembocadura del río Miño, frente a A Guarda.

Ya sea por inclemencia del clima, por defectos estructurales o por imprudencias profesionales, cada equis tiempo estas dolorosas fatalidades en el tránsito marítimo acaban sacudiendo a la sociedad.