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Nora y Pau: boda “in extremis” y luna de miel confinada, y no en Boston

Una novia espera para contraer matrimonio viernes a las puertas de un registro civil.

EFE

Valencia —

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Después de trece años juntos y dos hijos, Nora Cortina y Pau López quisieron formalizar su unión y pasaron por el Registro justo el último día antes del estado de alarma y, aunque tuvieron que anular su luna de miel a Boston, gracias a haberse casado han podido compartir el inicio de este confinamiento.

Nora, profesora de 40 años y que ahora teletrabaja, confiesa a EFE que tiene sensación de “alivio” porque su ya marido es celador del hospital de Manises (Valencia) y habría tenido que ir a trabajar, pero al mantenerle el permiso por la boda, siente que “gracias a estar casados” han podido compartir estos primeros días de encierro.

La boda fue el jueves 12 de marzo, el último día que celebraron ceremonias civiles en el registro de la Ciudad de la Justicia de Valencia y aunque habrían preferido el 13 “porque era un número más significativo” para ellos, los viernes no hay bodas. Y menos mal, porque “las del día 16 ya se quedaron colgadas”.

Asegura que cuando se levantó esa mañana tuvo “una punzada” de que iban a llegar al Registro y estaría cerrado. “Pero luego pensé que nos habrían avisado”, recuerda, y se fueron de boda con sus hijos Diego, de casi 9 años, y Luna, de 2, ella vestida de rojo y zapatillas deportivas negras y él con pantalones vaqueros y americana.

“El ambiente allí era distendido y tranquilo pero empezaron con un poco de retraso porque nos explicaron las medidas que había que seguir”, entre ellas que los invitados “no podían estar cerca” de la jueza que les casó, y añade: “No nos dejaron tocar ni un boli ni un papel ni firmamos nada, nos dieron el Libro de Familia nuevo, y ya”.

Fue una boda “sin alianzas” e “íntima”, con apenas veinticinco invitados, y aunque fallaron cuatro “porque estaban con miedo y un poco de hipocondría”, Pau y Nora, que llevaba un ramo en una mano y el nuevo Libro de Familia que acreditaba que estaban casados en la otra, tuvieron su buena lluvia de pétalos de rosas blancas a la salida, frente a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

No oculta que el día empezó un poco enrarecido porque nada más levantarse supieron que tendrían que anular el viaje de luna de miel que tenían reservado para el 18 a Boston, y que iban a hacer con sus hijos y su familia para celebrar también la jubilación de su padre.

La orden de Donald Trump de cerrar las fronteras de Estados Unidos a vuelos procedentes de suelo europeo se juntó con la denegación del visado para entrar en este país, pese a que días antes se les había aprobado.

Pero se lo tomaron bien y pensaron que ya viajarían, y de hecho reconoce que días antes dudaban de si sería conveniente o no irse por “cómo avanzaba todo” ante el coronavirus y habían acordado que después de la boda tomarían una medida al respecto, aunque Nora asume entre risas: “Al final tomaron la decisión por nosotros”.

Y aunque no querían “un superbodorrio”, una boda, aunque envuelta en un ambiente algo excepcional, no lo es sin convite y se fueron a comer una paella a El Palmar, aunque como recuerda la novia, había tanta niebla que fue “como entrar en el mundo de Mordor” de “El señor de los anillos”, pero ni eso pudo empañar el día tan especial en que se dijeron “sí, quiero”.

Por Mónica Collado

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