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“Un país número 1 en PISA pero también en suicidio juvenil no puede ser el referente educativo”

Ángel Santamaría en la presentación de su libro.

Daniel Sánchez Caballero

Ángel Santamaría ha pasado prácticamente todos los niveles del sistema educativo. Empezó como maestro en 1985, pasó a ser profesor de Secundaria y ha hecho sus pinitos políticos en los gabinetes de la ministra Mercedes Cabrera y su sucesor, Ángel Gabilondo, siempre bajo el paraguas socialista. Desde esta perspectiva múltiple ha escrito Heducación se escribe sin H (editorial Debate), libro en el que trata de explicar el estado de la cuestión educativa. “Todo el mundo opina de Educación, en ocasiones sin conocimiento del tema. Eso no pasa en Arquitectura o Ingeniería”, lamenta. Esta es su contribución al debate.

¿Cuál es el verdadero problema del sistema educativo?

Estamos errando los caminos porque no terminamos de centrarnos en cuál es el problema de la educación. Es un problema social, político y global: si este sistema capitalista voraz que aceptamos todos como si fuera la única vía es la solución o si, como algunos pensamos, hay algunas alternativas a eso. La educación es un elemento más del gran problema global. Lo educativo, lo social, la cultura, incluso lo político está supeditado a lo económico como en los peores momentos del siglo XIX, cuando surgen las grandes ideologías. Ante esto tenemos que reaccionar. Y en esas está la educación. Cuando protestamos en la calle contra la ley, los recortes, la situación del profesorado o la ideologización de la educación, no llegamos a ver el problema de fondo. El sistema lo admite todo, lo devora todo y lo engloba. Eso lo hace cada vez más grande, da la impresión de que más flexible y tolerante, pero es al revés, porque es el modelo el que se impone.

¿Hemos debatido la LOMCE realmente en profundidad o nos hemos quedado en 'anécdotas' como la religión?

Es lo que nos pasa siempre. Desde que salió el primer borrador de la LOMCE, que era, digamos, provocador, con un texto demasiado economicista, hasta lo que se ha publicado después, ha habido una evolución. En lo formal, pero también otras cosas que caían por su propio peso y se han tenido que mejorar. Esto no ha trascendido porque mediáticamente ya existía esa etiqueta. No se ha profundizado ni hecho lecturas sucesivas de cómo ha sido esto. Desgraciadamente no se ha conseguido un consenso, que sería lo ideal, pero quizá en el juego político nos hemos quedado todos con las primeras palabras.

Usted formó parte del Gobierno. Es fácil cuando uno no está en el poder criticar lo que se hace.

Completamente de acuerdo. Es cierto que yo estuve en un Gobierno, pero con un ministro [Ángel Gabilondo] que fue el que intentó de manera más contundente llegar a un pacto. Estuvimos realmente muy cerca. Las medidas educativas que se tomaron como un plan de acción para el bienio siguiente no eran otra cosa que, sin la firma protocolaria y la foto, mucho de lo que habíamos negociado y dónde habíamos llegado. Yo critico que se imponga una ley sólo porque hay una mayoría en el Gobierno. Pero también me parece irracional que sin haber llegado a un consenso educativo nos pongamos de acuerdo en que la vamos a tirar. A la gente de la calle eso le puede extrañar. Estoy ejerciendo de abogado del diablo ahora, no defiendo cómo se ha llegado a la LOMCE, por mayoría absoluta sin acuerdos políticos ni sociales.

¿Cuánto influye una ley en el desarrollo educativo? La misma ley ahora ofrece diferentes resultados en las Comunidades Autónomas.

Es mucho menos el papel de la ley que la implicación de los agentes educativos. Si piensas en PISA, por ejemplo, efectivamente los resultados son muy distintos entre comunidades. También se dan una serie de circunstancias como el bienestar, la renta o la inmigración. Pero dejar fuera a los agentes fundamentales de la ley, que son los profesores, es un error. Si no cuentas con ellos para desarrollar la ley nunca tendrás un profesorado interesado, conocedor de la ley. Muchas de las leyes de educación tienen un sesgo muy universitario. Están hechas desde la Universidad, con grandes expertos con los que hay que contar, pero no excluir a los que están bregando día tras días con los niños de tres años. No se puede dejar fuera a 700.000 profesores, que conocen qué funciona, qué no, qué necesita el niño, qué refuerzos son efectivos y cuáles no.

Los profesores están muy de actualidad por diversas cuestiones, entre ellas el acceso a la carrera docente. ¿Cree que cualquiera puede ser profesor?

Es muy lícito que un señor que ha completado Derecho se plantee ser profesor. O un químico que no encuentra trabajo. Pero cuando llegan tienen unas carencias manifiestas. Ahora tenemos un máster, pero hasta hace pocos años teníamos el CAP. Hacías tres meses y ya. Había mucha gente en Secundaria que no tenía la formación. Yo tenía compañeros que decían: “Tengo que entrar en clase ahora con los niños...”. Era un suplicio. Con lo bien que te lo puedes pasar con chavales de 16, plantearles cosas, preguntas que les interesen. Si eres incapaz de hacer eso... Para eso hace falta una didáctica, una formación que no tienen muchos profesores de Secundaria. A diferencia de los maestros que después han dado el salto a Secundaria, al tener esa formación didáctica de base, su forma de entender la clase, trabajar con los alumnos, plantear modelos creativos en clase. La formación psicológica del alumno, el control de las emociones... todo eso lo tienes que aprender en la carrera.

¿Qué opina de PISA?

Es un instrumento útil que se debe considerar, pero que ni mucho menos en el sentido que lo hacemos en España, donde es fundamental que tengamos X puntuación para demostrar que tenemos un nivel educativo. Esto es un sinsentido. Dentro de la dinámica de ese modelo que comentaba sólo vale el resultado, el 'certificado'. La competencia es tan feroz que teniendo el 'certificado' tus expectativas laborales son muy bajas, sin él no te quiero contar. Familias, profesores y administraciones, que no ven más allá de la necesidad del empleo rápido, sólo les importa el resultado. Eso no quita que los resultados de PISA nos los tengamos que tomar a cachondeo, pero no puede ser el único referente.

Los resultados que da la OCDE de la prueba de 2009 sobre los cinco primeros países coincide que son los cinco primeros países en suicidio juvenil, según la OMS. Insisto en el libro, no busco correlación entre unos resultados y otros, pero que nadie me diga que ese país con el número 1 en PISA pero también en suicidio juvenil es el referente. Para mí el objetivo es aprender, y eso se está perdiendo de vista por padres y Administración. Mientras no nos demos cuenta de eso. nos rasgaremos las vestiduras por no alcanzar tantos puntos.

Hay casos increíbles. En la Comunidad de Madrid por ejemplo, se planteó hacer una prueba de nivel a los alumnos de Infantil. Pensar que niños de cinco años tienen que hacer una prueba de nivel... ¿hasta dónde vamos a llegar? Pasa ahora con los centros bilingües. Madrid está a la cabeza de centros. Ese bilingüismo se tiene que valorar por una agencia externa británica –¿por qué no la Escuela Oficial de Idiomas?–, en segundo, cuarto, sexto de Primaria... ninguna de esas pruebas es necesaria. Con ocho años, ¿para qué quieres un certificado? ¿Quizá es que hay mucho dinero por el medio?

¿Y las reválidas, entonces?

Es un poco lo mismo. Pero piensa que la LOE también valoraba que hubiera una prueba general de conocimientos. Pero ahora queremos que las pruebas sean públicas, que se permitan hacer rankings... es un exceso de certificación innecesario. Es Inglaterra pura y dura.

¿Necesita la escuela una gran renovación metodológica?

La dinámica escolar avanza muy despacio. Mucho más de lo que pretenden leyes, políticos e incluso muchos profesores. Hay un sinfín de cuestiones que se entrelazan y tienden al desánimo del profesorado. El sistema funcionarial anquilosa mucho, la carrera es plana, no hay ascensos, los sueldos apenas varían. Esto también hace que haya una cierta monotonía, cansancio, inmovilismo por parte del profesorado. No porque no quiera, es la dinámica escolar.

Hay profesores que quieren innovar, pero el formato de la enseñanza es el mismo, un profesor que lanza un discurso, sobre todo en Secundaria. Igual que en la Universidad. Un sistema escolástico, los alumnos tomando apuntes y mañana más. No se hace un modelo más dinámico, no dejamos a los niños que nos enseñen también. Sé que hay grandes profesores que trabajan en este sentido y esto es generalizar, pero es cierto. Nos falta que realmente empleemos los medios técnicos, internet, de forma más dinámica, que no sea sólo sustituir la búsqueda en el libro por la búsqueda en Google, que en el fondo es lo mismo.

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