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Palestina celebra la canonización de sus primeras santas de la época moderna

Palestina celebra la canonización de sus primeras santas de la época moderna

EFE

Jerusalén —

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La iglesia cristiana en Tierra Santa celebra estos días la canonización de dos monjas palestinas el próximo 17 de mayo con el deseo de que las nuevas santas se conviertan en un elemento de cohesión entre las religiones que conviven en la región.

La noticia fue anunciada por el papa Francisco en febrero pero los palestinos ya cuentan los días que restan para conmemorar el evento que dará a Palestina las dos primeras santas en su historia moderna, según explicó esta semana a los medios sin ocultar su satisfacción el obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén, William Shomali.

“Los palestinos deben estar orgullosos. El presidente (Mahmud) Abás participará en la ceremonia en Roma con una gran celebración y la creencia de que no sólo los cristianos sino también musulmanes y judíos deberían de estar felices porque dos personas de esta tierra, de este país, han alcanzado el más alto nivel de la virtud humana, espiritualidad y experiencia mística con dios,” expuso Shomali.

La comunidad cristiana en Tierra Santa comenzó esta semana las celebraciones previas a la ceremonia de canonización en Roma, con actos entre los que se incluyen canciones y películas sobre la vida de dos mujeres que dedicaron su vida a seguir los pasos del señor.

“Estas dos santas experimentaron una época en la que la pobreza más absoluta sacudía a la zona, bajo los últimos años de control del imperio otomano (...) Faltaban escuelas y universidades y mucha gente era iletrada, especialmente las mujeres (...). Sufrieron enfermedades, dolencias, hambre y sed”, recordó Shomali.

Pero gracias a su “severa paciencia y heroicidad” lideraron unas vidas que se han convertido en un ejemplo y han atraído la admiración y el más alto reconocimiento del cristianismo, cumpliendo con los cánones establecidos por la Iglesia para recibir tal nombramiento, que pasan además por la atribución de al menos dos milagros.

Sor María de Jesús Crucificado, cuyo nombre original era Mariam Baouardy, nació en 1846 en las proximidades de Nazaret en el seno de una familia católica greco-melequita.

Huérfana desde temprana edad, su historia cuenta que huyó de su hogar antes de ser forzada a casarse y que combatió por defender sus creencias contra un musulmán que trató de obligarla a renegar de su fe cristiana.

Viajó por el mundo y residió en diferentes lugares, como Jerusalén, Beirut y Marsella hasta llegar al Carmelo de Pau, donde adoptó el nombre religioso y fundó en 1875 con otras carmelitas el Carmelo de Belén, ciudad en la que murió en 1878.

Su beatificación por Juan Pablo II tuvo lugar en 1983. Se le atribuyen además ocho dones místicos, entre estos éxtasis, levitación, estigmas, visiones de santos y don de poesía siendo prácticamente iletrada.

“Su maestro fue el espíritu santo”, señaló Shomali.

Sor Maria Alfonsina nació en Jerusalén en 1943 bajo el nombre de Mariam Sultana Danil Ghatas y pronto decidió consagrar su vida a la religión.

Parte de las Hermanas del Rosario, fundó escuelas y albergues para religiosas en la región pero, sobre todo, como ya hiciera el papa, Shomali destaca la dedicación que prestó durante su existencia a la lucha por sus iguales.

“Ghatas defendió a las mujeres, a las que quería poner al alcance de la educación y la cultura, que para ella significaba libertad y dignidad”, dijo sobre la futura santa, que fue beatificada en 2009.

“Las dos santas nacieron antes de que Palestina fuera dividida, antes del conflicto árabe-israelí. Estoy seguro que desde el cielo saben de nuestra situación y que continuarán intercediendo por la paz y la reconciliación en la Tierra Santa”, pensó en voz alta Shomali desde un lugar que, aseguró, sigue siendo sagrado no sólo por lo que significa y acoge, sino también “por la gente que vive aquí”.

Un deseo que manifestó desde Jerusalén, punto de unión y desencuentro al mismo tiempo de las tres principales religiones monoteístas del mundo que históricamente han coexistido y se han enfrentado sobre una tierra que rezuma tanta religiosidad como dolor.

Ilusionado, Shomali reflexiona sobre el nombre de las beatas. “María o 'Miriam', es el mismo para cristianos, judíos y musulmanes. Quizá (esta coincidencia) las convierta en un puente entre todos nosotros”.

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