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Patricia Campos: La vida militar no es compatible con mi condición sexual

Patricia Campos: La vida militar no es compatible con mi condición sexual

EFE

Madrid —

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Patricia Campos “se atrevió a soñar a lo grande” y hace once años se convirtió en la primera y única mujer piloto de reactor en la Armada. Ahora confía que su experiencia, contada en un libro, sirva para que “otras lesbianas o mujeres que entren al Ejército tengan las cosas más fáciles”.

Ser piloto militar y el fútbol eran sus sueños, pero nunca pretendió “ser la primera o la pionera” -como explica en una entrevista con Efe-, simplemente Patricia Campos Doménech (Onda (Castellón), 1977) buscaba “estimular la mente de las personas para que vean que las mujeres y los homosexuales somos seres humanos, y que también somos profesionales”.

“Mi corazón siempre será de piloto militar, pero lo he dejado por ser lesbiana”, asegura Campos, quien no ve compatible su vida militar con su condición sexual.

Así queda demostrado en “Tierra, mar y aire” (Ed. Roca), un libro que lleva impregnada en cada línea la fuerza y la valentía con la que ha abordado todas las etapas de su vida: desde su infancia en un pueblo de Castellón a su experiencia como entrenadora de fútbol en Estados Unidos y voluntaria de una ONG en Uganda, pasando por su carrera universitaria y sus ocho años en la Armada española.

Aunque está escrito a modo de autobiografía, el libro, dice, “se lo debía a las mujeres y hombres que han dado la vida por los derechos humanos”, a las mujeres que murieron defendiendo el sufragio femenino. Es su agradecimiento y homenaje personal.

Pero es también una reflexión sobre el machismo aún existente en la sociedad y, sobre todo, en las fuerzas armadas, y una forma de reivindicar una vez más y en pleno siglo XXI “que la homosexualidad no es una enfermedad”.

No le gustan las etiquetas y no entiende por qué los gais tienen que definirse como tal, pero en su caso fue “una decisión muy personal y muy pensada” que tomó porque creía que así ayudaba a otras chicas en su situación.

Ella no llegó a confesar públicamente en el ejército que era lesbiana -hasta que “se liberó” en su libro-, y aún así tuvo que soportar los comentarios de sus compañeros, sus actitudes y sus críticas y que fuese observada mucho más que ellos sólo por ser mujer.

“Es injusto llevar todo el peso de nuestro sexo durante toda la carrera profesional”, lamenta en las páginas del libro Campos, quien desempeñó su labor de piloto hasta hace un par de años cuando su trabajo ya no le motivaba y “no le compensaba vivir de ese modo”. En ese momento decidió perseguir su otro gran sueño: el fútbol.

Cree que “el Ejército vive en un mundo completamente paralelo al resto de la sociedad” y su libro pretende ser una llamada de atención a los responsables para que “intenten arreglar las cosas”, aunque lo crea improbable.

Su otro gran sueño tampoco resultaba fácil.

Juega al fútbol desde pequeña, a pesar de que su abuela le reprendía porque era “muy chicote” y le decía que “tenía que ser más femenina”, y de que sus compañeros de juego se reían a veces de ella por ser niña.

Lo practicó en la Universidad de Valencia, donde estudió Comunicación Audiovisual, y fue capitana del equipo femenino de la base de Rota, donde estaba destinada.

Y cuando decidió que quería dedicarse en exclusiva al fútbol tuvo que marcharse a Estados Unidos, porque en España una mujer “no tiene posibilidad” de entrenar a un equipo.

Así, llegó a ser la primera española entrenadora en el país norteamericano.

Compatibiliza este trabajo -ahora en Hawái- con el voluntariado en Uganda, donde trata que niños, niñas y mujeres infectados con VIH tengan una vida mejor y puedan disfrutar del fútbol con una ONG, Soccer Without Borders (Fútbol Sin Fronteras).

Dice que esto último es lo que le hace “más feliz” y muestra orgullosa las pelotas que han hecho “sus niños” con bolsas de basura y cuerda.

Quizás este no fuese uno de sus sueños de niña, pero es otro reto más en su vida y algo más por lo que luchar.

Patricia Campos demuestra en su libro que “se pueden conseguir los sueños, a pesar de que tu infancia sea más o menos dura, de tu sexualidad o de los obstáculos que nos encontramos en el camino”.

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