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Recurrir al crowdfunding para financiar el ascenso: “El deporte femenino se concibe como de segunda categoría”

El equipo Basket Mar Gijón durante un partido / Foto cedida

Marta Borraz

La pasada temporada el club Basket Mar Gijón lograba, tras años de esfuerzo, el ascenso a la segunda máxima categoría del baloncesto femenino en España. Todo un hito histórico para la ciudad asturiana y un reto al que deberá enfrentarse el equipo no solo a nivel deportivo, sino también económico. El presupuesto debe multiplicarse y, ante la falta de recursos, el club ha decidido poner en marcha un crowdfunding para salvar la precariedad y poder competir en la liga que le corresponde.

Una situación que, aunque también sufren equipos masculinos, golpea con especial fuerza al deporte practicado por mujeres, que hace frente con mayor frecuencia a la falta de patrocinadores y ve cómo las instituciones suelen carecer de campañas específicas dirigidas a fomentarlo.

A pesar de que España es campeona de Europa de baloncesto femenino (ganó el campeonato en junio pasado) y que la selección española de fútbol está jugándose el pasea la semifinal de la Eurocopa de fútbol estos días, “los patrocinadores buscan un público amplio al que dirigirse y el deporte femenino tiene menos proyección pública. Basta con mirar la presencia de unos y otros en una página del periódico o las noticias de la televisión”, explica Elena Arce, vicepresidenta del club, que ha iniciado la campaña #YoSoyDeBasketMar.

El mismo análisis hace el equipo granadino de baloncesto RACA, que también ha iniciado una similar para recaudar fondos y poder competir la próxima temporada en la misma categoría que el Basket Mar, la Liga Femenina 2. Lo intentará por segundo año consecutivo, después de que el pasado no pudo lograr finalmente el ascenso porque, aunque lo consiguió desde el punto de vista deportivo, se vio obligado a poner en marcha un micromecenazgo similar y cuando aglutinó el dinero el plazo había transcurrido.

En esta ocasión el RACA se quedó a un paso del ascenso deportivo, pero está a la espera de alguna plaza vacante en la Liga Femenina 2, “donde a este equipo le corresponde estar”, apunta su presidente, Alberto Pérez, que contabiliza los gastos que debe sufragar el club para poder competir en una categoría de esas características. 

Los gastos se multiplican de forma considerable, pasando por ejemplo a tener que gastar en torno a 10.000 euros en arbitraje durante la temporada –el equipo financia esta partida cuando el encuentro es en su campo– mientras que en la anterior categoría el gasto era de unos 1.000 euros. Lo mismo ocurre con las licencias y la inscripción que pide la Federación Española de Baloncesto (FEB), que pasan de unos 300 a 1.300 euros y de 2.000 a 8.000 euros respectivamente. Por otro lado, se incrementan los desplazamientos.

Renunciar al ascenso por dificultades económicas

No solo las empresas son menos proclives a fomentar el deporte femenino, también “cuesta a veces encontrar apoyo institucional porque hablar de igualdad es fácil, pero a la hora de llevarlo a la práctica no tanto”, opina Pérez. El presidente del RACA critica que las subvenciones públicas que dan muchas comunidades autónomas se ingresan a posteriori, en el transcurso de la temporada, por lo que no sirven para hacer frente a un ascenso deportivo.

A nivel de proyección pública no se tiene en cuenta al mismo nivel al deporte protagonizado por mujeres que por hombres, lo que influye directamente en el número y tipo de patrocinadores dispuestos a apoyar a un equipo. La dificultad de encontrarlos afecta también al club de fútbol EM Lleida, cuyo equipo infantil hizo historia en el deporte base catalán el pasado mes de abril al alzarse con el título de la Liga de Segunda infantil masculina.

El equipo ha recurrido a la financiación colectiva porque no dispone de recursos, lo que significa “una barrera a la entrada y el desarrollo de las jugadoras”, que se tienen que seguir enfrentando “a los obstáculos y prejuicios que todavía hoy se encuentra el fútbol femenino”, especifica la campaña Las Barbies también juegan. El nombre hace referencia a uno de los comentarios que las jugadoras tuvieron que escuchar en el terreno de juego: “Solo servís para jugar con Barbies”.

El tratamiento en los medios

“A equipos que están en la misma categoría, los medios les dan más relevancia cuando son masculinos que femeninos”, explica Arce, que critica la desigual presencia en las noticias. El Andalucía, por ejemplo, el deporte practicado por mujeres alcanza solo el 10% de las noticias deportivas de las televisiones andaluzas, según el último informe del Consejo Audiovisual de la comunidad autónoma. Por otro lado, el tratamiento que se hace de las deportistas y los deportistas dista mucho de ser igual. 

Un estudio elaborado el año pasado por Cambridge University Press reveló que cuando los medios, los blogs o las redes sociales hablan de ellas lo hacen mayoritariamente para destacar características que nada tienen que ver con su rendimiento en el terreno de juego: su estado civil, su edad o su apariencia. Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro dejaron una cobertura con ejemplos sobre ello: listas de “buenorras” o “las deportistas más sexys” ocuparon una vez más las páginas de los periódicos.

Para Arce se trata de “una cuestión cultural” que “requiere un cambio de mentalidad” y que hace “seguir concibiendo el deporte femenino como de segunda categoría” porque no se promociona lo suficiente. “Lo vemos, por ejemplo, con la repercusión que han tenido los éxitos cosechados por la selección femenina española de baloncesto, que no se celebran ni ocupan los mismos minutos de telediario que los de la masculina. Es más, hasta nos extraña, porque lo que se asocia a deporte es el segundo y el femenino se sigue pensando como aficionado”, concluye la vicepresidenta del Basket Mar Gijón.

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