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Rutinas y sentir el silencio: consejos de aislamiento de una monja periodista

Fotografía cedida por Silvia Rozas Barrero, periodista jesuitina, que ha sido la primera mujer y religiosa en situarse al frente de la revista "Ecclesia". Ante la emergencia sanitaria sin precedentes que vive España, sabe mucho de consejos acerca de cómo se ha de llevar el confinamiento, con "resignación y con dignidad".

EFE

Lugo —

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La periodista jesuitina Silvia Rozas Barrero (Lugo, 1975), primera mujer y religiosa en situarse al frente de la revista “Ecclesia”, sabe mucho de consejos acerca de cómo se ha de asumir el confinamiento obligatorio.

Sobrellevar el encierro no es fácil, no lo oculta, pero hay formas de encararlo y evitar la ansiedad. Establecer rutinas, desconectar del bombardeo informativo o sentir el silencio son algunas de las que sugiere esta gallega, que está al frente de una cabecera que comenzó a publicarse en 1941 y que durante 78 años ha estado capitaneada por hombres.

Es buena conocedora de recomendaciones que palíen o contribuyan a atajar situaciones difíciles. “Dentro del dolor, es una oportunidad para todos de reflexión; de dialogar más con la familia, de coger el teléfono y llamar a las personas. De estar cercano, en definitiva”, sostiene en una entrevista con Efe.

Para conservar la armonía necesaria ante toda situación complicada, como la desencadenada por la pandemia del coronavirus, propone especialmente “sentir el silencio”. “Nuestras calles están vacías en todo el mundo y nosotros tenemos la tentación de seguir con el ruido”, expone la directora de “Ecclesia”, que emplaza “a la ausencia de palabras” de vez en cuando para “caer en la cuenta de que sentimos miedo, de que sentimos tristeza, de que sentimos impotencia”.

Por eso, pese a su licenciatura en Ciencias de la Comunicación, admite que “es importante a veces desconectar de las informaciones”, en especial de las que circulan por redes sociales, ya que conocer demasiados dramas puede provocar ansiedad, afirma.

Debe haber, por tanto, “momentos para informarse”, pero también para la “desconexión”. Por lo que es fundamental “establecer rutinas”, es decir, levantarse, comer y marcar actividades todos los días a la misma hora, como se hace en los ritmos de vida habituales, pero adaptando todo ello al interior de la vivienda.

Y “encontrar momentos de relax juntos” es la propuesta para aquellos que estén aislados con sus seres queridos. En estos casos de grupo, aunque sea complicada la coordinación entre el teletrabajo y los niños, por ejemplo, Rozas apuesta por encontrar un hueco diario para “disfrutar con la familia”.

En momentos puntuales, haciendo todo lo anterior, no es malo “coger el teléfono y marcar el número de personas con las que a lo mejor normalmente solo nos comunicamos por WhatsApp”, pues es un momento como el actual es lógico recordar a amigos y conocidos.

Ayudar a que se mantenga la calma, prosigue, también es tarea de los medios de comunicación. Como periodista, Silvia Rozas tiene claro que el gran reto es crear “un poquito de esperanza” y que “los medios no se conviertan en más tragedia”.

“Podríamos llenar nuestras páginas de tragedia, pero dentro de esta tragedia hay muchas luces, muchas esperanzas”, abunda esta lucense que aboga por dar visibilidad a las muchas muestras de solidaridad que han surgido entre la población.

No en vano, cree que esta coyuntura ha conseguido sacar la mejor cara de la gente. “De repente nos damos cuenta de que no vivimos solos, de que tenemos vecinos y saludas al de enfrente, y a lo mejor antes nunca habías tenido una conversación con él”.

“Ojalá que esto nos ayude a cambiar nuestro sistema de vivencia colectiva”, desea esta mujer, que subraya que muchos se han dado cuenta de que se puede “vivir sin consumir”. Así, hace referencia a un meme que circula por las redes sociales con la frase: “Nunca había aguantado tanto en mi cartera un billete de diez euros”.

Ante una vivencia tan dura, y que va a dejar marca, Silvia Rozas, que decidió ser monja cuando tenía 36 años, cree que será necesario “hacer un proceso” en esa vuelta a la normalidad y confía en que, tras él, “aprendamos a vivir más humanamente y más pendientes del otro”.

Ana González

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