Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

En San Isidro, todo vale

En San Isidro, todo vale

EFE

Madrid —

0

Un desembarco de candidatos en busca del voto, cabezudos y parejas bailando el chotis junto a pequeñas fiestas improvisadas con música de regatón, “runners” ataviados con parpusa y clavel, y los más veteranos quejándose de lo cambiada que está la fiesta: en San Isidro, patrón de Madrid, todo vale.

Desde hace cinco siglos, los madrileños acuden casa 15 de mayo a la orilla del Manzanares para entrar en el recinto de la elevada ermita, en torno al pozo cuyas aguas san Isidro, en el siglo XII, hizo subir para salvar a su hijo, que se había caído al mismo.

Pero con el tiempo, la fiesta castiza inmortalizada por Goya ha cambiado, y en ella han encontrado su espacio los devotos que siguen haciendo cola para beber el agua del santo, los que aprovechan para degustar entresijos y gallinejas y todos aquellos que simplemente quieren pasar un muy concurrido día de campo.

A san Isidro, que concentra miles y miles de personas y al que hoy le ha sonreído el buen tiempo, se han apuntado este año hasta los “runners”: un grupo de dos decenas de corredores se han presentado a todo correr en la zona ataviados con las tradicionales parpusas, la gorra típica de los chulapos, y claveles. “Es muy moderno”, comentaba en inglés una turista china al verlos pasar.

Un día de fiesta en el que muchos buscan hacer su agosto en pleno mayo: se venden frutos secos y encurtidos, rosquillas y licores, carcasas de móvil, camisetas, bolsos y hasta abrigos de piel que un comerciante un tanto optimista se ha llevado a la zona, más bien transitada por personas en mangas de camisa y en muchas ocasiones pernera corta.

En los comedores improvisados a ambos lados del paseo, uno de los trabajadores de una churrería que curiosamente se dedica más bien a asar carne y entresijos celebra que el buen tiempo haya llenado de nuevo la explanada. Todavía no es mediodía, pero ya tiene una pequeña cola en la barra.

A la pregunta de cómo va el negocio, responde que bien, pero no muy convencido.

Los tambores y clarinetes que han amenizado el baile de lo cabezudos y han encabezado una comitiva de agrupaciones ataviadas con el vestido tradicional ha coincidido con los sonidos del regatón de los puestos comerciales y con las tradicionales canciones de verbena y ranchera, estilo Rocío Durcal. Lo dicho, para todos hay.

Y claro, este año, como los anteriores, han vuelto a escucharse en la pradera las quejas de los más veteranos, aquellos que se acuerdan de cuando, por no haber, ni había asfalto en la zona.

“No había ni ese verde, ni puestos, ni este lío, ni nada”, lamenta, mientras aguarda a pleno sol en la larga fila de devotos que quieren entrar en la ermita, una anciana muy habladora, pero reacia a dar su nombre.

Sí explica que es madrileña de toda la vida y que, cuando niña, toda la zona dedicada a esta fiesta estaba pegada “a la orilla del río”, que ahora ni se ve.

A su lado, con cientos de personas por delante de ella en la cola, una mujer de 60 años que se mudó a Madrid a los 14 defiende que, con fe, la espera no es larga. “Esto, si se tiene devoción, no es nada”, insiste.

Pero, si algo ha sido este San Isidro, es electoral: candidatos de todos los partidos se han acercado a la zona para comunicar sus peticiones y deseos al santo. Algunos han pedido unidad, otros más atrevidos han dejado caer eso del cambio, pero ninguno ha pedido lo que realmente quería: votos contantes y sonantes.

La más esperada y castiza, sin duda, Esperanza Aguirre (PP), ataviada con un vestido tradicional y claveles con los colores de la marca PP, azul y blanco.

Pero el baño de masas de San Isidro tiene sus riesgos: a Antonio Miguel Carmona (PSOE) se le han quejado por los desahucios y a Cristina Cifuentes (PP) por la corrupción, mientras que un espontáneo se ha dedicado a bromear durante unas declaraciones a los periodistas de Luis García Montero (IU) hasta que lo ha apartado la Policía.

Etiquetas
stats