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“Nuestro fútbol es un poco más lento, pero igual de emocionante”

Jugadores de Alicante en el descanso de un partido, durante la final de la Copa de España / Alberto Barba

Alba Muñoz

Imagina que estás de vacaciones en la playa y te dicen que venga, arriba, que te vas a los Juegos Olímpicos. Eso es lo que le ha sucedido a la selección española de fútbol para ciegos. Hace poco más de una semana, el Comité Paralímpico Español se puso en contacto con el equipo técnico para confirmarles la noticia: “A raíz del informe McLaren sobre dopaje, los rusos habían caído y éramos los siguientes. Nos vamos a Río”, cuenta el portero de la formación, Pedro Gutiérrez.

Desde hace algunos días la selección están concentrada en Madrid, con todas las acepciones que del verbo “concentrar”, pues ni siquiera el entrenador podía prever que les convocaran para el mayor acontecimiento deportivo del mundo. José Carratalá, que dirige el equipo de ciegos totales, admite que la sorpresa ha sido mayúscula: “Por suerte los chicos han llegado en buena forma de la playa. No teníamos ninguna esperanza y ahora estamos con una inyección de adrenalina brutal”.

Todos estaban relajados desde agosto del año pasado, cuando perdieron la oportunidad de clasificarse para los Juegos Paralímpicos durante un torneo europeo. Fue tras un empate a cero contra Turquía, en la fase de penaltis. Les metieron el primer gol de toda la competición y sin embargo eso los dejó fuera, ya que solo había dos plazas para Río: “No clasificarnos fue el mayor fracaso deportivo de mi vida. Ahora de la nada nos lo dan todo. Vamos a comernos a quienes se nos ponga delante”, asegura el portero, Pedro.

La selección española debutará el próximo 9 de septiembre contra China, uno de los equipos más fuertes. Según Carratalá, el mayor rival al que podrían llegar a enfrentarse es el flamante conjunto anfitrión: “Desde que el fútbol para ciegos es deporte paralímpico, Brasil ha ganado todas las paralimpiadas y los mundiales”.

En el ranking del entrenador, le sigue Argentina, luego China y España, igualados. Puede que España vaya a Río por una carambola, pero eso no significa que no tengan opciones de medalla: “Es un regalo, pero nos lo merecemos”, advierte Pedro, el portero.

Ver para creer

Con el fútbol para ciegos ocurre algo curioso y paradójico: hasta que uno ve un partido no imagina lo que los jugadores son capaces de hacer. Ellos lo cuentan con toda naturalidad, están acostumbrados a que la gente se sorprenda de cómo se pasan el balón con los ojos cubiertos, cómo hilan jugadas y chutan cañonazos a puerta. En esta modalidad de fútbol para invidentes los porteros sí ven, por eso ya es costumbre que después de los goles, vengan las bromas. “Es impresionante cuando ves por primera vez la superación del ser humano. Te lo pueden contar, pero no te lo imaginas”, cuenta Pedro, que lleva desde 2008 como guardameta en equipos de ciegos.

Adolfo Acosta, conocido como Fito, es uno de los veteranos de la selección española. Juega al fútbol desde los quince años. Como casi la totalidad de sus compañeros, actualmente trabaja vendiendo cupones. “Nuestro fútbol es un poco más lento, pero igual de emocionante”, dice. Para Fito, los juegos paralímpicos suponen otra dimensión en cuanto a experiencia deportiva: “Por los recursos, por la repercusión, sobre todo por el público”.

En España hay una decena de equipos de fútbol integrados por jugadores invidentes. Los partidos de liga, que se celebran cada quince días, transcurren en silencio, por motivos técnicos pero también por falta de público. Los motivos técnicos tienen que ver con las indicaciones del guía, una figura distintiva de esta modalidad. El guía, que tampoco tiene discapacidad, se coloca detrás de la portería contraria. Cuando el balón entra en ese tercio del campo y se aproxima a la meta, tanto el guía como el portero rival pueden empezar a hablar a sus respectivos defensas y atacantes. 

La selección española de fútbol para ciegos se concentra una vez al mes. Los jugadores, rivales en la liga, son más que compañeros y el entrenador —que también está al frente del equipo de Alicante—, es más que un míster: “Desde el punto de vista deportivo hay pocas diferencias con la selección profesional. Levantarte, desayunar, entreno, sesión de gimnasio, fisio, médico. A nivel de clubes, tengo que pasar a buscar a los jugadores a sus casas, dejarles después. Es un trato mucho más familiar y cercano, explica Carratalá.

A pesar del esfuerzo de los deportistas con los tres entrenos semanales, los partidos de liga y las citas con la selección, el fútbol no les permite dejar de trabajar. La beca del Consejo Superior de Deportes supone una pequeña ayuda mensual en la cuenta de cada uno, pero varía en función de los éxitos y pueden llegar a perderla.

Precisamente, la selección española de fútbol para ciegos perdió la beca el año pasado, al no clasificarse para Río. Un año después, toca recuperarla en este giro de guión. Así lo ve Carratalá. “Los veteranos pensaban que no iban a poder volver a unas olimpiadas, y los jóvenes nunca han vivido algo así. La experiencia de los unos y las ganas de los otros nos hacen ser optimistas, aunque esto haya venido de sopetón”.

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