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La X Solidaria, esperanza de miles de familias

La trabajadora social Itziar Gimenez entrega la comida diaria un indigente, que lleva dos años viviendo en el coche, en Llucmajor, Mallorca.

EFE

Madrid —

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Julia es una mujer nueva a los 79 años tras divorciarse de su marido, que la maltrataba; María, una niña sorda, acude al colegio con normalidad gracias a la rehabilitación que recibe; Diego Armando recoge comida en un comedor social; a los hijos de Ana, víctima de maltrato, les ayudan con las tareas escolares, y Álvaro, un joven con autismo, puede salir de excursión con sus amigos; y todo esto es posible por marcar la X Solidaria.

El gesto de poner una X en la casilla 106 de Actividades de interés Social de la declaración de la Renta (IRPF), que no tiene coste para el contribuyente, sumó una recaudación superior a 360 millones de euros en 2019 -cuando la marcaron 11 millones de personas (el 56%)-, que fueron destinados a programas que desarrollan en distintos ámbitos las entidades sociales.

Aún hay tiempo de hacerlo hasta el 30 de junio, cuando finaliza el plazo de la Renta.

“Que nadie tenga ninguna duda, porque llega a la gente que lo necesita”, asegura Carmen Blázquez, madre de un joven con trastorno del espectro del autismo (TEA) beneficiario del programa Respiro Familiar de la Fundación Antares.

En Sevilla, Diego Armando, de nacionalidad nicaragüense, acude al Comedor Social San Juan de Dios. Trabajaba en el campo y se quedó en paro al paralizarse la actividad; ahora están empezando a llamar a algunos de sus compañeros, pero él no tiene los papeles en regla. Vive con su mujer y dos hijos en una casa de alquiler en un pueblo próximo a la capital hispalense.

“Desesperado” llegó hace unas semanas a este centro, donde recoge la cesta mensual de alimentos: unos 70 kilos de productos para que las familias puedan cocinarlos en sus casas, además de productos de limpieza y aseo personal.

“Estamos viendo un nuevo perfil de personas que nos piden alimentos, esos trabajadores en paro recientes; en la mayoría de los casos tienen el rostro de mujeres del centro y sur de América que eran cuidadoras o limpiadoras, se han quedado sin empleo y tienen hijos a su cargo”, explica a Efe, Ignacio Romero, de Servicios Sociales San Juan de Dios.

Entre los usuarios de ese programa de garantía alimentaria -que se cubre con la aportación de los contribuyentes- hay también muchas personas “sin hogar o que viven en infraviviendas, en coches, talleres, en un sillón prestado” a los que entregan comidas ya cocinadas, además de facilitarles servicios de duchas o de peluquería.

Begoña Serrano, es la coordinadora del área de Mujer de Movimiento por la Paz, que financia con la X Solidaria el Punto de Atención a la Mujer, situado en Puente de Vallecas (Madrid).

A ese centro van mujeres como Julia, que acudió a preguntar cómo podía divorciarse porque su marido “no le trataba bien”.

“Julia es una mujer del barrio, que llevaba más de 40 años con su marido, no tenía amigas, ni redes sociales y apenas sabe leer y escribir: Prácticamente él la había 'educado' como ha querido”, cuenta a Efe.

Tras hablar con una trabajadora social y una psicóloga, la mujer relató situaciones de maltrato, principalmente psicológico, y aunque al principio fue reacia a denunciar porque no tenía confianza en sí misma, finalmente lo hizo tras un intento de agresión.

“Le acompañamos a las visitas a juzgados y acude al centro a hacer actividades; un día pedimos que dibujaran un cuadro para manifestar sus sentimientos y dibujó una estrella con la palabra libertad; ahora Julia tiene amigas de su edad y cobra una renta activa de inserción; en dos años le ha cambiado la vida”, señala.

En la Federación de Mujeres Progresistas han readaptado sus actividades por la COVID-19 y han puesto en marcha, con la financiación de esta casilla, un programa de apoyo escolar a hijos de mujeres vulnerables víctimas de maltrato.

“Intentamos ayudar a esas familias monomarentales, que sufren la brecha digital educativa; muchas madres tienen dificultades para apoyar a sus hijos en sus tareas escolares”, asegura a Efe Carolina Ortega, responsable de programas de voluntariado.

Voluntarios del programa Empodérate, como Luis, un profesor de matemáticas de 53 años, se conectan dos veces en semana para dar clases de refuerzo y resolver dudas a los escolares de estas mujeres en el desarrollo en línea del curso escolar. Además graban vídeos explicando conceptos de matemáticas que en ocasiones resultan complejos de entender.

Carmen y su familia pueden disfrutar de estancias de respiro, gracias a otro de los programas a los que les llega la generosidad de los españoles. “Álvaro (con TEA) puede viajar con chicos de su edad y nosotros hacer tareas cotidianas y salir de casa; lo que más ansiamos es poder descansar de esa vigilancia continua de 24 horas que tenemos sobre él, que nos agota muchísimo y poder hacer las cosas que hace el resto de la gente”.

También Teresa, mamá de María, una niña que nació sorda y que acude al programa de Logopedia de ASPAS-Valencia. Actualmente está en Tercero de Primaria y todas las semanas recibe una sesión, que ahora mantiene a través de Skype, donde hace dictados, ejercicios y otras actividades.

“Esta rehabilitación es vital para ella, le ha permitido adquirir una expresión oral similar a la de los niños y niñas de su edad; se expresa, va al cole y saca unas notas muy buenas”, relata.

Ana Rodrigo

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 12397055 y otros)

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