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El Vaticano negará el funeral católico a quien decida esparcir sus cenizas

Los cementerios reclamarán una ley para impedir tirar cenizas en la naturaleza

Jesús Bastante

Aquellas personas que, en sus testamentos, dictaminan su deseo de ser incinerados, y que sus cenizas sean esparcidas en la naturaleza o entre sus seres queridos, verán cómo la Iglesia prohíbe que se celebren funerales o responsos por su alma. En una curiosa vuelca de tuerca a las normas vaticanas, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha presentado este mediodía unas nuevas instrucciones, en virtud de las cuales “en el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias”.

Las normas se recogen en la instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, que este mediodía ha presentado el cardenal Müller, prefecto de Doctrina de la Fe.

En las mismas, se recoge cómo “no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar”, ni “la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua”, o su conversión en recuerdos conmemorativos.

Así, “sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar”. Las mismas, sin embargo, “no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación”.

“Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista -se lee en el texto-, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.

El documento arranca resaltando la importancia de la muerte y la resurrección en el ámbito de la fe, y recordando cómo en 1963 se comenzó a permitir la cremación. Sin embargo, esta práctica “se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia”.

Para la Santa Sede, “la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos”.

“Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica”, reconoce el texto, ya que “la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo”.

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