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TORO DE LA VEGA

“Cuando los animalistas íbamos a Tordesillas algunos vecinos nos esperaban con garrotas”

Silvia Barquero y Luis Víctor Moreno, presidente y vicepresidente de Pacma. / S.P

Sofía Pérez Mendoza

Este 13 de septiembre es el primero que no hará falta protestar en Tordesillas contra el Toro de la Vega. Un decreto de la Junta de Castilla y León impide matar al toro tras años de protestas, confrontación y violencia entre los habitantes del pueblo y los animalistas. La res no será lanceada el martes, aunque sí se celebrará un encierro de cinco kilómetros cuya meta será la vega del río.

Silvia Barquero y Luis Moreno se conocen el pueblo palmo a palmo. Durante varios años organizaron las concentraciones de Pacma, partido del que son presidenta y vicepresidente, en Tordesillas. Y también las sufrieron: “Ya en el desvío de la autovía que daba entrada al pueblo nos esperaban algunos vecinos con las garrotas. No éramos bienvenidos y la Guardia Civil tenía que escoltar nuestros autobuses”, cuenta Moreno.

Barquero contribuye en la reconstrucción de los recuerdos. De eso hace ya al menos cinco años. “Una vez –relata– nos rompieron los cristales de los autobuses  con piedras y los compañeros cuentan que en años anteriores hasta les tiraban huevos congelados”.

Breve historia de las protestas

Las protestas comenzaron en 2005 en la plaza del municipio y se siguieron desarrollando allí solo un año más, porque “la tensión era muy desagradable”, dice Barquero. Después se trasladaron a otra zona del pueblo y, por último, a la vega, donde se daba muerte al toro y hubo protestas hasta 2011. Esa fue la última vez, con la campaña de Pacma de “Rompe una lanza”, que los activistas manifestaron su rechazo al festejo in situ

“Vimos que no era positivo generar ese enfrentamiento. Al final estábamos gritando contra los tordesillanos pero los que podían evitarlo estaban tan contentos y tranquilos”, explica Luis Moreno. El siguiente paso era Madrid, donde se trasladaron las protestas y se combinaron con las propuestas y negociaciones con los partidos políticos.

Infiltrados para grabar

Javier Moreno, de Igualdad Animal, sufrió año a año durante cuatro la confrontación con los vecinos –la física y la verbal– y aún tuvo ganas de infiltrarse en varias ocasiones en la vega para filmar la muerte del toro. En 2009 grabó un vídeo que tuvo gran difusión en medios nacionales e internacionales. “Fue una experiencia traumática, de verdad. La sensación es de mucho miedo, imagínate que hubieran descubierto que estaba con la cámara en ese contexto de tanta violencia. No sé qué habría pasado”, relata a eldiario.es.

Moreno tiene recuerdos muy concretos de momentos que se detiene a describir con gran detalle. “Después de quitarle la lanza, el animal estaba tirado en el suelo, desangrándose. Un tordesillano se subió de pie encima del toro y empezó a mover los brazos jaleando su victoria. Mientras un grupo le cogía a hombros como el vencedor, el otro le increpaba con violencia. No estaban de acuerdo en el resultado. Al final tuvo que intervenir la Guardia Civil porque la cosa iba a llegar a las manos”.

Las imágenes, acuerdan los tres activistas, han sido sus grandes aliadas. “Hablan por sí mismas, solo tenemos que dejar que la gente las vea y se espante. Quien maltrata lo está poniendo en bandeja porque la sociedad española ya no lo permite”, dice Barquero, consciente de que las grabaciones han sido un “revulsivo”. “Si fuera por los habitantes de Tordesillas, esto se habría mantenido oculto porque sabían que se volvería en su contra”, completa Luis.

En ediciones anteriores del festejo era común presenciar tensiones de los participantes con los medios de comunicación. Se produjeron incluso algunas agresiones a cámaras y periodistas. “Para los redactores acreditados era imposible meterse ahí, y menos con cámaras. Así que lo que solíamos hacer es que les pasábamos las imágenes al final. Todo muy clandestino. Recuerdo que un año quedamos en un hotel para darles el material y los trabajadores debieron dar aviso de que allí estábamos los activistas y los medios. Tuvimos que salir corriendo”, cuenta Javier Moreno, director internacional de Igualdad Animal.

La malograda marca “Toro de la Vega”

Dicen los activistas que la marca Toro de la Vega les ha terminado saliendo cara a los tordesillanos. “Cambiaron el nombre a los polvorones de allí y hay empresas que no quieren celebrar nada en el parador de Tordesillas, un lugar maravilloso. El pueblo y la fiesta se asocian con maltrato”, explica Luis Moreno. El alcalde, del PSOE, se reunió en alguna ocasión con Barquero, cuenta ella. “Bueno, era difícil sacarle del argumento de que él hacía lo que querían sus vecinos”.

¿Y este año? “Para nosotros, si hay indicio de maltrato, a partir de ahora será ilegal y pondremos todos nuestros recursos legales y jurídicos para evidenciarlo. La batalla está ganada”, sentencia Moreno, que confía en que “las autoridades no van a permitir que cuatro vecinos se salten la ley y les dejen en evidencia”.

“Nos ha costado mucho más tiempo del que esperábamos. Nos hemos dejado la piel en esto”, dice Barquero. “Y las lágrimas”, añade Luis Moreno. Los dos se conocieron en 2002 en una manifestación en Madrid y hoy, 16 años después, se emocionan juntos en una mesa rodeados de cajas de cartón con camisetas y pancartas.

“El Toro de la Vega –remata Luis– ha sido un primer paso que demuestra que es posible acabar con los festejos que utilizan animales. Se ha abierto una puerta para acabar con la imagen de España como icono del maltrato animal”.

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