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Una alianza transfronteriza para afrontar el riesgo sísmico en los Pirineos

Una alianza transfronteriza para afrontar el riesgo sísmico en los Pirineos
Barcelona —

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Barcelona, 4 may (EFE).- Miles de terremotos retumban cada año bajo los pies de los Pirineos a lado y lado de la frontera entre España, Francia y Andorra: la mayoría apenas se perciben, otros no son más que pequeños temblores y unos pocos provocan sacudidas que hacen caer algún cuadro mal colgado u objetos de las estanterías.

Sin embargo, existe el riesgo de que algún día, como ya sucedió en el pasado, se produzca un gran terremoto con capacidad destructora que provoque daños en la región.

Ante este peligro latente surge una pregunta: ¿Están los territorios de los Pirineos preparados para un gran terremoto y la gestión de una gran crisis?

El proyecto “Por una cultura común del riesgo sísmico” (POCRISC), financiado al 65 % por fondos europeos FEDER a través del Programa Interreg V-A España-Francia-Andorra (POCTEFA), une a expertos en sismología y responsables de protección civil y emergencias de los tres países para intercambiar conocimientos y mejorar herramientas de gestión de las crisis sísmicas que permitan mitigar los daños de un desastre natural imprevisible e inevitable como un terremoto.

TERREMOTOS EN LOS PIRINEOS

“Estamos en una zona donde hay pocos terremotos fuertes, por lo que desaparecen de la memoria colectiva y la ciudadanía piensa que no sucederán nunca”, apunta a Efe la jefa del área de Geofísica del Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC), Sara Figueras.

“Entonces, de alguna forma, el riesgo es más alto porque no estamos preparados, no sabemos qué hacer, cómo reaccionar ni cómo afectará a las viviendas. A veces, el hecho de que los Pirineos sean una zona de sismicidad moderada hace que el riesgo sea más alto que en una zona donde cada año tienen un terremoto potencialmente destructivo, porque están acostumbrados”, añade.

No obstante, recuerda Figueras, en el siglo XV, entre 1427 y 1428, la región sufrió una grave crisis sísmica con distintos terremotos de una magnitud estimada cercana a los 6 grados en la escala de Richter en el norte de Cataluña, que afectaron también al Pirineo francés, y que acabó el 2 de febrero de 1428 con un gran sismo de 6,5 grados que dejó más de mil víctimas y provocó la desaparición total de algunos núcleos urbanos.

Según estudios realizados en proyectos transfronterizos anteriores, cada año en la región pirenaica se producen unos 80 sismos de magnitud 3 y dos de magnitud 4, mientras que los de magnitud 5 ocurren aproximadamente cada década y un gran terremoto de magnitud 6 tendría lugar cada 200 años.

UNIÓN TRANSFRONTERIZA

Ante esta situación, el proyecto POCRISC, coordinado por el ICGC y formado por 11 socios y otros 9 colaboradores, tiene como objetivos mejorar la preparación para la crisis sísmica, reducir las vulnerabilidades de los edificios y optimizar la intervención post-sísmica.

En un reciente debate, expertos del ICGC, el Servicio Geológico francés (BRGM), el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) francés y del Instituto de Estudio Andorranos (IEA), así como responsables de protección civil de Cataluña y Francia, presentaron las herramientas desarrolladas en el marco del proyecto.

Entre ellas hay unos mapas que estiman el daño de los sismos en tiempo casi real, una aplicación móvil para evaluar la vulnerabilidad sísmica y los daños posteriores a un terremoto o un sistema de monitoreo de las redes sociales para recopilar información que puede pasar inadvertida.

La investigadora del BRGM Caterina Negulescu remarcó en este seminario que a la hora de evaluar el riesgo sísmico de la región debe tenerse en cuenta tanto el peligro sísmico, es decir, la probabilidad de que ocurra un terremoto con un efecto destructivo, como la vulnerabilidad, que mide el comportamiento de los edificios y las posibilidades que tienen de sufrir daños cuando se produce un terremoto de determinada magnitud.

Al respecto, puso de relieve que, mientras que el peligro sísmico está determinado por la naturaleza y no se puede reducir, la vulnerabilidad sí que depende de la acción humana y puede reducirse mediante el diseño de construcción antisísmico.

En la misma línea, su colega del Bureau Central Sismologique Français (BCSF) Christophe Sira remarcó: “Temblores de igual gravedad producirán un daño mucho mayor en Estambul que en Tokio simplemente debido a la diferente vulnerabilidad de los edificios de un sitio y otro”.

HERRAMIENTAS PARA UNA CRISIS SÍSMICA

En el caso de los Pirineos, además del riesgo que puede suponer que parte de los edificios fueran levantados antes de la aplicación de normativas de construcción antisísmica, que en España se aprobó en 1974, la jefa del Servicio Logístico y Operativa Territorial de Protección Civil de Cataluña, Rosa Mata, apunta que, a pesar de contar con planes de emergencia para estos desastres, la falta de experiencia sobre el terreno puede generar incertidumbres.

“Proyectos como este nos obligan a trabajar cuestiones que a lo mejor de normal dejaríamos un poco aparcadas, porque las prioridades del día a día, lo que ocurre más a menudo, son otras”, señala Mata, enfatizando que en el marco de POCRISC se organizan distintos ejercicios y simulacros para poner en práctica las nuevas herramientas.

Desde Protección Civil, que como el resto de cuerpos de emergencias se beneficiará de los resultados del proyecto, remarcan que los mapas de evaluación del daño a tiempo casi real desarrollados, que se nutren de las informaciones de las estaciones sismográficas y de información ciudadana automatizada, son una herramienta muy útil, pues les permite tener una primera idea de qué puede haber pasado.

Otra novedad desarrollada por POCRISC es el monitoreo de las redes sociales, una técnica relativamente nueva usada sobre todo en márketing pero que en este caso se ha adaptado para rastrear en Twitter, Instagram y Facebook informaciones sobre la emergencia que no aparezcan en las fuentes de información tradicionales.

LA EXPERIENCIA DE LORCA

Con el recuerdo muy presente del terremoto de Lorca (España) de 2011, que provocó 9 víctimas mortales, 350 heridos y dejó 30.000 inmuebles afectados, se ha desarrollado una aplicación móvil para facilitar la evaluación de los daños sísmicos en los edificios y evitar problemas que se produjeron entonces, como la falta de formación o los criterios dispares de evaluación que hicieron que algunos edificios gravemente afectados fueran catalogados inicialmente como habitables.

“Cuando ocurrió el terremoto de Lorca teníamos en marcha un proyecto transfronterizo previo. Pero a la hora de definir POCRISC teníamos la experiencia de Lorca y vimos que era un sismo que podía producirse en los Pirineos, por lo que nos surgió la necesidad de estar más organizados y tener herramientas comunes, porque los terremotos no tienen fronteras”, concluye Figueras.

Marc Corominas Planas

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