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En busca de otra Tierra: los dos nuevos planetas descubiertos desde Almería se suman a una larga lista de candidatos

Representación artística de exoplanetas potencialmente habitables junto a la Tierra y Marte

Teguayco Pinto

Un equipo de internacional de investigadores anunció este martes el descubrimiento de dos nuevos planetas cuyo parecido con la Tierra les convierte en candidatos a albergar vida. La lista de planetas de este tipo no ha dejado de crecer durante los últimos años y ya son varias docenas los que reúnen las condiciones preliminares que los científicos consideran adecuadas. Sin embargo, sigue habiendo muchas más dudas que certezas sobre lo que esconden todos esos objetos rocosos. Varios especialistas en esta materia cuentan a eldiario.es por qué buscamos estos planetas, si estamos cerca de confirmar la presencia de vida en alguno de ellos y, sobre todo, qué haremos si se confirma el hallazgo.

“Buscamos esos planetas para estudiar su geofísica, para ver la arquitectura de otros sistemas planetarios y compararla con el nuestro y para buscar vida”, explica a este medio Jean Schneider, investigador del Observatorio de París. En esencia, según este físico, estudiamos otros planetas para entender la evolución del nuestro.

Schneider es una de las personas que más tiempo ha dedicado a la catalogación de los exoplanetas que ha descubierto el ser humano y, para ello, fundó hace más de dos décadas la Enciclopedia de Planetas Extrasolares. “La creé en febrero de 1995, hace casi 25 años”, afirma.

En aquella época, el catálogo estaba limitado a muy pocos candidatos, solo había cinco, pero Schneider tenía “la esperanza de que algún día hubiera más” y así fue. Con el paso de los años la lista ha ido creciendo y, “a 19 de junio de 2019, tenemos 4.086 planetas confirmados y otros 2.484 planetas más, en espera de confirmación”.

El más parecido a la Tierra

Sin embargo, de todos los planetas que se han sumado a la lista, apenas unas pocas docenas tienen unas características que llaman la atención de los científicos y, en este sentido, los dos últimos, descubiertos desde el observatorio de Calar Alto en Almería, son los más interesantes. “La gran diferencia entre este descubrimiento y otros similares es que estos dos nuevos planetas tienen una masa más parecida que los anteriores a la de la Tierra y orbitan una de las estrellas más cercanas a nuestro Sistema Solar”, explica a eldiario.es Abel Méndez, profesor de la Universidad de Puerto Rico.

Méndez es el director del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria, institución responsable del Catálogo de Exoplanetas Habitables, que reúne a todos los candidatos a albergar vida que se han descubierto hasta ahora. Los planetas de este catálogo están ordenados por su parecido con la Tierra y uno de los dos que acaba de ser descubierto, bautizado Teegarden b, ha pasado a ocupar el primer puesto de la lista.

Para determinar el parecido de un planeta a la Tierra los miembros de esta institución han creado el Índice de Similitud con la Tierra, que varía entre 0, sin ningún parecido, y 1, idéntico a la Tierra. Usando este parámetro, cualquier cuerpo planetario con un valor superior a 0,8 puede ser considerado similar a nuestro planeta, es decir, que es probablemente rocoso y mantiene una atmósfera templada. Teergarden b ha obtenido un resultado de 0,95, lo que supone 5 puntos por encima de cualquier otro exoplaneta conocido y más de quince puntos por encima de un viejo conocido de la Tierra, el planeta Marte.

Los nuevos telescopios gigantes

Sin embargo, este índice no ofrece información sobre su habitabilidad. Los planetas con valores en el rango de 0,6 a 0,8, como, por ejemplo, Marte, podrían seguir siendo habitables, ya que la habitabilidad depende de muchos otros factores. “Hay muchos aspectos de un planeta que afectan a su habitabilidad que no podemos conocer ahora mismo, como su propia rotación, si tienen o no campo magnético y, lo más importante, si tienen atmósfera y cómo es”, explica a eldiario.es uno de los autores del descubrimiento de los planetas de Teegarden, el investigador del Instituto Astrofísico de Canarias, Jonay Isaí González.

La idea de utilizar este tipo de índices es establecer una lista de candidatos para poder hacer estudios en mayor profundidad y descartar aquellos que, a priori, no sean tan interesantes. “Estudiar la atmósfera de estos planetas es el próximo paso y es lo que haremos con los telescopios gigantes de la próxima década”, afirma González.

Entre los proyectos de telescopios gigantes más avanzados destacan el Telescopio de Treinta Metros (TMT, por sus siglas en inglés) desarrollado fundamentalmente por EEUU y el Telescopio Extremadamente Grande (ELT, por sus siglas en inglés), desarrollado por el Observatorio Europeo Austral y que tendrá un diámetro de 39 metros. Este último será el más grande del mundo y su diámetro será casi 4 veces mayor que el Gran Telescopio de Canarias, el mayor telescopio óptico de la actualidad.

“Lo que intentaremos con estos telescopios será buscar los compuestos químicos que se detectarían si observásemos la Tierra desde fuera y que nos indicarían si el planeta puede contener alguna forma de vida”, afirma González. “No sabemos lo que hay fuera, así que siempre buscamos vida como la nuestra, basada en carbono, y encontrarla sería uno de los avances científicos más importantes del ser humano”.

La vida en otros planetas

Pero la posibilidad de detectar vida en otros planetas plantea otra serie de dudas, como qué hacer a partir de entonces. Para Méndez, “si descubrimos indicios de vida en otro lugar, el próximo paso será entender su complejidad y su relación con la Tierra, si hay alguna”, lo que nos permitirá “aprender sobre nuestros orígenes” y sobre “cómo mantener estable nuestro planeta para la vida en el futuro”.

Según este investigador, “se ha especulado que la vida pudo haberse originado en otro lugar y se esparció por la galaxia hace mucho tiempo, desarrollándose solo en aquellos planetas aptos”. Partiendo de los datos de la misión Kepler, dedicada a la búsqueda de exoplanetas, hace unos años se estimó que pueden llegar a existir aproximadamente unos 40.000 millones de planetas similares a la Tierra solo en la Vía Láctea, por lo que si la vida se esparció por la galaxia, pudo haber llegado a varios de esos planetas, lo que abre vías a la especulación.

“La posibilidad de que pueda existir vida hace que nos planteemos si en un planeta puede haber una civilización que nos esté observando a nosotros”, afirma González. “Esto es especulativo, pero es interesante saber que por la posición del sistema planetario de Teegarden, ellos pueden ver un tránsito de la Tierra en torno al Sol”, asegura este astrofísico.

El poder ver el paso de un planeta frente a su estrella permite a los investigadores analizar su atmósfera cuando es atravesada por la luz del astro. “Nuestro tránsito alrededor del Sol es observable desde esos planetas, por lo que si hubiera una civilización en Teegarden podrían obtener muchísima información sobre nosotros”, afirma González. En cualquier caso, este astrofísico destaca que esto es solo una mera curiosidad, ya que la probabilidad de que haya civilizaciones avanzadas en un entorno tan cercano de nuestra galaxia es baja, aunque sigue siendo objeto de debate entre pensadores y científicos.

Los viajes interestelares son ‘ciencia ficción’

Otra idea con la que se especula cada vez que se produce este tipo de descubrimientos es la de que la humanidad acabe habitando alguno de los nuevos planetas descubiertos. Sin embargo, los científicos coinciden en que eso “no es más que ciencia ficción”, afirma Schneider. “La estrella más cercana a la Tierra es Alpha Centauri, que está más de cuatro años luz y eso es mucha distancia”, explica González.

Con la actual tecnología de propulsión de cohetes se necesitarían decenas o cientos de milenios para recorrer las distancias que separan la Tierra de planetas como los Teegarden o Proxima Centauri b, el más cercano a nuestro planeta. Sin embargo, hay quien piensa más allá y especula con la posibilidad de cubrir esas distancias en poco más de 20 años.

Es el caso del proyecto Breakthrough Starshot, que contaba con el respaldo del ya fallecido Stephen Hawking y con el apoyo del dueño de Facebook, Marck Zuckerberg. El objetivo es desarrollar una flota de microsondas impulsadas con velas solares que se puedan enviar a los planetas más cercanos. “Lanzar una serie de sondas interestelares hacia estos planetas permitiría desarrollar su cartografía y ver sus continentes, océanos, bosques, etc.”, afirma Schneider. Pero para eso, aún queda mucho tiempo.

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