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Asturias busca repetir su “milagro” con más confinamientos hasta Semana Santa

Asturias busca repetir su "milagro" con más confinamientos hasta Semana Santa
Oviedo —

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Oviedo, 10 feb (EFE).- Asturias pasó de ser envidiada y vista como un ejemplo en la gestión de la pandemia a ser una de las comunidades que con más crudeza sufrió la segunda ola de coronavirus, una situación a la que dio la vuelta en poco más de un mes y que le permitió encarar la tercera en mejores condiciones que el resto del país, con una incidencia menor y más tardía, pero también con duras restricciones que mantendrá hasta Semana Santa.

No obstante, las características de su población, una de las más envejecidas del país y con una alta incidencia de enfermedades respiratorias, hacen que en Asturias la tasa de letalidad sea la más altas de España y que, al menos, cuatro de cada cien contagiados acabe falleciendo, más del doble de la media nacional.

Hasta el día 8 de febrero habían contraído el virus en Asturias 39.922 personas, menos del 4 por ciento de su población, y de ellas 1.607 habían fallecido, según el registro del Ministerio de Sanidad, lista a la que la autoridades sanitarias asturianas suman unos 300 muertos más al contabilizar también a los que dan positivo en los test rápidos de anticuerpos y no sólo por PCR.

En función de uno u otro registro, en Asturias han fallecido de 4 a 5 de cada cien contagiados, frente a los 2,1 de media del país.

El MILAGRO ASTURIANO

Asturias se mantuvo durante la primera ola de la pandemia como la comunidad autónoma y uno de los territorios de Europa con menor incidencia, y fue la única región en la que a lo largo de 25 días, entre mayo y el 6 de julio, no se detectó ni un solo caso positivo, situaciones que hicieron de esta comunidad uno de los lugares predilectos de los españoles para pasar el verano y que llevaron a hablar del “milagro asturiano”.

El autor de “Un viejo que leía novelas de amor”, Luis Sepúlveda, había sido el 29 de febrero el primer diagnosticado en Asturias, y también, un mes y medio después, uno de los primeros fallecidos durante la primera onda epidémica que dejó en esta comunidad a 2.435 contagiados y 335 muertos, en su gran mayoría residentes en geriátricos.

A principios de julio, cuando ya se habían contabilizaban más de 1.700 casos en dos semanas en Cataluña, o más del millar en Aragón, Asturias se convertía en la primera comunidad en estar libre de coronavirus durante más de 14 días seguidos, un polo más de atracción más para miles de turistas que llenaron pueblos, ciudades y parajes de toda la región y que llevaron a las autoridades sanitarias a alertar de que podría producirse un brote en cualquier momento.

El estricto confinamiento durante el estado de alarma, la escasa presencia del coronavirus, una de las mejores redes de atención primaria del país, la anticipación en el uso de las mascarillas, el cierre de colegios y de espacios públicos, el liderazgo en la realización de pruebas PCR y el sistema de rastreo implantado son algunos de los factores que hicieron de Asturias una isla y que el coronavirus se mantuviese durante meses a raya.

UN OTOÑO TRÁGICO

Pero el verano de récord finalmente se pagó y se reflejó en incrementos continuos en los contagios y decesos, que comenzaron a subir exponencialmente en octubre, siguiendo un patrón más similar al de los países del norte de Europa que al del resto de comunidades españolas, y que culminaron con un trágico noviembre en el que se contabilizaron 551 muertos y en el que Asturias pasó a encabezar los peores índices del país.

Las restricciones puestas en marcha a mediados de octubre, como la prohibición de consumir en la barra de los bares y la recomendación a la población de que se confinase en sus domicilios, no sólo no consiguieron bajar de 186 los casos por cada cien mil habitantes, sino que los contagios siguieron creciendo hasta alcanzar una incidencia de 650 el 18 de noviembre, el máximo de la segunda ola.

Para contener su expansión, el 23 de octubre se acordó el cierre perimetral de Oviedo, Gijón y Avilés, así como, tres días después, el de toda la comunidad, momento que el presidente del Principado, Adrián Barbón, aprovechó para volver a reclamar al Ejecutivo central que permitiese aplicar un confinamiento domiciliario como el de marzo, petición que, pese a la sintonía de ambos ejecutivos, fue objeto de discrepancia y de rechazo desde Madrid.

Esas medidas no dieron el resultado esperado por lo que para conseguir doblegar la curva de contagios, el Principado se vio obligado a cerrar el comercio tres semanas y la hostelería de la región durante 40 días, hasta el 14 de diciembre, en vísperas de unas Navidades en las que, como en el resto del país, se abrió la mano para la celebración de unas fiestas que los epidemiólogos vinculan al origen de la tercera ola.

No obstante, Asturias consiguió en poco más de un mes reducir significativamente los contagios, terminar el año como una de las comunidades autónomas con una menor incidencia acumulada a 14 días (118 casos), y empezar 2021 siendo de las que más tarde y más despacio empezó a notar la nueva onda epidémica.

TERCERA OLA

El 2 de enero, con una incidencia de 116 casos por cien mil habitantes, empezó en el Principado el ascenso de contagios, que un mes después alcanzó el máximo de la tercera ola y de toda la pandemia en la región (656), aunque el pico de hospitalizaciones en planta y en unidades de críticos, así como el de fallecidos, aún no se alcanzará hasta mediados de este mes, según las autoridades sanitarias.

Aunque preocupa el aumento de la presión asistencial, con poco más de 600 ingresados con confirmación o sospecha de covid en planta y de 120 en las ucis, la ocupación de éstos en las unidades de críticos ronda esta semana el 36 % -el 58 % incluyendo al resto de enfermos- y el 20 % en las camas de hospitalización, que se eleva hasta el 75 % si se incluyen todos los pacientes.

SACRIFICAR LA SEMANA SANTA

En esta ocasión, para contener la pandemia se ha optado por un modelo selectivo de cierres perimetrales , en función del nivel incidencia de cada municipio que actualmente están vigentes en 19 de los 78 concejos asturianos y afectan a más del 85 por ciento de la población.

Además de verse confinados en sus municipios, los vecinos sólo pueden consumir en terrazas -en cinco municipios, entre ellos Avilés, ni siquiera eso-, reunirse en grupos máximos de 4 personas, y sólo entre convivientes en los domicilios, y no pueden comprar en grandes superficies ni acudir a complejos deportivos.

Aunque la incidencia acumulada ha bajado ya de los 600 casos y se da por superado desde hace una semana el pico de la tercera ola, sin haber alcanzado nunca la media nacional y lejos de los más de mil casos por cada cien mil habitantes que llegaron a registrarse en ocho comunidades autónomas, el presidente del Principado ya ha advertido de que no intentará salvarla y sacrificará la Semana Santa.

Para ello se mantendrá durante el puente el cierre perimetral de toda la comunidad y el de los municipios que presenten peor evolución, con las limitaciones de movilidad que entrañan, para evitar, en palabras del presidente autonómico, la llegada de “una cuarta ola brutal”.

LA CEPA BRITÁNICA

La rápida expansión de la cepa británica, que ya está detrás de la mitad de todos los contagios que se dan en Asturias, es ahora el principal motivo de preocupación para las autoridades sanitarias que, al ser más contagiosa, ven un riesgo real de repuntes porque esta variante del coronavirus va a ser la dominante en cuestión de días, en un momento en el que la población vacunada sigue siendo muy baja.

Alrededor del 2,5 por ciento de su población ha recibido ya las dos primeras dosis, el doble de la media nacional, y entre ella los más de 23.000 trabajadores y residentes en los más de 250 geriátricos de la región en los que durante la tercera ola se han registrado un 5 por ciento del total de contagios de la comunidad, frente al 32 por ciento de la primera, o el 12 por ciento de la segunda.

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