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La Universidad de Stanford investigó si varios de sus miembros participaron en la creación de bebés modificados

Un científico dice que la edición del ADN de bebés podría hacerlas más inteligentes

Teguayco Pinto

La investigación sobre el experimento que dio lugar a los dos primeros bebés editados genéticamente en China continúa ofreciendo datos preocupantes y algunas partes empiezan a señalar responsabilidades más allá del país asiático, especialmente en EEUU. El periódico estadounidense The New York Times revelaba el pasado domingo que el profesor de la Universidad de Stanford, Stephen Quake, estaba siendo investigado por su institución después de que los responsables de la universidad a la que pertenecía He Jiankui, el investigador chino que llevó a cabo el experimento, asegurasen en una carta que Quake le ayudó con su trabajo.

En la misiva desvelada por el rotativo estadounidense, el presidente de la South China University of Technology, institución en la que trabajaba He Jiankui, asegura que “el profesor Stephen Quake dio instrucciones para la preparación e implementación del experimento, la publicación de documentos, la promoción y las estrategias para reaccionar después del comunicado de prensa”, unas acciones que “violan la ética académica internacionalmente reconocida y los códigos de conducta, y deben ser condenadas”.

En una entrevista realizada al mismo diario, Quake ha negado las acusaciones y ha asegurado que sus correos electrónicos han sido malinterpretados. Según el Times, que ha tenido acceso a estos correos, los mensajes muestran los consejos que Quake ofreció a He, como el de obtener los permisos pertinentes de las instituciones chinas para desarrollar el experimento o sobre cuándo y cómo presentar su investigación públicamente. Sin embargo, “ninguno de los mensajes sugiere que Quake estuviera involucrado en el trabajo”, afirma el periódico.

Dos días después de la publicación de esta información, la universidad de Stanford publicó los resultados de la investigación interna que no solo había afectado a Quake, sino a todos los investigadores que habían mantenido contacto con He tras su estancia en esta universidad entre 2011 y 2012. La institución concluye que ninguno de los investigados participó de forma directa en el experimento y asegura que todos le expresaron sus reticencias sobre el proyecto. 

Rechazo internacional y falta de normas

En noviembre, el investigador chino He Jiankui causó una gran controversia a nivel mundial después de afirmar que había creado los primeros bebés del mundo editados genéticamente. La comunidad científica se distanció de He y condenó el experimento calificándolo de arriesgado, irresponsable y poco ético.

Las propias autoridades chinas iniciaron una investigación que concluyó que este científico había “violado seriamente la ética, la integridad de la investigación científica y las regulaciones estatales”. A nivel internacional no faltaron las voces que criticaron el experimento por suponer una violación de todas las líneas rojas del campo de la genética. La Organización Mundial de la Salud concluyó que crear bebés editados genéticamente es algo “irresponsable”, mientras que un grupo de 18 especialistas en bioética de siete países pidió “una moratoria mundial” sobre este tipo de experimentos.

Sin embargo, las investigaciones iniciadas por diversas instituciones y medios de comunicación desde que se realizó el anuncio han demostrado que no eran pocos los investigadores que conocían el experimento y que no se mostraron tan beligerantes, a pesar de que, de puertas para fuera, solo se hizo pública una repulsa internacional sin reservas.

Muchos científicos conocían el experimento

El investigador chino había contactado con al menos media docena de científicos prominentes de EEUU para hacerles saber los progresos de su proyecto. Incluso el propio Quake asegura que él mismo contactó con otros reconocidos investigadores, cuyo nombre no ha revelado, para pedirles consejo sobre cómo actuar en este caso, y afirma que ninguno de ellos reaccionó de forma airada ante la noticia.

Entre los nombres que han salido a la luz destacan el del especialista en genética Matthew Porteus o el profesor de ética William Hurlbut, ambos pertenecientes a la Universidad de Stanford. También tuvieron conocimiento del experimento, aunque en una fase más avanzada, el investigador Mark DeWitt y una de las creadoras de la técnica de edición genética utilizada por He, Jennifer Doudna, ambos pertenecientes a la Universidad de California, Berkeley.

Prácticamente todos los involucrados aseguran que mostraron su rechazo a He y trataron de convencerle para que rehusara seguir con el experimento, pero ninguno informó a las autoridades sobre las intenciones del investigador chino y algunos se justificaron asegurando que no tenían claro cómo ni dónde hacerlo.

Otros, sin embargo, tuvieron incluso una presencia más destacada en el desarrollo del experimento, como el investigador de la Universidad de Rice, Michael Deem, quien aseguró a la agencia Associated Press que estuvo presente en China durante el proceso de consentimiento informado que se ofreció a las parejas que participaron en el proyecto, motivo por el cual también está siendo investigado.

Si bien es cierto que el caso puso de manifiesto la falta de frenos y normas internacionales sobre edición de ADN, las nuevas revelaciones parecen confirmar que el problema tiene más calado y que, lejos de ser un problema meramente normativo, refleja una crisis de valores dentro de la comunidad científica, tal y como han asegurado algunos expertos en bioética durante los últimos meses.

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