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Los cardenales españoles defienden abiertamente el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar

Sistach y Osoro, en Madrid

Jesús Bastante

“Si no damos importancia a la conciencia en la Iglesia, hacemos un teatro. ¿Le pedimos a la gente la partida de bautismo o si han confesado antes de darles la comunión? Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas”. En apenas medio minuto, el cardenal emérito de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha sintetizado el pensamiento del Papa Francisco en lo tocante a la polémica de los divorciados vueltos a casar.

Sencillo, claro y conciso, como su libro Cómo aplicar Amoris Laetitia (Claret), que este miércoles se ha presentado en Madrid. Un manual para concretar los principios de la exhortación pastoral de Francisco (AL), en especial en relación a su famoso –y polémico– capítulo VIII. “Si el interesado, en conciencia y ante Dios, constata que se da alguna circunstancia que hace que a la situación objetiva de pecado no le corresponde imputabilidad subjetiva grave, puede acceder a los sacramentos”.

El primado de la conciencia. “Rectamente formada, pero de la conciencia”. Sin más interpretaciones, como el propio Papa ya comentó, aunque algunos amenacen con “corregir públicamente” a Francisco. A ellos, los ultraconservadores, ha respondido este miércoles Sistach: “Es lamentable que las publiquen. Hay un principio de moral tradicional que dice que las circunstancias atenuantes y eximentes se pueden aplicar” al caso de los divorciados.

En opinión del cardenal, “el documento es claro. Y es que además, salió un documento de los obispos de la Región de Buenos Aires, y el Papa les contestó diciéndoles que no hay otra interpretación. Si el autor del documento considera que ésa es la interpretación, no es necesaria otra aclaración. El Papa ya les ha respondido escribiendo Amortis Laetitia”.

“Hoy, más importante que la pastoral de los fracasos, es el esfuerzo para consolidar los matrimonios y así consolidar las rupturas. Es preferible prevenir que curar”, apunta Sistach, que defiende la “naturaleza magisterial” de AL frente a los que quieren “desdibujar su carácter doctrinal”. “No son simples orientaciones pastorales. Es un documento pastoral, pero también de magisterio ordinario, que pide una aceptación y adhesión de los cristianos”.

“Acompañar, discernir e integrar”. Estas son las claves de la Iglesia de Francisco, que “no cambia nada de la doctrina de la Iglesia”, señala Sistach. El cardenal ha desvelado cómo él fue uno de los tres padres sinodales (los otros fueron el argentino Víctor Manuel Fernández -el teólogo del Papa- y el hoy cardenal de Panamá) que modificaron el número 85 del documento en estudio durante el Sínodo.

“Al principio, se hablaba directamente de confesión y comunión. Pero, después del café, en el camino hacia el Aula, hablando con el Papa, me dijo que valía más hablar de integración. Entonces me apresuré a preparar una propuesta en esta nueva orientación y la repartí a cardenales y amigos de distintos grupos. En el nuestro, tres miembros habíamos preparado una propuesta nueva para una mayor integración. De las tres similares, nos dijeron que hiciéramos una. Fue aprobada por el grupo y pasó al documento final”, cuenta.

Este cambio de orientación, ha recordado Sistach, resultó “muy positivo” porque “más que centrarse en que pudieran confesar y comulgar, convenía hablar de una mayor integración. Y para saberlo es necesario un acompañamiento y un discernimiento, que son medios para la integración”.

“Amortis Laetitia no admite a los divorciados y vueltos a casar a los sacramentos porque el Papa no habla de categorías, sino de personas, por lo que hay que hacer, en cada caso, el proceso de discernimiento, para ver si se puede, o no se puede. El Papa no hace otra cosa que lo que Juan Pablo II decía en la Familiaris Consortio, y lo ha llevado a las últimas consecuencias”, aclara Sistach.

“Hay que revisar estas 'prohibiciones', eso es la integración”, ha culminado el cardenal respondiendo a los sectores más inmovilistas, que entienden la Iglesia como una cárcel y no como la casa de misericordia por la que aboga Francisco.

Por su parte, el cardenal de Madrid, Carlos Osoro, ha querido agradecer a Sistach la publicación de este libro. “Has sabido captar la gran preocupación del Papa”, señaló, indicando que ésta “es una obra necesaria, porque aplica a la realidad lo esencial”.

En las preguntas posteriores, ambos fueron cuestionados por la aplicación práctica de la Amoris Laetitia. Porque una cosa es la teoría y otra la práctica. Por eso Sistach quiso escribir este libro. “Es más fácil de lo que puede parecer”, ha dicho, “porque es la decisión de la conciencia del interesado, el sacerdote solo tiene que ayudarle para ver en qué situación se encuentra”. El cardenal de Madrid sí ha reconocido haberse encontrado con bastantes casos, que “he acompañado en el primer momento, y luego he derivado a las personas que están dedicadas a esto”.

Finalmente, y sobre la maternidad subrogada, Sistach ha apuntado que “el tema de la bióetica es muy delicado y hay que tener mucha competencia para hablar de él”. Osoro, por su parte, tampoco fue más allá, aunque sí recordó que “todos tenemos derecho a estar en esa gran casa de la familia humana que tenemos que cuidar, luego no le quitemos el derecho al ser humano de tener la casa original de Dios. No vivamos de alquiler”.

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