Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La izquierda busca reconstruirse ante el nuevo ciclo político
El PP de Ayuso bloquea la investigación de los negocios de su pareja
Opinión - 'Un español cuenta algo muy sorprendente', por Isaac Rosa
Noticia de agencia

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.

El certificado de defunción inesperado

EFE

Madrid —

0

Pocos días después del sábado 13 de mayo de 2014, Elena Aisa recibió el certificado de defunción de su hijo, un papel donde está representada la vida que se quitó y en el que no se refleja la causa de esta muerte, que fue inesperada y demoledora para una familia para la que no existía la realidad del suicidio.

“Una familia normal”, que el propio hijo, de 20 años, definía como un “santuario”, tal y como ha contado su madre ante un auditorio en donde nunca había narrado su historia, el Congreso de los Diputados.

“Todos los que estamos aquí tenemos un certificado de defunción en nuestra casa, inesperado en general, aunque la mayoría hubieran estado en tratamiento”, ha dicho Elena ante los familiares, supervivientes al suicidio de un ser querido, que han asistido a una jornada reivindicativa por la prevención junto a profesionales de la salud y de emergencias.

Elena preside la asociación “Besar cada abrazo”, que agrupa a personas afectadas por el suicidio de un ser querido en Navarra, después de que su hijo, “sin esperarlo, increíblemente, falleció”.

“Fue una bomba nuclear. Directamente me rompió y te das cuenta después hasta qué punto te ha roto”, cuenta a Efe esta madre, que reconoce que su hijo no estaba bien en ese momento, aunque no tenía ningún tipo de trastorno mental.

Estaba en crisis personal, pero nada hacía pensar en su final, porque se relacionaba muy bien, era estudiante, tenía muchas actividades y muchos amigos. “Su mantenimiento cotidiano de la vida no estaba mermado”, cuenta.

¿Por qué entonces?. Esa es la pregunta que se hacen una y mil veces los familiares, aunque Elena tiene claro que “no hay una sola causa, por mucho que la busques, lo que puedes encontrar es la gotita que hace que el vaso, que está ya lleno, se sobrepase, pero es muy pequeña”.

Con el paso del tiempo ha sabido que su hijo “llevaba cuatro años sufriendo mucho en silencio”, sin embargo no lo aparentaba en su casa, ni con los amigos.

El entorno sufre la pérdida y lo hace en unas cifras terribles: por cada persona que se suicida, seis familiares, conocidos y profesionales sanitarios lo sufren.

Cecilia Borras, presidenta de la Asociación de supervivientes después del suicidio, la primera de este tipo que se creó y quien también sufrió muchos años el duelo por la muerte de su hijo, sabe que “no hay un solo por qué”, que es complejo.

“Para el entorno es difícil hablar del suicidio porque no lo entiende, no hay comprensión y te queda el por qué. Aquí no ocurre como en un accidente de trafico que un juez abre diligencias y determina cuál es la causa. Aquí está la decisión de una persona y eso te deja con esa sensación de por qué y pensando sobre qué influencia he tenido yo en esa decisión”, relata Cecilia.

Esta situación te arrastra durante meses en un proceso larguísimo de duelo, que Cecilia ha podido superar tras diez años. “Hay una cicatriz, pero puedo seguir adelante”, dice.

Carmen De la Fuente trabaja para hacer frente a la vida. Lo hace después de haberse intentado suicidar. Y lo hizo porque las fuerzas le abandonaron tras los cinco intentos de suicidio de su hija que padece un trastorno mental, sufrió acoso, ha sido ingresada en varios hospitales y ha visitado en más de ochenta ocasiones urgencias por autolesiones e intentos de suicidio.

Esto ocasiona un sufrimiento en la familia “brutal”, pero además una frustración al ver que la joven “no se levanta”. Eso es lo que sintió Carmen, a quien las fuerzas le abandonaron.

“De repente, en un par de segundos casi sin pensar ni planificar, tu mente decide acabar ya, como sea; solo quieres dejar de sufrir, y lo haces sin pensar en las consecuencias ni en el dolor que va a suponer para tu familia”, ha contado Carmen ante un auditorio en silencio sepulcral.

Pero afortunadamente no lo consiguió y vino la recuperación y se volvió a levantar, por ella y para que su hija tenga la vida que se perdió en los laberintos de su mente y sea como es, “una persona dulce y cariñosa”. Y por eso este viernes su madre ha querido lanzar un mensaje de esperanza, “porque la vida merece ser vivida”.

Belén Escudero y Teresa Díaz

Etiquetas
stats