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Los chorros de agua contra los manifestantes: el ejemplo de Turquía

Un camión de chorros de agua dispersa una manifestación en Estambul. / Efe

Lluís M. Hurtado

Estambul —

Irrumpen en las protestas para arrasar con todo: estampidas masivas, gente chorreando tirada por los suelos y, si se añade algo de química, decenas de personas sufriendo una inusitada tos compulsiva y hasta varias con quemaduras de segundo grado. Los polémicos Vehículos de Intervención en Acontecimientos Masivos, conocidos en Turquía como 'TOMA', por ser la palabra que forman sus siglas en turco, son ahora objeto de deseo de la policía española.

Esta semana el Ministerio del Interior español ha publicado un concurso para licitar la fabricación de un vehículo tipo TOMA por medio millón de euros. De acuerdo a los pliegos técnicos de la oferta, la policía quiere hacerse con un automóvil de entre seis y ocho metros de longitud y cuatro o seis ruedas y cuyo elemento principal será un cañón de agua a presión alimentado por un depósito de 7.000 litros de agua mezclable con tinta.

Existen varios modelos de vehículo antidisturbios con cañón de agua, en función de las necesidades del futuro propietario. Difieren generalmente en el tipo de blindado, el número de puntos de disparo de líquido y la potencia. En común mantienen el cañón principal, instalado sobre el techo del vehículo, que es giratorio y capaz de inclinarse hasta 45 grados con respecto al eje horizontal.

Estos vehículos cuentan con depósitos para entre 5.000 y 10.000 litros de agua que pueden autorrellenarse rápidamente en lagos y depósitos. Cuentan, además, con un depósito de 60 litros para tinte, otro para espuma y otro para gas, lo que posibilita combinar el agua incluso con sustancias irritantes. Durante las protestas de junio por el parque estambulita de Gezi, los TOMA llegaron a disparar estos líquidos dentro de hospitales y hoteles.

El chorro de agua se considera una herramienta “no letal”, aunque su efecto, dada la potente fuerza con que sale, puede desplazar varios metros a las personas y provocar caídas. Disparado de forma prolongada, se utiliza para dispersar grupos de gente concentrada en posición de resistencia pasiva, labor que se complementa con la pala metálica frontal que hace las veces de 'escoba' contra los manifestantes.

Normalmente, los cañones de agua a presión son la primera fuerza de choque en una carga de antidisturbios. Pueden actuar en un radio de diez metros alrededor del vehículo. Si el agua se combina con tinte, tal es el caso del camión solicitado por Interior, esto permite 'marcar' a los participantes de una protesta para facilitar a los agentes el trabajo posterior de identificación. Estas marcas, naranjas o amarillas, no suelen desaparecer de la prenda.

Otra capacidad común de los vehículos tipo TOMA es la de reventar barricadas. Al ser ignífugos y alcanzar velocidades de hasta 100 Km/h, pueden actuar como arietes y tumbar parapetos de neumáticos u otros tipos de muros de contención similares. Aunque no está especificado en el pliego técnico de la Policía Nacional, existen modelos con la cabina presurizada para actuar pese a la existencia de gas lacrimógeno en el aire.

En el concurso de licitación abierto por las autoridades españolas podrán participar las tres empresas turcas que fabrican automóviles tipo TOMA a un precio cercano al presupuestado, como Otokar Otomotiv ve Savunma Sanavi AS. Se trata de una compañía perteneciente a Koç Holding, uno de cuyos hoteles, paradójicamente, refugió a manifestantes de las cargas policiales de este verano en Estambul.

La segunda de las tres constructoras locales es Nurol. Este fabricante produce modelos de TOMA bajo licencia de Beit Alfa Technologies, una empresa israelí nacida en 1966 en el kibutz homónimo y que se ha convertido en proveedor de referencia del Ministerio de Defensa de Israel de este tipo de armamento considerado por los licenciatarios “no letal”. Nurol ha exportado vehículos TOMA a Azerbaiyán, Libia, Zimbaue, Georgia y Kazajistán.

Mientras la gente huía despavorida de los TOMA por las calles de Estambul, Ankara y Esmirna, en esta tercera urbe los gerentes de Katmerciler Arac Ustu Ekipman Sanayi & Ticaret AS se frotaban las manos. Más concretamente lo hacía Mehmet Katmerci, consejero delegado e hijo de Ismail Katmerci, exdiputado del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan.

En un concurso cuya “limpieza” destacan los Katmerci, realizado poco antes de que el país se sumergiera en manifestaciones multitudinarias, su empresa se hizo con un contrato gubernamental de compra de 30 vehículos TOMA a razón de unos 125.000 euros la unidad. Los precios estándar de un vehículo con cañón de agua de Katmerciler varían entre los 300.000 y los 500.000 euros, en función del modelo solicitado.

En un reportaje publicado por Bloomberg hace cuatro meses, el máximo responsable de Katmerciler se mostraba exultante por la publicidad que los vídeos de cargas con TOMA en Gezi brindaron a su negocio. Preveía multiplicar sus ventas por seis este año a países que registran disturbios. Los precios de sus vehículos son inferiores a los de otros modelos, como el 'Water Cannon 10000' de la austríaca Rosenbauer, que cuesta en torno a un millón de euros.

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