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No, la arena no es un recurso inagotable

Una excavadora retira arena de la duna de Valdevaqueros (Tarifa)

Teguayco Pinto

En las últimas dos décadas el crecimiento de las zonas urbanas, especialmente en Asia y África, ha disparado la demanda mundial de cemento. Y con él se ha desbocado también el consumo de grava y arena, un recurso que muchos consideran inagotable pero sobre el que los científicos empiezan a hacer sonar la alarma. Un estudio publicado este jueves en la revista Science alerta sobre las consecuencias sociales, ambientales y políticas que está generando la extracción descontrolada en varias regiones del planeta.

“Tenemos la falsa sensación de que la arena es un recurso inagotable porque está por todas partes, pero esto no es así”, afirma a eldiario.es Aurora Torres, investigadora del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad. “Desde un punto de vista global no podemos decir si la arena es un recurso escaso o no, porque no tenemos suficientes datos, pero tenemos muchas pruebas de que hay zonas en las que sí que lo es”, explica la investigadora española.

Torres es la principal autora de un estudio en el que, junto a otros cuatro investigadores, analiza los principales problemas del mercado mundial de la arena. El estudio señala que “las actuales tendencias de desarrollo indican que la demanda de arena aumentará aún más en los próximos años” y que “la aceleración resultante de la extracción, el comercio y el consumo de arena tendrá efectos importantes sobre los sistemas ambientales y humanos”, por lo que urgen a “implementar un sistema eficaz de gobernanza global de la arena”.

No es la primera vez que un equipo de científicos llama la atención sobre este hecho. En 2014 un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente advertía sobre el aumento de incidencias relacionadas con la extracción de arena. “A pesar de las cantidades colosales de arena y grava que se están utilizando, nuestra creciente dependencia y el impacto significativo que su extracción tiene en el medio ambiente, este tema ha sido ignorado por los políticos y sigue siendo ampliamente desconocido por el público en general”, aseguraba el informe.

Peligro de sobreexplotación

El mayor consumidor de arena y grava a nivel global es la industria del cemento. Según el Servicio Geológico de EEUU, de las más de 40.000 millones de toneladas de arena que se consumieron en 2012, casi 26.000 millones se convirtieron en hormigón. Los datos recopilados por esta institución indican que la producción mundial de cemento casi se triplicó entre 1994 y 2012, un crecimiento que se espera continúe durante los próximos años.

Según un análisis realizado por el Grupo Freedonia, la demanda mundial de grava y arena para de construcción aumentará un 5,2% anual y superará los 51.000 millones de toneladas en 2019.

Otras fuentes de consumo de arena a nivel global son el fracking, especialmente en EEUU, y su utilización como medio para combatir la erosión de costas. Aunque, según Torres, “en muchos casos esta actividad se realiza solo para cumplir las expectativas de los turistas que quieren ver preciosas playas de arena, algo que hay que reponer cada año”.

Uno de los principales problemas a la hora de regular el comercio de arena es que es un recurso común de fácil acceso. “La extracción de la arena es relativamente sencilla, en muchos sitios se realiza con cubos y se transporta en burros”, explica Torres. Además, “es difícil de regular y si a esto le unimos la alta demanda, tenemos las condiciones que hacen que la arena se convierta en un recurso vulnerable a la sobreexplotación”, concluye esta investigadora.

Especies amenazadas

La sobreexplotación se produce cuando se extrae arena a un ritmo mayor al que se puede renovar de forma natural, por lo que los investigadores piden que “se haga un seguimiento de las zonas de extracción y se compruebe si la arena se regenera a una velocidad lo suficientemente rápida como para evitar las consecuencias para el medio ambiente y para la población local”.

El principal problema es la erosión del terreno, que provoca la degradación de los ecosistemas. Según los investigadores, este deterioro supone una pérdida de biodiversidad, que en algunas regiones ya amenaza a especies en peligro de extinción como el delfín del río Ganges en India o el hormiguerito paulista, un ave que se encuentra en pantanos del sudeste de Brasil y que han sido fuertemente degradados por la minería de arena.

Pero “la erosión del terreno también tiene un efecto secundario sobre la protección ante desastres naturales”, explica Torres. Según esta investigadora, “los bancos de arena y las dunas costeras pueden paliar los efectos de una tormenta o un tsunami”, algo que se pudo constatar en Sri Lanka, “donde la extensa minería de arena exacerbó el impacto del tsunami que arrasó la región en 2004”.

Afecta al suministro de agua potable

La isla de Sri Lanka también es ejemplo de cómo la extracción de arena puede afectar al abastecimiento agua y la seguridad alimentaria, ya que la intrusión de agua salada debida a la explotaciones ilegales ha afectado el suministro de agua potable y ha provocado fuertes caídas en la productividad de los cultivos de coco, caucho y té.

También en el delta del Mekong, en Vietnam, se ha producido una situación similar y las intrusiones salinas durante la estación seca han afectado al suministro de agua y han aumentado la salinización de las tierras de cultivo, algo especialmente preocupante en una región que es la principal productora de alimentos del sudeste asiático. “Hace apenas unas semanas el gobierno de Vietnam declaró que a este ritmo de explotación es posible que en 2020 hayan terminado con sus reservas de arena”, afirma Torres.

No es casualidad que dos de las zonas más afectadas se encuentren en Asia, la región donde se encuentran la mayor parte de los problemas documentados. Según el informe publicado por el Grupo Freedonia, el 70% de la arena extraída el pasado año a nivel mundial para la construcción se utilizó en Asia y la mitad se dedicó a China, que posee la mayor mina de arena del planeta, el lago Poyang.

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