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El contundente almuerzo del “Dos y pingada” despide la Semana Santa en Zamora

El contundente almuerzo del "Dos y pingada" despide la Semana Santa en Zamora

EFE

Zamora —

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La ciudad de Zamora ha despedido la Semana Santa con el almuerzo del “Dos y pingada”, un plato contundente y calórico típico del Domingo de Resurrección compuesto originalmente por dos huevos fritos, unas rodajas de magro de cerdo o jamón y una rebanada de pan.

El plato, que comenzó a servirse a mediados del siglo XX a los cargadores de los pasos de la procesión que despide la Semana Santa, se ha popularizado en la última década y actualmente figura este domingo en el menú de casi todos los restaurantes de Zamora, muchos de ellos con mesas completas con días de antelación.

Miles de raciones del almuerzo se han sacado de las cocinas, tanto en su versión clásica como en las renovadas que añaden al plato chorizo, panceta o patatas fritas.

Inicialmente, el plato se servía en los establecimientos hosteleros del barrio de La Horta, al ser éste de donde parte y donde concluye la procesión del Jesús Resucitado, también denominada del Encuentro.

La tradición se instauró por primera vez en el año 1951, cuando los cargadores de los pasos de Jesús Resucitado y de la Virgen del Encuentro acordaron almorzar ese menú a la conclusión del desfile, pasado el mediodía, tras más de tres horas de procesión.

El almuerzo se desarrolló en los dos bares que entonces existían en el barrio, La Herminia, ya desaparecido, y el Oviedo, que hoy en día continúa con la tradición y sirve más de doscientas platos.

A estos establecimientos se sumaron posteriormente otros negocios de hostelería abiertos en el barrio y ya en el siglo XXI el plato se popularizó y comenzó a ofrecerse también en otros restaurantes de la ciudad.

En la actualidad, es el plato más servido como comida el Domingo de Resurrección en Zamora, con miles de raciones puestas a la mesa que hacen que los restaurantes se llenen, pese a que algunos optan por no complicarse la vida y ofrecer los huevos fritos y el jamón como único plato en la carta.

Para elaborar el “dos y pingada”, primero se pasan vuelta y vuelta por la sartén dos lonchas gruesas de magro de cerdo o jamón a medio curar y posteriormente se fríen en ese mismo aceite de oliva los dos huevos, a los que se añade una o dos rebanadas de pan de hogaza.

Este plato típico de Zamora también es conocido con la versión larga de su nombre “dos y pingada, y una tajada”, con el que se hace alusión a los huevos fritos para pingar con el pan y la tajada de magro de cerdo.

Su consumo está asociado al Domingo de Resurrección como forma de celebrar el final de la época de abstinencia de comer carne y ayuno que constituyen la Cuaresma y la Semana Santa.

Se trata de uno de los platos del recetario tradicional de Semana Santa en Zamora, en el que también figuran las sopas de ajo que se desayunan la mañana del Viernes Santo.

Entre los postres típicos, es tradicional en Zamora en la Semana de Pasión degustar aceitadas, nombre que reciben unas pastas hechas con harina, aceite de oliva, azúcar, huevos y esencia de anís.

Las almendras garrapiñadas que ofrecen los cofrades, especialmente la madrugada del Viernes Santo, a quienes presencian el desfile procesional es otro de los sabores típicos de la Semana Santa de Zamora, que cuenta además con platos también popularizados en otros lugares como el potaje de vigilia o las torrijas.

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