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Un llanto desesperado alentó al guardia civil que salvó a menores extranjeros

Un llanto desesperado alentó al guardia civil que salvó a menores extranjeros

EFE

Melilla —

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El guardia civil Brain Mohamed no dudó en arriesgar su vida para salvar a cinco menores extranjeros de una cueva en llamas en Melilla, ante el llanto desesperado de uno de los chicos que temían por la vida de sus compañeros.

“No me lo pensé”, ha recordado hoy, tras recibir numerosos elogios por haberse arriesgado el pasado domingo a entrar en la gruta en medio de la humareda tóxica.

Cuando uno de los chicos a los que rescató primero le advertía entre llantos que otros “todavía quedaban dentro, que se están muriendo”, no se lo pensó para volver al interior, ha relatado ante las cámaras y micrófonos de los medios de comunicación.

El agente ha sido recibido esta mañana por el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, en reconocimiento a su gesta.

El suceso ocurrió hacia las seis y media de la mañana del domingo en la parte vieja de Melilla, cuando un guardia civil de paisano vio a unos chicos que salían corriendo hacia la zona donde está la cueva frente al mar, tras haber roto el cristal de un coche aparcado.

Brain Mohamed estaba en una de las patrullas que recibió el aviso de la central y al bajar por las escaleras que llevan a la ensenada de Galápagos le llamó la atención “una pequeña luminosidad de una hoguera” en la pared rocosa, a una hora en que “todavía no estaba el día claro”.

Al acercarse, salieron corriendo “cuatro menas”, como se conoce a los menores extranjeros no acompañados.

Al entrar en la gruta vio una hoguera en un cubo, que en su carrera “habrían volcado encima de un colchón de gomaespuma”.

“Eso es como la gasolina, prendió enseguida”, y aunque bajó para ver si estaban los chavales, al advertir que “las llamas habían aumentado la magnitud del fuego”, lo único que se le pasó por la cabeza es que dentro podía haber más menores.

“Subí de nuevo, me metí, había mucho humo negro y pude sacar a uno. Llorando y gritando me dijo que sí, que todavía quedaban cuatro y que se estaban asfixiando”, ha detallado.

“El crío no paraba de gritar y llorar de que quedaban cuatro”, por lo que sin esperar a los bomberos y las ambulancias, “en caso de que pudieran demorarse y dada la gravedad de la situación, el peligro que corrían”, no dudó en volver adentro.

Entre la humareda auxilió a otros dos, que estaban en el suelo y arrastró como pudo al exterior.

“Uno de ellos vi que tenía quemaduras en las piernas, lo saqué y lo dejé fuera”, ha apuntado, antes de volver a subir otra vez y preguntar a otro chico que estaba dentro si quedaban más.

Lo hizo en árabe, “porque no saben hablar muy bien el castellano”, y le respondió que había dos más.

“Justamente veo ya a los bomberos llegar y dije menos mal”, ha comentado con un gesto de alivio.

Los bomberos apagaron el incendio y “aún así, les costó bastante sacar a estos menas”, porque la cueva “tiene como un túnel, estaban al fondo y con el humo negro y tanta toxicidad estaban inconscientes”, ha concluido.

Los cinco acabaron en el hospital, intoxicados por el humo, aunque aquella misma mañana fueron datos de alta.

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