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La desnutrición coexiste con la abundancia de alimentos en Mali

La desnutrición coexiste con la abundancia de alimentos en Mali

EFE

Koutiala (Mali) —

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La desnutrición infantil en varias regiones de Mali, donde está muy extendida, no se debe a la escasez de recursos, sino más bien a costumbres culturales profundas y a malas prácticas que impiden una correcta alimentación de los niños.

Esta es la paradoja que pone de relieve Marietta Mounkoro, responsable de nutrición de Unicef en la región de Sikasso, en el extremo sur maliense, donde este organismo de la ONU abrió una oficina hace más de cuatro años.

En Sikasso (18 % del territorio maliense y con 3,15 millones de habitantes), como en otras regiones de Mali y del continente africano, coexisten una situación de relativa riqueza de recursos, pues la región es la más rica del país en alimentos, y las mayores tasas de desnutrición infantil a nivel nacional.

Una primera causa, según explicó Mounkoro, es que los agricultores locales prefieren destinar sus campos a cultivos como el algodón para venderlo a las empresas.

Y cuando destinan algunos terrenos al cultivo de alimentos, como el maíz o el arroz, prefieren vender la cosecha entera porque tienen otras prioridades, como comprar una moto mejor o casarse con otra mujer.

Asumiendo que las mujeres administran mejor la cuestión alimentaria, las comunidades, animadas por Unicef, han empezado a dar una parte de sus tierras colectivas a grupos exclusivamente formados por mujeres.

El porcentaje de desnutrición de niños en Sikasso alcanzó el 39 por ciento en 2011 y bajó a cerca del 30 por ciento en 2016 gracias a los esfuerzos desplegados desde entonces por Unicef, mientras que esa misma cifra no supera el 27 por ciento a nivel nacional.

“La ecuación del desarrollo es el cambio de las mentalidades”, aseguró el prefecto adjunto de la comarca de Yorosso, Bernard Coulibaly, quien dirige una comisión multisectorial estatal de la lucha contra la malnutrición en su zona, que trabaja en coordinación con Unicef.

Aunque la pobreza tiene sus efectos, la grave situación de desnutrición se debe también a que las madres están abandonando progresivamente la práctica de la lactancia, además de supersticiones y creencias culturales locales.

Por ejemplo en algunos pueblos, aunque tienen aves, no dan huevos a los niños porque creen que si los comen se convertirán de mayores en ladrones y si el niño presenta síntomas de desnutrición creen que las causas son sobrenaturales.

Según estudios recientes, la tasa de fallecidos entre los niños y los jóvenes en Sikasso alcanzó 121 casos por cada mil nacimientos, mientras que ese porcentaje baja a 91 fallecidos a nivel nacional.

Para luchar contra todas estas prácticas, Unicef, en colaboración con el Gobierno de Mali, estableció una estrategia que se basa en dos ejes: la implicación y la unificación de sectores y políticas estatales y la movilización de los grupos sociales.

Así, se han creado grupos de sensibilización y detección de la desnutrición en cada pueblo y aldea de la región, y abarcan, sobre todo, a personas que tienen un peso simbólico, como los clérigos y los médicos tradicionales, y otros individuos con una conciencia clara respecto a la malnutrición.

En un centro médico especializado, dentro del recinto del hospital principal de la capital regional Koutiala, hay ingresados 57 niños con desnutrición, de los que 41 están en estado crítico.

El responsable del centro, Yossouf Sidebe, explicó a Efe que el número de niños ingresados por desnutrición ha pasado de 4.644 en 2014 a 4.127 el año pasado y durante los ocho primeros meses del 2017 llegaron a esta posta medica 1.750 casos.

“Hay grandes avances. El gran desafío es continuar con medidas de prevención a largo plazo a nivel de sensibilización e información en lo que concierne la importancia de leche materna, alimentos complementarios e higiene”, dijo Sedebe.

Minata Konaté, madre de un niño de dos años ingresado en este centro, explicó a Efe, con su hijo en los brazos, que ha sufrido malnutrición porque, además de leche materna, bebía infusiones y comía alimentos de adultos durante los primeros seis meses.

Según pudo constatar Efe en el pueblo de Zandieguela, en Sikasso y ubicado a unos 300 kilómetros al sureste de Bamako, las mujeres que antes preparaban una papilla solo con maíz la completan ahora con ingredientes como la leche en polvo y otros cereales.

Asimismo en el mercado semanal de Koutiala es posible ver legumbres, verduras y carnes producidos a nivel local, lo que refleja una respuesta positiva de los agricultores a las campañas de sensibilización.

La representante adjunta de Unicef en Bamako, Alessandra Dentice, explicó que actualmente se está planteando trasladar esa experiencia de lucha contra la malnutrición a la región de Mopti, en el este del país, y a otras zonas.

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