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El “día de la marmota” en la COP25

EFE/FERNANDO VILLAR

EFE

Madrid —

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Sucede que cuando las esperas informativas se alargan más allá de todo lo previsto, como en esta cumbre del clima de Madrid, entre los periodistas comienzan a circular a veces historias disparatadas que no están destinadas a la audiencia, sino a aliviar el tedio y a mantener el nivel de atención.

Por ejemplo, alguien podría llegar a la zona de prensa de esta cumbre y decir que ha visto al actor Bill Murray grabando un directo para la televisión, micrófono en mano, en uno de los pasillos de los pabellones que han albergado esta COP25. Sí, esa que tendría que haber concluido el viernes pasado, pero que aún prosigue este domingo en busca de un acuerdo que se resiste.

La referencia a Bill Murray es reconocible y alude al “Día de la marmota”, aquella película de 1993 en la que el actor estadounidense interpretaba a un periodista enviado a un pueblo de la Norteamérica profunda que acaba atrapado en un bucle temporal y condenado a contar día tras día una fiesta folclórica local.

“Groundhog Day”, traducida en España como “Atrapado en el tiempo”, obtuvo tal popularidad que “el día de la marmota” ha quedado como una forma de expresar coloquialmente la sucesión de jornadas rutinarias, aburridas y hasta surrealistas.

Algo parecido a lo que sufren desde el viernes por la tarde los periodistas de todo el mundo que, hace ya dos semanas, llegaron al recinto ferial de IFEMA para contar el desarrollo de la Cumbre del Clima de Madrid.

Ahora parecen lejanos los días en los que la mediática Greta Thunberg visitó por sorpresa la sede de la COP25, nada más llegar a Madrid procedente de Lisboa, en medio de un gran revuelo; o que Harrison Ford se puso -simbólicamente, eso sí- el sombrero de Indiana Jones para librar una cruzada a favor del medio ambiente, rodeado de una nube de informadores; o que Alejandro Sanz inauguró el tramo ministerial de la conferencia con un alegato medioambiental.

Los pasillos de los pabellones de la cumbre se quedaron vacíos hace días. Es como “El día de la marmota”, pero con un presupuesto más bajo de figurantes. Porque en la película el bullicio de la fiesta local se mantenía día tras día.

Aquí, en lo que queda de la COP, es todo mucho más desangelado. Han desaparecido los jóvenes activistas que cada mañana recibían a los visitantes con sus cánticos y sus sentadas. Tampoco están las puestos de mandarinas que saludaban por las mañanas a delegados y periodistas. Ni los chicos que repartían tabletas de chocolate ecológico.

Ahora se ve pasar de vez en cuando algún grupo de periodistas que buscan como zombis una cafetería abierta para tratar de resistir otra jornada de espera.

De vez en cuando alguien cambia en lo monitores informativos la hora del plenario final de la conferencia. Ese que iba a celebrarse este sábado a las 15.00 horas y que ha sufrido desde entonces una decena de retrasos.

Para aliviar la espera, un portavoz asegura que la conferencia persiste en la búsqueda de un acuerdo ambicioso para combatir la emergencia climática. Y puede que alguien diga haber visto a Bill Murray haciendo un directo para una cadena de televisión hablando de este “Día de la marmota” del medio ambiente.

Carlos Gosch

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