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365 días que dan paso a un optimismo prudente

365 días que dan paso a un optimismo prudente

EFE

Huelva —

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El 24 de junio de 2017 se declaró en el paraje de Las Peñuelas de Moguer (Huelva) un incendio forestal que devino en el más importante registrado en la comarca de Doñana con casi 8.500 hectáreas afectadas; 365 días después, la naturaleza ha hecho de las suyas y la recuperación de la zona se ve con un optimismo prudente.

El fuego comenzó hacia las nueve de la noche y apenas bastaron diez minutos, el tiempo que tardó en llegar a la zona el primer retén del Infoca, para darse cuenta de que “era un incendio importante y difícil”, asegura a Efe José Antonio Martínez Bravo, director del Centro Operativo Provincial (COP) del plan antiincendios de la Junta de Andalucía en Huelva, que estuvo de guardia en la zona esa noche y las dos siguientes.

“Para mí, desde que soy director del COP, ha sido el incendio más complicado al que he tenido que hacer frente, no sólo por la temperatura y la baja humedad sino por el viento, con rachas de intensidad alta que provocaban el cambio de dirección de las llamas”, explica.

Todo esto hizo que este fuego se convirtiera en el más importante de los que se han registrado en la comarca en toda su historia, tanto por la superficie afectada, 8.500 hectáreas, como por el valor ecológico de la misma, la mayor parte de ella en el entorno de Doñana correspondiente al parque natural, como por el número de desalojados, más de dos mil personas, de núcleos poblacionales, cámpines, establecimientos hoteleros y poblados agrícolas, e incluso catorce linces del centro de cría de El Acebuche.

Martínez Bravo reseña que desde el principio, lo más importante fue “el factor seguridad humana”, ya que el incendio comenzó a aproximarse a Mazagón, primero y posteriormente a la zona más oriental -Matalascañas-; “lo primordial era proteger a las personas llegando incluso a tener que dejar a un lado el propio fuego”.

De hecho, este incendio se convirtió en un ejemplo de gestión en este sentido ya que, no hubo heridos de ningún tipo pese al gran número de desalojados.

La colaboración institucional, el trabajo desarrollado por el Infoca unido al importante cambio en las condiciones meteorológicas, permitió dar por controlado el incendio 72 horas después y por extinguido tras diez días y con ello, cerrar uno de los capítulos más importantes de la historia de los incendios forestales no sólo de Huelva, sino de Andalucía, e ir poniendo fin a una experiencia que “sirvió para aprender”, asegura Martínez Bravo.

El fuego, que dejó a su paso un paisaje desolador que se vio acrecentado además por el entorno afectado, generó una oleada de solidaridad sin precedentes contándose por miles las personas que de manera voluntaria se ofrecieron para, en la medida de sus posibilidades, contribuir a la restauración de la zona, una restauración cuyo diseño científico-técnico comenzó incluso antes de dar el fuego por extinguido con la creación de un grupo de trabajo específico, al frente del cual se colocó a Miguel Ángel Maneiro, del Espacio Natural de Doñana.

Maneiro ha declarado a Efe que 365 días después del incendio la zona presenta un estado “razonablemente bueno” en cuanto a regeneración natural, como consecuencia de “una primavera bastante buena en cuanto a precipitaciones que ha permitido rebrotes verdes y germinación de semillas y que esa respuesta natural de la vegetación no se haya quedado en nada”.

Pese a que la zona afectada es heterogénea, con características ecológicas distintas, el paisaje global es “esperanzador”, hay, en estos momentos, “una evolución razonablemente optimista”, aunque se trata sólo “del principio de un proceso de años”.

Maneiro ha explicado que tras los primeros trabajos de emergencia ejecutados, principalmente, por motivos de seguridad para las personas, han seguido a lo largo de todo este año otros para preparar la restauración que la Consejería de Medio Ambiente comenzará el próximo otoño, y acciones para evitar la erosión, en este caso concreto la provocada por el viento, al tratarse gran parte de la zona de sistemas dunares o para proteger árboles con rebrotes al objeto de asegurar su supervivencia y recuperar el hábitat.

Es a partir de ahora, reconoce, una vez pasado el año que había que esperar cuando “empieza lo más importante”, la restauración propiamente dicha, “una restauración en el que cada especie tendrá su sitio, las autóctonas como no puede ser de otra forma, pero también el pino o el alcornoque, siempre que se haga con sentido, ahí está la clave”.

Se trata, en definitiva, de jugar bien las cartas ante una regeneración que apenas está empezando, que da pie al optimismo pero siempre con prudencia porque será un proceso de años.

Laura Ramírez

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