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Un documental muestra la cultura de la paz a través de la naturaleza

Un documental muestra la cultura de la paz a través de la naturaleza

EFE

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Madrid, 24 dic (EFE).-“Cambio permanente” es un documental que muestra el trabajo de un grupo de personas destinado a forjar un sueño denominado permacultura, una forma de contactar con la naturaleza que les hace más felices y respetuosos con los demás y con el medio ambiente, lo que denominan cultura de la paz.

El director del documental, Lucho Iglesias, se encuentra junto a Matricia Lana al frente de la finca Caña Dulce, situada en la población malagueña de Coín, desde donde imparten clases, junto con otros cuatro compañeros con los que conviven en este vergel, para dar a conocer los valores de una agricultura que, insisten, es más que biológica.

Porque la permacultura se diferencia de la agroecología en muchos aspectos, ya que añaden a su proyecto no solo los alimentos de una agricultura sana y ecológica sino también lo que la naturaleza ofrece para subsistir.

La permacultura es una ciencia que comenzó a desarrollarse hace alrededor de cuatro décadas en Australia y desde allí se expandió al norte de Europa y más tarde a Estados Unidos. Fue a Inglaterra donde Lucho se dirigió para estudiar esta nueva forma de tratar la agricultura y se tituló como diplomado de Diseño de Permacultura por la Academia Británica de Permacultura.

En este documental, Iglesias, así como colaboradores como el doctor higienista Karmelo Bizcarra y la expresidenta de Greenpeace Sonia Rubio entre otros, explican la labor de permacultura en Coín y los proyectos para concienciar a la sociedad de que existen otras opciones.

Para él, en principio “es necesario realizar un buen diseño hidrológico a la hora de capturar el agua para cosechar y redistribuirla con el objetivo que no se den gravísimos problemas como las escorrentías, la erosión o los campos yermos (...)”.

La finca de Caña Dulce estaba abandonada desde hacía trece años hasta que llegaron Lucho y Matricia, en 1999. “Desde entonces hemos creado y seguimos manteniendo un sistema agroforestal de alta biodiversificación, con más de cuatrocientas variedades y subvariedades de plantas, enredaderas, arbustos, árboles frutales y otros”.

De esta forma “potenciamos las biodiversidad con múltiples estrategias, cosechamos agua, tierra, cerramos ciclos, captamos nitrógeno, fijamos carbono, neutralizamos polución, etc.”.

Uno de los principales objetivos es el diseño de un “bosque comestible”, como denominan a su trabajo, que significa extraer el máximo rendimiento con el mínimo mantenimiento, utilizando los recursos biológicos de manera inteligente.

Los “bosques comestibles” permiten el aprovechamiento del espacio trabajando en diferentes alturas, desde el nivel subterráneo al herbáceo, trepadoras, arbustos, epifitas y hasta árboles de diferentes tamaños, produciendo gran cantidad de alimentos para personas y animales.

También se obtienen otros muchos productos y servicios: materiales de construcción, leña, resina y derivados, papel, carbón vegetal, productos de las colmenas, hongos comestibles, caza, pesca, eco-turismo, retención de avenidas fluviales, estabilización de pendientes, etc.

Ese es el sentido de la permacultura, que se extiende también ya por otras zonas de España: “Concienciar a la gente de la necesidad ya no solo de que sean productores de sus propios alimentos sino de que se den cuenta de dónde proceden los alimentos que se consumen en general”.

Estas son, según Iglesias, algunas de las bases para que se produzca el cambio a un modelo agroecológico “que sea justo y que genere productos que no degraden la naturaleza sino que lleguen al consumidor y les procure salud. Por ahí empieza una cultura de paz para una sociedad que hay que pacificar con sus semejantes y con la propia naturaleza”.

Isabel Martínez Pita

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