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La calle egipcia, hogar forzado para miles de niños

La calle egipcia, hogar forzado para miles de niños

EFE

El Cairo —

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Abdelhamid tiene trece años, la mirada triste, la voz apagada y la ropa sucia. Hace tiempo que su casa dejaron de ser cuatro paredes: “antes dormía en un coche abandonado, pero ahora lo hago cerca de una mezquita, al lado de la gasolinera”, cuenta el pequeño.

Las transitadas calles del acomodado barrio cairota de Al Maadi son el nuevo y forzado hogar para Abdelhamid, al igual que muchas otras avenidas y callejones de El Cairo y otras ciudades egipcias lo son para alrededor de 20.000 niños.

“Antes volvía a casa, pero últimamente no, mi hermano mayor me pega, por eso no quiero volver”, añade en su conversación con el coordinador médico de la ONG Samusocial International Egipto, Yusef Naguib, tras haber sido atendido.

De menores como Abdelhamid se ocupan organizaciones como esta ONG francesa, que recorre los barrios de la capital egipcia con su unidad móvil con la que ofrece asistencia médica, psicológica y social a esos niños.

“Comenzamos abordando al menor a nivel médico y, luego, la primera entrevista es mixta: médica y social”, señala a Efe Naguib.

En esos encuentros, el personal de la ONG ha descubierto que entre las causas que empujan a estos niños a la calle destacan la pobreza, el divorcio de los padres y el abandono escolar.

Según Naguib, también influye “la violencia física e incluso sexual en la familia”, aunque no ofrece estadísticas al respecto.

Para el primer asistente de la ministra de Solidaridad para el Bienestar Social, Mosad Raduán, el número de niños en Egipto que no tienen un techo, viven en la calle y no tienen ninguna relación con la familia ronda los 23.000.

“Si añadimos a los que sí tienen una relación con las familias, pero viven la mayor parte del tiempo en la calle, duermen en su casa y trabajan con sus familias, además de a los que están en riesgo de llegar a ello, entonces la cifra alcanza el millón y medio”, precisa a Efe Raduán.

Asimismo, añade que “aunque el número no se esté reduciendo drásticamente”, el Gobierno egipcio está “en buen camino para limitar y minimizar el número de niños obligados a vivir en la calle”.

En ese sentido, Raduán explica que el programa “Protección de los Niños de la Calle”, financiado a través del fondo público “Tahia Masr” (Viva Egipto), pone a disposición de ese objetivo 164 millones de libras egipcias (casi 18.500.000 dólares).

Ese proyecto está orientado a aumentar la protección de los niños, a través de 17 unidades móviles en diez provincias y la mejora de las instituciones que se ocupan de ellos, así como a cuidar la prevención, gracias al trabajo con las familias y la sociedad en general.

En esas unidades móviles, se tratan sobre todo “enfermedades cutáneas, infecciones intestinales y pulmonares, porque hay muchos de ellos que esnifan pegamento, que padecen enfermedades de transmisión sexual, o presentan muchas fracturas y contusiones, etc.”, señala Naguib.

Los minutos que transcurren mientras uno de los médicos cura las heridas sirven también para realizar un acercamiento psicológico y social a la realidad del pequeño.

“Una vez han cogido confianza con nosotros, pueden subir a la unidad móvil solamente por una pequeña herida que incluso se provocan, pero buscan estar con un adulto, hablar con él; nadie escucha a estos niños”, agrega.

Más allá de esos momentos, la mayoría de su tiempo lo pasan en pequeños grupos de menores, liderados por uno de ellos, que gestiona la organización de la pandilla.

Según Naguib, “los niños trabajan para dar dinero al líder (del grupo) para que compre droga o pegamento”.

“Trabajan en los aparcamientos, por ejemplo, sobre todo en sitios donde hay centros comerciales, también en pequeñas fábricas; pero la mayoría trabaja en aparcamientos, porque es algo rentable para ellos”, añade.

Además de hacer un seguimiento médico, psicológico y social de los pequeños, el objetivo de Samusocial es sacar a esos niños de las calles y llevarlos bien de vuelta a sus casas o bien a un centro de otras ONG que se ocupan de ellos.

Para el Gobierno, la principal meta para el año 2018 es “que el 80 por ciento de los niños que viven actualmente en la calle vuelvan con sus familias o se incorporen a la red de instituciones sociales”, indica Raduán.

Además, “prevenir que el 80 por ciento de los niños con posibilidades de ir a la calle lo hagan” y que “el 40 o 60 por ciento de los menores con los que se está trabajando se incorporen al sistema educativo y empiecen a hacer una vida normal”.

“Hay que buscar a los menores que pueden ser potenciales niños de la calle, hay que visitar sus hogares y realizar microproyectos (con ellos) para aumentar los ingresos de la familia, ocuparse de los gastos de escolarización; hay que cerrar el grifo desde su origen”, apunta Naguib.

Después de todo, añade, “el niño de la calle no es un criminal, es víctima de una situación de la que no es culpable”.

Edu Marín y Mohamed Siali

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