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El cierre de restaurantes reaviva el “mercado negro de horas” de los “riders”

El cierre de restaurantes reaviva el "mercado negro de horas" de los "riders"
Barcelona —

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Barcelona, 1 nov (EFE).- Las restricciones por la COVID-19 han disparado el reparto de comida a domicilio y, con ello, la actividad de los 'riders' o repartidores, que a menudo han de recurrir a una suerte de “mercado negro de horas” para trabajar más tiempo del que les permiten las aplicaciones con las que operan.

Los repartidores, a los que las empresas llaman “partners” (socios), aunque según una sentencia del Tribunal Supremo tienen una relación laboral, solo trabajan las horas que les permite la aplicación a modo de premio por estar siempre disponible y tener buena puntuación, por lo que se ha creado un “mercado negro de horas” en el que se acaba pagando por trabajar.

“Hay mafias que tienen muchas cuentas y que 'venden horas' a gente desesperada por trabajar, normalmente sin papeles a los que solo les dan la mitad o menos de la carrera”, explica Javi, repartidor en el centro de Barcelona, que espera en plaza Urquinaona que le entre un servicio al móvil.

Esas “mafias”, según también coincide en calificarlas David, que trabaja en la zona de Sabadell (Barcelona) para la misma aplicación, utilizan “bots” capaces de manipular el sistema de horas y revenderlas luego por internet.

“Se lucran haciendo que la gente pague por trabajar, trabajar por una miseria”, ha añadido.

En la primera ola de la COVID, según los datos de Riders x Derechos, la tarifa base en Barcelona pasó de 2,50 euros a 1,20 euros.

Dani, extrabajador y miembro de esa asociación, ha señalado a Efe que la práctica que también está muy extendida es que alguien con papeles y cuenta en las aplicaciones “alquile” parte de sus horas y disponibilidad a algún conocido que todavía no ha regularizado la situación.

Precisamente ese era el caso de Pujan, el repartidor nepalí que murió el año pasado atropellado en Barcelona y que Glovo no reconoció como trabajador.

Fuentes de la compañía han manifestado a Efe que son conscientes de este tipo de prácticas, que censuran, aunque recalcan que son poco habituales.

“Estas prácticas irregulares son minoritarias. A veces existe un uso irregular por parte de algunos repartidores, que realizan la cesión de cuentas a terceras personas. Además de ser una práctica ilegal, impide que los repartidores cuenten con el seguro privado que les cubre durante el desarrollo de su actividad”, afirman desde la empresa de reparto de comida.

“Tenemos esta práctica irregular bien identificada, aunque es muy puntual y minoritaria, no la podemos tolerar. De cara a poder detectarla y atajarla lo más rápido posible, hemos definido un protocolo de seguridad de las cuentas. Este protocolo, entre otras cosas, nos permite verificar la identidad del repartidor con la cuenta asociada”, han señalado.

Los repartidores entrevistados, sin embargo, aseguran que “el mercado negro de las horas”, a través de lo que califican como “mafias” o de la cesión de cuentas a conocidos, es cada vez mayor en Barcelona, y aún más en la segunda ola de COVID, con bares y restaurantes cerrados.

“Con tanta gente en ERTE o en paro es habitual que mucha gente comparta cuenta con compañeros de piso o incluso con su pareja a cambio de una comisión. El que lo necesita se saca algo y el que tiene la cuenta mantiene su buena valoración y se gana más horas”, explica Javi.

“A las aplicaciones les da igual, es más trabajo para ellos, más gente disponible y peleándose por trabajar a todas horas”, añade.

Lara Malvesí

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