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Una empresaria que superó 4 veces el cáncer: No sabemos gestionar esta libertad

GLa empresaria y periodista murciana Ana Belén Mínguez, posa frente al hospital general Reina Sofía de Murcia..

EFE

Murcia —

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Tras sobrevivir a cuatro cánceres, la empresaria y periodista Ana Belén Mínguez ha estado dos veces hospitalizada por coronavirus y aunque ha rozado la muerte muchas veces, sus ganas de vivir la llevan a indignarse cuando ve actitudes irresponsables en la desescalada: “No estamos sabiendo gestionar la libertad que se nos ha dado y se nos olvida que eso nos puede matar”.

Mínguez, de 45 años, cuenta a Efe su historia de superación y supervivencia entre risas, con una alegría y vitalidad que sorprenden cuando se hace un repaso por su historial médico: cuatro cánceres superados entre 1999 y 2015, de tiroides, mama, ovarios y endometrio, que la han hecho pasar por más de un centenar de ciclos de quimioterapia a lo largo de su vida y por varias operaciones, además de dejarle importantes secuelas con un dolor crónico con el que convive a diario con parches de morfina.

Todo eso no le ha quitado las ganas de trabajar con su empresa de organización de eventos y conciertos y tampoco las de viajar: fue precisamente tras volver de Egipto, donde tiene previsto impulsar un proyecto con mujeres locales, cuando se encontró de cara por primera vez con el coronavirus a finales de febrero pasado.

“En España todavía no se hablaba de la COVID-19, pero yo noté que algo iba mal. Tenía fiebre muy alta y me había quedado sin olfato. Pero como no había viajado ni a Italia ni a China no quisieron hacerme las pruebas. Además, habían pasado 15 días desde que volví del viaje, uno más de los que supuestamente dura la enfermedad”, recuerda.

Aun así, decidió aislarse en su casa, separada de sus hijos. Por sus patologías previas y porque no mejoraba sus médicos siguieron insistiendo y finalmente le hicieron una prueba PCR que dio positivo; así comenzó un proceso de seguimiento telefónico domiciliario hasta que tuvo que ser ingresada en el hospital Reina Sofía, de Murcia.

“Allí entendí que esta es la pandemia de la soledad. No solo del enfermo, que se queda sin ningún contacto con nadie. También de los médicos, encerrados en sus buzos, que no pueden tocar a su paciente, casi no pueden comunicarse con él. Cuando estamos en una terraza haciéndonos un 'selfie' se nos olvida que de coronavirus se muere, y se muere solo y sin despedirse”, subraya.

Considera que en la desescalada, y para no bajar la guardia, sería bueno que se hiciera público por ejemplo cómo es un proceso en la UCI por esta enfermedad, en la que en la mayoría de los casos es necesario provocar al paciente un coma inducido para entubarlo y ayudarlo a respirar, porque “no somos conscientes de lo difícil que es esa situación”.

Cuando a Mínguez le dieron el alta, no le repitieron la PCR para comprobar si ya había pasado por completo la enfermedad y como aún no se encontraba bien decidió seguir aislada en su domicilio, pero su calvario no había acabado: a los pocos días, los síntomas cambiaron, ya no tenía fiebre, sino una temperatura extremadamente baja, por debajo de 35 grados centígrados.

Ingresó de nuevo en el hospital, donde volvió a dar positivo en las pruebas de coronavirus: “Según los tiempos que oficialmente se marcan para esta enfermedad, yo la habría pasado dos veces. Realmente, no sabemos casi nada de este virus”.

Del tiempo que pasó aislada en su casa, asegura que lo más difícil fueron algunas cosas cotidianas, como poder contar con alguien que le sacara la basura o le hiciera la compra, problemas, lamenta, a los que las administraciones no han puesto solución y que los ciudadanos han tenido que resolver por su cuenta, tirando de amigos o vecinos.

Dice que se siente sorprendida por lo pronto que se olvidan los esfuerzos hechos y por cómo tras dos meses sin salir de casa y bajo estrictas medidas de confinamiento la población pretende retomar su vida como si nada hubiera pasado.

“Me sorprendió para bien la actitud de la sociedad al principio de la pandemia, pero ahora me ha sorprendido para mal. Siempre pensamos que a nosotros no nos va a tocar, pero la realidad es que la única forma de evitarlo es respetar las normas, nos gusten o no, dejar de lado el politiqueo y ser responsables”, afirma.

Esta superviviente estima que al igual que le dio en su momento las gracias al cáncer por cambiarle su forma de ver y vivir la vida, la COVID-19 le ha dado también “otra vuelta de tuerca que será para bien”.

“A mis hijos les digo todos los días que mañana nos podemos morir. Somos extremadamente breves. Por eso, hay que relativizar, empatizar y priorizar. Y mi prioridad es ser buena gente. Cuando estás en la UCI a punto de morir, todo lo demás te da igual. Ese es mi mensaje”, concluye.

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