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“Aunque la enfermera tuviera sólo unas décimas de fiebre, lo recomendable hubiera sido aislarla”

El especialista en Salud Pública Ildefonso Fernández Aguado.

Natalia Chientaroli

La noticia del primer contagio de ébola fuera de África ha conmocionado a la opinión pública española. Pero el catedrático en Salud Pública Ildefonso Hernández Aguado destaca que no se debe caer en el alarmismo. Para ello recomienda una “gestión transparente” de la crisis que genere tranquilidad en la ciudadanía. El responsable de Salud Pública con los ministros Bernat Soria y Trinidad Jiménez reconoce que tras la comparecencia de Ana Mato sigue habiendo algunas dudas que, espera, se vayan aclarando con el correr de las horas.

¿Es lógico que el Ministerio de Sanidad no sepa cómo ocurrió el contagio?

Sí, es lo lógico. Si hubiera habido un incidente, un salto en el protocolo, hubiera quedado registrado y lo lógico es que las autoridades hubieran informado de ello. Pero como al parecer no sucedió tal cosa –o al menos no les consta–, deben revisarse todas las actuaciones y comprobar si se ha utilizado el equipo de protección correspondiente y si se han seguido en todo momento las medidas de seguridad, que están muy definidas y estandarizadas internacionalmente.

En la rueda de prensa han referido que la auxiliar de enfermería infectada presentó algunos síntomas en los días posteriores a su trabajo con el sacerdote enfermo, pero aclararon que siguió haciendo vida normal. ¿Hubiera sido recomendable lo contrario?

Por un principio de precaución, lo normal es que al primer síntoma, aunque no fuera muy evidente, se recomendara el aislamiento. El umbral no es matemático. Si tenía décimas de fiebre, aunque no los 38,6ºC que se consideran un síntoma de la enfermedad, lo lógico hubiera sido evitar riesgos, teniendo en cuenta que esa persona había estado en contacto con el enfermo y con material sensible, y aislarla. Tenemos que confiar en que ella misma, como profesional, haya tomado sus propias precauciones en su relación con el entorno, teniendo en cuenta los antecedentes. Pero desde ya que hubiera sido recomendable activar el protocolo.

¿Es posible definir rápidamente qué personas pueden estar actualmente en riesgo?

El siguiente paso de los epidemiólogos es lo que se llama identificar a los contactos sospechosos. Es decir, analizar las situaciones arriesgadas que pudo haber vivido la infectada, que en este caso pueden ser familiares y amigos cercanos, además del personal sanitario que la haya atendido. Una vez definido este grupo de riesgo deben tomarse las medidas de precaución.

Teniendo en cuenta que estaba de vacaciones, ¿no hay riesgo de contagio en personas que hayan tenido contacto casual con la infectada?

Para contagiarse tiene que haber una exposición directa: ya sea por vía sexual, de secreciones, sangre o fluidos corporales. Este tipo de contacto sólo se da con personas muy cercanas. Además, por lo que se sabe, la posibilidad de contagio aumenta cuando aparecen los síntomas, lo que reduce aún más el espectro.

¿Entrañaba demasiados riesgos tratar aquí a los enfermos de ébola?

No tiene por que ser arriesgado. Existen una serie de protocolos muy específicos y muy estudiados. Hay muchos profesionales en contacto día a día con enfermos. Es un trabajo peligroso pero se puede controlar. Evidentemente, se pueden producir fallos. De hecho, ha sucedido. Pero no es tan sencillo contagiarse.

¿Qué cabe esperar del Ministerio de Sanidad a partir de ahora?

Las competencias sanitarias corresponden a las comunidades autónomas. Pero al ministerio le corresponde la coordinación, porque la Salud Pública es su cometido. Sanidad debe coordinarse rápidamente con la Comunidad de Madrid e informar a la población sobre los protocolos conocidos para estos casos. Tiene que ejercer el liderazgo de la comunicación y ser muy transparente en la gestión de la crisis, porque es la única forma de generar confianza en los ciudadanos y no alarma, porque eso puede dificultar las tareas de prevención.

¿Hay antecedentes de una emergencia parecida en España?

No de una enfermedad tan grave, pero sí de una enfermedad aún más contagiosa, como la tuberculosis multirresistente. El sistema sanitario está preparado para atender este tipo de emergencias. Este no es un problema de salud pública porque no afectará a muchas personas. Pero sí es una situación que exige tomar ciertas medidas.

¿Hubiera sido pertinente mantener en funcionamiento el Hospital Carlos III, el único especializado en enfermedades infecciosas?

En general los países suelen tener un hospital de referencia para un caso como éste. Por ejemplo, Reino Unido tiene dos. El ministerio insiste en que estamos preparados para una contingencia de este tipo. Tenemos que ser cautos y responsables cuando se está ante este tipo de situaciones. Y esperar a que el ministerio nos mantenga informados de cualquier novedad.

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